En la arquitectura teórica de Carlos Marx, el concepto de valor ocupa un lugar central para entender no solo el funcionamiento del capitalismo, sino también sus profundas y estructurales contradicciones. Marx no habla del valor en términos morales o subjetivos, sino como una categoría objetiva dentro de las relaciones sociales de producción. En su obra fundamental, El Capital, Marx disecciona la mercancía para demostrar que su valor no está dado por su utilidad, sino por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla.

¿Qué es el valor para Marx?

Marx distingue tres formas del valor en una mercancía:

  1. Valor de uso: es la utilidad concreta que satisface una necesidad. Por ejemplo, el agua tiene un alto valor de uso.
  2. Valor de cambio: es la relación cuantitativa por la cual una mercancía se cambia por otra. Aquí comienza el análisis económico profundo.
  3. Valor (a secas): es la sustancia del valor de cambio. Según Marx, el trabajo humano abstracto cristalizado en la mercancía es lo que constituye su valor. No cualquier trabajo, sino aquel socialmente necesario para producirla bajo las condiciones técnicas y sociales predominantes.

“El valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirla.”

(El Capital, Tomo I)

El valor, entonces, no depende de la voluntad del productor, sino de las condiciones sociales de la producción. Este hallazgo es de carácter científico y revolucionario, porque desmonta la idea liberal de que el mercado es un lugar neutro donde se intercambian bienes entre individuos libres.

Contradicciones fundamentales del capitalismo

Alrededor de esta teoría del valor, Marx descubre una serie de contradicciones internas del sistema capitalista. Las más relevantes son:

  1. La contradicción entre valor de uso y valor de cambio

El capitalismo produce para obtener ganancias, no para satisfacer necesidades. Esto crea una tensión entre producir cosas útiles y producir cosas vendibles. Por eso, se destruyen alimentos mientras millones pasan hambre, simplemente porque no son rentables.

  1. La contradicción entre trabajo necesario y trabajo excedente

El capitalista paga al trabajador sólo por su fuerza de trabajo, es decir, por el tiempo que necesita para reproducirse (alimentarse, transportarse, pagar vivienda). Pero el trabajador produce mucho más valor del que se le paga: eso es la plusvalía, fuente de la ganancia del capitalista. Esta relación es de explotación.

“El capital es trabajo acumulado que sirve para explotar trabajo vivo.”

(El Capital)

  1. La contradicción entre capital y trabajo

El trabajador produce valor, pero no lo controla. Cuanta más riqueza produce, más se empobrece relativamente, porque esa riqueza es expropiada por el capitalista. Esta es la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada del resultado. De ahí surgen los ciclos de explotación, crisis, desempleo y lucha de clases.

  1. La contradicción entre desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción

El capitalismo estimula el avance tecnológico, pero al mismo tiempo genera desempleo estructural y miseria. La máquina que debería liberar al ser humano del trabajo lo convierte en excedente o lo precariza. Así, las relaciones capitalistas de producción terminan por frenar el desarrollo humano, en vez de impulsarlo.

Conclusión: el valor como crítica radical

Para Marx, el análisis del valor es el punto de partida de una crítica radical al capitalismo. No es simplemente una teoría económica, sino una denuncia de un sistema que transforma el trabajo humano en una mercancía más, vaciando su dignidad. Esta lógica conduce inevitablemente a crisis periódicas, desigualdad creciente y alienación de los productores respecto a su trabajo y su mundo.

Superar estas contradicciones exige romper con el régimen de producción basado en la ganancia y construir otro basado en la satisfacción de las necesidades humanas, donde el valor del trabajo no sea una abstracción convertida en beneficio privado, sino un acto creador y colectivo.

“De cada cual, según su capacidad, a cada cual según sus necesidades.”

(Crítica del Programa de Gotha, Carlos Marx)

Julio Disla

Escritor y militante

Julio Disla: el militante de la palabra, el poeta del pensamiento crítico. Voy por la vida con una pluma que combate, un teclado que documenta y una mirada que no se conforma con lo superficial. Soy el arquitecto de textos que cuestionan al capital, al racismo, a los muros — y a toda forma de dominación que intente maquillar su rostro con promesas democráticas. He hecho del ensayo un arma, del artículo un escenario de lucha, y del poema una bandera. Cuando escribo, se siente la influencia de Marx, la voz serena pero firme de José Pepe Mujica, el reclamo por justicia social, y la pedagogía que busca educar a otros con ideas y datos. Fundador de utopías posibles, intento rehacer la historia desde la izquierda que se reinventa, que no teme nombrar el neoliberalismo por su nombre, y que encuentra en cada injusticia una oportunidad para escribir, denunciar, proponer. Lo técnico y lo emotivo coexisten en mi estilo como militante de una misma causa. Soy, sin duda, un constructor de puentes entre la teoría y la calle.

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