Desde muy temprana edad, en aquellos tiempos en los que disfrutar del barrio en pantalones cortos y chancletas rotas nos hacían felices; a pesar de ser un lugar donde la escasez se evidenciaba en cada cosa, vivir allí en casas de bloques, madera y zinc nos mantenían tranquilos.

Una escasez bañada de sueños e ilusiones que nunca nos dejaron ver el peligro de un afluente de aguas cristalinas que surcaban el patio donde jugábamos. Nos dimos cuenta del peligro la noche que cayeron tres horas de lluvias seguidas, desbordando ríos y cañadas, incluyendo el pequeño afluente de nuestro patio transformado en cañada.

Desde la morada ubicada en un sector amenazado por múltiples riesgos, sin calles, sin contenes y sin asfaltos, distinguíamos las débiles estructuras circundantes que nos parecían, al mismo tiempo, portentosas.  Ellas nos a guarecían de la tempestad del clima y sus variaciones repentinas.

Paradójicamente, en esas circunstancias vivíamos alegres; tal vez eran los colores tropicales deslumbrantes de las casas que nos hacían ver la vida tranquila y soñar en grande. Pero los riesgos convivían con nosotros y no fuimos capaces de identificarlos.

Portada de la publicación del estudio sobre Redes Comunitarias y Gestión de Riesgos de Desastres.

Esa noche de agosto de 1983, en plena temporada de huracanes, vivimos la experiencia de ver caer más de 150 milímetros de lluvias en varias horas.  El suelo fue desnudado y empapado por la caída del diluvio; el patio no volvió a ser el mismo.

Desde entonces, comprendimos que, si la familia se organiza en redes comunitarias, para gestionar los peligros, avanzamos hacia un desarrollo seguro y sustentable. Estar organizado es prepararse y establece la diferencia. Esto lo aprendí días después de las lluvias en la junta de vecinos conformada para enfrentar ese tipo de eventos de lluvias.

Y como dice Eleanor Ramírez, Especialista en Resiliencia y Gestión de Riesgos Agroclimáticos para Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO-, en su estudio sobre: “Las redes comunitarias para la gestión de riesgos de desastres en el Distrito Municipal de Palmar de Ocoa, periodo 2019-2024: “las comunidades son las primeras en enfrentar los impactos de diversas amenazas, y su participación en la gestión de los riesgos ante emergencias y desastres son fundamentales”.

Eleanor Ramírez, momentos en que presenta el estudio sobre las redes comunitarias de prevención, mitigación y respuesta.

El aporte que hace el estudio al que nos referimos es de gran valor, ya que como investigación “busca identificar los aportes realizados por las redes comunitarias de prevención, mitigación y respuesta en la gestión de riesgo”.

Pensar en la experiencia personal de mi niñez y leer las conclusiones del estudio, permiten  reconocer que ese hecho pudo convertirse en tragedia en la comunidad y en nuestro hogar. Que la participación comunitaria es un componente clave para la gestión del riesgo y son ellas las que organizadas dentro del tejido social están llamadas a estar en  la primera línea.

Estoy plenamente de acuerdo en que las redes comunitarias de prevención, mitigación y respuesta deben ser promovidas e institucionalizadas a nivel estatal. Impulsadas principalmente por la Defensa Civil, la Comisión Nacional de Emergencias y otras entidades de los gobiernos locales.

Bernardo Rodríguez Vidal

Psicólogo clínico

Subdirector Ejecutivo de la Defensa Civil Psicólogo Clínico, Maestría en Alta Gerencia y Especialista en Gestión de Riesgo de Desastres.

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