Durante décadas, mi labor profesional estuvo enfocada en promover la República Dominicana como destino turístico, siempre procurando actualizarme en las principales tendencias del marketing turístico internacional e intentando conocer a profundidad los principales mercados emisores de turistas. Comprendí que cada mercado tiene su propio código cultural y motivaciones de viaje: no es igual un turista estadounidense que uno canadiense, italiano, alemán, francés o español.

En paralelo, muchos colegas y empresarios del sector concentraron sus esfuerzos en el desarrollo de productos de alta calidad, construyendo la sólida oferta hotelera que hoy caracteriza al país. Sin embargo, en aquel tiempo —en la carrera por posicionarnos como el destino número uno del Caribe— había poco margen de tiempo para detenernos a pensar el turismo en toda su complejidad.

Treinta años después de haber dejado las aulas universitarias como estudiante de la carrera de hostelería y turismo, regresar a ellas, ahora como consultora, me ha enfrentado a una realidad distinta. Recorrer las principales universidades del país y dialogar con estudiantes y docentes sobre diversos temas del sector turismo ha sido revelador. Decidí no emitir juicios hasta haber visitado al menos seis de las más destacadas instituciones académicas.

La conclusión es clara: muchas de las carencias del sector turístico dominicano se gestan en la formación. No lo digo solo desde la observación personal; un reciente estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), basado en entrevistas a líderes del sector, confirma que la mayor necesidad de capital humano está en personal técnico para la operación hotelera, no necesariamente en graduados universitarios.

El problema radica en que la mayoría de los programas académicos de las universidades se concentran en la gestión hotelera a nivel gerencial, en programas especializados en gastronomía, servicios turísticos y en la organización de eventos. Esto deja de lado áreas técnicas y de especialización (innovación, sostenibilidad, tecnología, etc.) que son fundamentales para elevar la calidad y competitividad del servicio turístico.

Entonces, si los líderes empresariales ni el gobierno tienen tiempo de pensar en el turismo a largo plazo, cabe preguntarse: ¿a quién le toca pensar el turismo? ¿A los pocos que escribimos sobre el tema y trabajamos como consultores? ¿O a una academia que debería ser un espacio de reflexión, análisis y propuestas? ¿Puede un país sostener una industria turística de primer nivel sin detenerse a pensarla con visión de futuro?

El turismo necesita pensarse desde diversas ópticas: la académica, la empresarial, la comunitaria, la ambiental, la legislativa. Y en este ejercicio de pensamiento, emergen desafíos urgentes:

  • Una ley (541) orgánica de turismo obsoleta, vigente desde 1969, que necesita una profunda actualización.
  • La ausencia de planes de ordenamiento territorial que definan nuevos polos turísticos, límites y capacidades de carga.
  • La falta de una estrategia nacional de sostenibilidad turística y turismo sostenible, que debió haberse diseñado e implementado hace años.
  • La inmovilidad en la diversificación de mercados emisores, que siguen siendo los mismos desde hace una década.
  • La necesidad de fortalecer la academia nacional antes de crear nuevas instituciones, impulsando alianzas con universidades extranjeras para elevar el nivel de formación.

Además, existen temas críticos que requieren soluciones inmediatas:

  1. Gestión y aprovechamiento del sargazo. (Sé que en este tema ya se han involucrado las universidades).
  2. Manejo eficiente de desechos sólidos.
  3. Organización y fortalecimiento de la artesanía nacional.
  4. Desarrollo de la gastronomía como producto turístico que, aunque ha dado pasos firmes en su evolución, no ha logrado ser un producto de promoción y exportación.
  5. Planificación territorial y control del crecimiento de la oferta.
  6. Formación y capacitación del capital humano.
  7. Regulación de alquileres de corta duración (Airbnb).
  8. Legislación y ordenamiento de plataformas de transporte (Uber, taxis).
  9. Construcción de un centro de convenciones para Santo Domingo.
  10. Regeneración de playas.

Nuestra competitividad a largo plazo está en riesgo si no asumimos un compromiso serio con el pensamiento y la planificación estratégica del turismo. No podemos seguir limitándonos a celebrar cifras de llegadas y hablar de la recuperación pospandemia; debemos planificar, innovar y actuar.

Es tiempo de pensar el turismo. Y qué mejor que hacerlo con una visión crítica y analítica, involucrando a todos los actores y sustentado desde la academia.

Magaly Toribio

Mercadóloga y Hotelera

Magaly Toribio, Hotelera y mercadóloga por convicción, politóloga para intentar entender el mundo, amante de las palabras y la buena lectura. Ex- viceministra de turismo, reconocida en múltiples ocasiones por los principales gremios del sector turístico nacional e internacional. Experta en marketing turístico y gestión sostenible de destinos turísticos. Investigadora, académica y consultora privada de empresas, universidades y destinos turísticos. Presidente de la empresa TARGET Consultores de Mercadeo y creadora de la primera empresa del país suplidora de soluciones de movilidad para turistas con discapacidad, Scooters DR.

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