En muchos países de América Latina persiste una gran paradoja: Anhelar estabilidad mientras, en cada ciclo político, se reinventa lo que ya funcionaba.

Las economías más sólidas del mundo demuestran que avanzar sobre bases permanentes que trascienden a los gobiernos no es inmovilismo, sino madurez institucional.

Este artículo trata sobre algunos modelos que perduran porque, sencillamente, han dado resultados.

El Estado del bienestar: Un pacto que ha trascendido las ideologías

Nacido en la Europa de la posguerra, surgió como un antídoto frente a los excesos del capitalismo salvaje y a los totalitarismos que asolaron el siglo XX. Basado en la educación, la salud y la seguridad social universales, junto con políticas fiscales redistributivas, se convirtió en el acuerdo más duradero entre el Estado y la ciudadanía moderna.

Lo notable y admirable es que ningún giro político, ni conservador, ni liberal, ni socialdemócrata ha logrado desmantelarlo. En países como Suecia, Alemania o Francia, las fórmulas cambian, pero la estructura de protección permanece. Eso habla de un consenso superior a las ideologías: El de preservar lo que genera bienestar tangible.

La economía y el manejo de los Bancos Centrales: La técnica por encima del impulso político

Algo similar ocurre con algunos bancos centrales, donde la estabilidad económica no puede depender de la emoción política del momento.

La Reserva Federal estadounidense, el Banco Central Europeo o los bancos centrales más autónomos de América Latina como Chile, Perú y la República Dominicana han demostrado que la continuidad técnica y la independencia son garantías de estabilidad.

Cuando los gobiernos respetan ese principio, los países crecen con previsibilidad; cuando lo ignoran, la inflación y la incertidumbre se apoderan del futuro.
Aquí también se cumple la misma lógica: La política puede cambiar; la técnica permanece.

 China: Continuidad en otra versión de la democracia

Un modelo alejado a las características de democracia que conocemos en occidente, como el chino, nos muestra el mismo patrón, una misma enseñanza.
Durante más de cuatro décadas, el país ha mantenido un rumbo económico claro: Crecimiento, control y planificación. Los líderes se suceden, las políticas cambian, pero la estrategia permanece. Ese orden, ha garantizado una estabilidad que pocas economías han logrado mantener durante tanto tiempo.

Más allá del juicio ideológico, China ha preservado su modelo porque funciona para sus fines.

 La virtud en la continuidad por lo correcto

El progreso no siempre nace de lo nuevo, sino de lo que se mantiene firme. La historia demuestra que destruir lo que funciona en nombre del cambio suele generar retrocesos. Por el contrario, modernizar sin desmantelar, corregir sin romper y adaptar sin negar son los caminos más seguros hacia el desarrollo.

El desafío del siglo XXI está en no reinventar todo, sino en proteger lo que ha probado su eficacia y adaptarlo a los nuevos tiempos. Porque al final, las naciones no prosperan por lo que cambian, sino por lo que son capaces de preservar.

José Rafael Vargas C. (hijo)

Tecnología

Formado enel Instituto Tecnológico Las Américas (ITLA), Culminó la carrera de Publicidad en la Universidad APEC. Post Grado en Comunicación Corporativa la Universidad de Barcelona. Desde el 2004 trabaja en el Banco Central.

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