El correr del tiempo nos va rutinizando, impermeabiliza la mente y endurece el corazón…, 2025 años nos separan de Jesús de Nazaret y “X” años… de nuestros fundadores institucionales, de nuestras fundadoras… Hemos ido amañando el Carisma Comunitario, hemos ido acomodándolo; también, hemos ido YOIZANDO el Valor Originario personal, que inicialmente nos ha motivado a dejar nuestras familias, nuestra cultura, y escoger un nuevo estilo de vida: la Comunidad Apostólica y Profética o la Comunidad Familiar, donde repolla el Reino…
Vivir la radicalidad del evangelio, que motiva nuestra Opción Vital de Vida Consagrada, significa comenzar cada día para que dicha opción permanezca con los bríos de la juventud y no se yoice.
Iluminados por la propuesta del Papa Francisco para evangelizar, tenemos que sinodalizar la VC, vivirla ”en clave sinodal”: comenzar cada día, compartir, colaborar y vivir en comunión = acompañar discerniendo.
Ahora, que estamos estrenando un nuevo milenio tenemos un gran desafío, a nivel personal y comunitario, no podemos continuar como el que “ni siente ni padece…,” como el que “se hace pipí y no lo siente…”
¿Por qué digo esto? Porque hemos cambiado la debilidad solidaria por el servicio financiado…, y seguimos como si nada fuera, como si eso fuera lo normal, como si eso fuera lo decidido al formar parte de una Comunidad Apostólica. Como si fuera lo optado cuando salimos de nuestras casas o de nuestro país… ¡Es que todos y en todas partes hacemos lo mismo!…
Lo que motiva a dar el paso, a la Vida Consagrada, (VC), yo le llamo “Semilla de Dios”, “Valor Originario”, VO. Ese VO, que me relaciona con Dios y me lleva a un grupo específico de personas para ofrecerle un servicio solidario “X”, a los empobrecidos, después de unos años, lo hemos institucionalizado como la base de nuestra sostenibilidad personal y comunitaria; es decir, que hemos yoizado nuestras relaciones personales.
En vez de desarrollar una espiritualidad hemos desarrollado una yoicidad. Mi Valor Originario y nuestro Valor Fundante Institucional no me relacionan con el Ser Espiritual Trascendente: DIOS, sino que el Yo se los apropia para relacionarse con el Otro y con la Naturaleza buscando su beneficio, impulsando la individualidad.
El único que compite con Dios es el Yo. Al ego le añadimos algo bueno en nombre de Dios, el V.O y el Valor Fundante Institucional, para que se relacione con los demás, lo cual nos hace buena gente; mantenemos a medias el sentido de humanidad en mis relaciones personales y comunitarias: “Yo primero y el Otro después…”. Así, hemos llegado, que, al unirme a Otros, para formar una Comunidad de Vida Profética, somos un Grupo de Buena Gente; porque le damos algo al Otro y lo determinante es: “Yo primero”. No somos una Comunidad Apostólica y Profética porque hemos perdido el sentido de radicalidad del evangelio en la entrega y la fidelidad creativa. Es por eso, que decimos, en la V.C, perdimos el sentido PROFÉTICO….
A esta realidad llegamos porque nos dejamos “domesticar”. ¿Cómo? Sí, nos domesticamos cuando nos dejamos llevar por el camino de la seguridad institucionalizada, que nos ofrecen un pasado glorioso e ideologizado en un presente cosificado, no vivido… Esto se da no por mala voluntad, sino que es fruto de la rutina y nos hace “gente buena”, por eso se mantiene una estructura de “seguridad” en la Vida Consagrada.
Hemos descubierto la aspiración de la gente: EL BUEN VIVIR… Todo está seguro: trabajo, salud, comida, medicinas, vivienda, privacidad, vacaciones, viajes, transporte, ciertos privilegios… Y después la Vida Eterna.
¿Qué más se puede querer…?
Aquí está la raíz del desafío: La V.C, en la sociedad actual es un “status social”, ha llegado a desempeñar servicios a los empobrecidos y a la élite social, que corresponden al Estado de Derechos: educar la población, atender ancianos y desamparados, niños y adolescentes… Nos hacemos funcionarios legitimadores de un Estado corrupto e impune y nos olvidamos de la Comunidad Apostólica y Profética…, vamos perdiendo la identidad evangelizadora.
Nosotros examinamos y analizamos a los candidatos y candidatas para ingresar a nuestros Grupos Religiosos a partir de un ideal no practicado, ideologizado…, si aplicamos esos exámenes y análisis personales a los que estamos dentro…, pueda ser que nos llevemos una buena sorpresa… ¿Por qué pasa eso? Hemos convertido la ESPIRITUALIDAD en lo que yo he llamado YOICIDAD.
Echemos una mirada a nuestro Valor Originario o a nuestro Valor Fundante Institucional… ¿Qué nos cuestionan? ¿A qué tenemos que renunciar?
Para salvar la humanidad Jesús se despoja de su “poder divino” y se hace solidario con los empobrecidos confiando en Dios. Jesús asume la Debilidad Solidaria. Se hace uno más, con y como los empobrecidos de la humanidad “entregándose hasta el extremo”…, Flp.2,8; y dijo: “todo está cumplido”, (Jn.19,30), ¡Victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte!
La Vida Consagrada es valorada por la calidad de la entrega, no por la cantidad de gente y obras que tengamos en la Congregación u Orden Religiosa… La cantidad de personal es determinante para mantener las obras de subsistencia del Grupo Religioso y como las vocaciones a la VC están disminuyendo y las obras necesitan personal, vamos asumiendo institucionalmente el llamado de personal que las obras necesitan y el discernimiento de la Misión disminuye…
La calidad del personal nos lleva a la radicalidad del evangelio, a recuperar la Comunidad Apostólica y Profética… A ser Profesionales de los Consejos del Evangelio… Continuadores especializados de la obra de salvación iniciada por Jesús. Jesús nos enseña a ser fermento…, a evangelizar para salvar la Humanidad: Comenzando cada día, Compartiendo, Colaborando, Discerniendo la Misión para vivir en COMUNIDAD…
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