¡Me quedé boquiabierto cuanto terminó una entrevista televisiva sobre el caso haitiano que le hicieron a Pelegrín Castillo, que ¡es mucho más que un hijo de Vincho! ¡Cuánta cultura política, más allá de la coyuntura inmediata, más allá de las bandas delincuenciales que dominan metro a metro ese pobre país! ¡Cuánta elocuencia en la exposición racional de cada aspecto de esa triste realidad! ¡Cuánta precisión sobre el drama haitiano y su impacto en nuestro presente y futuro!… ¡Qué se callen los pregoneros del odio y el prejuicio, pues solo Pelegrin define con objetividad la solución de nuestra más grave amenaza! (Ojo, Abinader, habla con él).
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.