DESAFÍO A LA VIDA CONSAGRADA, HOY: DESCUBRIR AL OTRO
Hemos dicho que las preguntas siempre nos pueden ayudar a ajustar la carga en el camino… Nuestras relaciones nos hacen conscientes de que si prescindimos del Otro cavamos nuestra propia tumba: nos necesitamos mutuamente… La semilla del Ser Trascendente que hay en mí le da sentido de humanidad y trascendencia a mi vida, aquí está la raíz de la ley del Reino de Dios: “… al Otro como a ti”. Así de simple es el código del Reino de Dos y sin fuerzas armadas… La violencia no es la solución… Hablando es como se entiende la gente.
* ¿Trato al otro como se merece? ¿Porqué?
* ¿Cuál es la valoración que le doy a mi relación con el Otro?
*¿Puedo decir que en mi Comunidad Apostólica, en mi Familia, ha repollado el Reino porque somos una Comunidad?
* ¿Cómo califico mi relación con el otro?
*¿Dejo que el otro me complemente?
*¿Cuál es mi criterio para relacionarme con el otro? POR QUÉ?
*¿Me mantengo abierto/a y disponible al otro?
*¿Estoy dando al otro lo que espero de él o ella?
*¿Mi relación con el otro es selectiva?
La Palabra de Dios siempre nos ilumina, nos sugiere y nos cuestiona; veamos estas dos lecturas del evangelio de San Juan:
- 8,29 > “hago lo que agrada al Padre….”
- 10, 17-18 > “…a mí no me quitan la vida, yo la entrego”.
A veces nos escondemos de Dios y de nosotros mismos; puede ser porque no sacamos tiempo ni para Dios ni para mí. Preferimos trabajar, trabajar…, preferimos fiestar…, preferimos matar el tiempo jugando y matar gente guerreando o echando a pelear para quedarme con lo del Otro…, nos cuesta encontrarnos con Dios o conmigo mismo aislándonos y hacer una sana reflexión o conversar con alguien que nos ayude a analizar nuestros propios hechos y así ver nuestro interior; dialogar con Dios y conmigo tiene que ser en el silencio y la soledad. Para realizar este encuentro tengo que ser más valiente que para pelear…
O puede ser que me haya rutinizado (cualquierizado…); es decir, me emboté porque me acomodé…; me quedé en lo seguro. Esa radicalidad evangélica no es para mí. “Amigo, tienes mucho acumulado para muchos años; descansa, come, bebe goza de la vida…” ¿y qué? Los bienes materiales sostienen la vida; pero no la dan… Lc.12,16-21
Así como la vida tiene sus etapas…, así mismo la Opción Vital tiene sus etapas y nunca es tarde si tenemos vida. Porque…, la validez, la efectividad de mi quehacer no depende de mis fuerzas ni de mi inteligencia, ni de mis recursos materiales, sino que quien efectiviza lo que hago apoyado en mi Opción de Fe es el Ser Trascendente, que tiene saber y poder infinito… Yo hago lo que puedo con alma, vida y corazón tenga la edad que tenga. Él pone lo que falte. Gracias, Señor de la Vida, del Universo!!!.
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