De todos los líderes políticos queridos en el mundo —que no son muchos— “Pepe” Mujica fue el más admirado. Su estilo de vida único y sencillo, junto con una conducta coherente con sus palabras —reflejo humano de un corazón honesto y una política poco común— le ganaron fama internacional.

Este hombre político, sin referentes conocidos con quienes compararlo, era único e irrepetible.

Su discurso político, social, económico y ambiental tuvo siempre como centro a la humanidad. Por eso fue amado con devoción en todo el mundo, especialmente por las multitudes jóvenes que veían en él un símbolo de esperanza.

Antes de que Mujica visitara nuestro país, una de mis hijas, su fiel admiradora, se preparaba para viajar a Uruguay solo para conocerlo. Sin embargo, no tuvo que hacerlo: el presidente Mujica vino a nuestro país. Tuve el privilegio de presentárselo en un acto celebrado en la UASD. Seguimos con entusiasmo su itinerario de visitas por otras instituciones.

Debemos observar a esta figura estelar desde todas las perspectivas: el joven que luchó contra la represión y el crimen impuestos por un gobierno dictatorial, que lo llevó a tomar las armas y convertirse en guerrillero, y luego en el presidente modelo que muchas naciones anhelarían tener.

Por otro lado, está el hombre ético, moral, frugal, sobrio, sabio, moderado, democrático, filósofo, humanista y humilde, que gobernó y administró una nación, logrando reducir significativamente la pobreza.

Desde una mirada más amplia de la buena política, José “Pepe” Mujica debe ser reconocido como un hombre profundamente preocupado por el destino de la humanidad.

Hoy, con casi noventa años y una salud delicada, Mujica se nos marcha reiterando su discurso de siempre, con la misma vehemencia juvenil, como si fuera uno de nuestros hijos rebeldes. Nunca expresó una frase que no reflejara preocupación por las personas y la necesidad de justicia social en este mundo que cada vez valora menos la vida humana.

Todos recordamos el día en que fue investido presidente. Se esperaba que se mudara con su esposa a la Residencia Presidencial, pero él se negó a vivir bajo el lujo del poder. Prefirió quedarse en su humilde casa de flores, en su chacra.

Frente a esa decisión valiente y decorosa, el protocolo palaciego tuvo que hacer ajustes urgentes para garantizar lo que, desde el poder, se entendía como la seguridad de un presidente… distinto.

Al finalizar este trabajo, como homenaje a “Pepe” Mujica, recordamos algunas de sus frases antológicas, que han recorrido y conmovido al mundo:

“Una de las desgracias de la política es haber abandonado el campo de la filosofía y haberse transformado demasiado en un recetario meramente económico”.

“Pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada. Esos son pobres, porque se meten en una carrera infinita. Entonces no les va a dar el tiempo de la vida”.

Rafael Nino Féliz

Educador

Nacido en El Cachón, Barahona. Graduado de Licenciado en Educación con mención en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD. Se desempeñó como técnico de varios departamentos del Ministerio de Educación. Director de Organización de la Oficina de Desarrollo de la Comunidad (ODC). Director de la Dirección de Bienestar Estudiantil; Tesorero General y dos veces Vicerrector de Extensión. Actualmente docente en las cátedras de Teorías y Crítica de la Literatura y Letras Básicas. Ha publicado más de diez libro de poesía.

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