El proyecto de desarrollo turístico de Pedernales y los sistemáticos pasos detrás de las mundialmente codiciadas tierras raras hace rato que debieron provocar, mínimo, un escalofrío en la conciencia colectiva de la comunidad de esta provincia del extremo sudoeste del territorio nacional, en la frontera con Haití.
Pero ella no reacciona. Su letargo es profundo. Luce inerte, como muerta.
A golpe de mentiras e histrionismo político, la han formateado para el conformismo, el fanatismo y el individualismo hasta inhabilitarla para entender su propia realidad, recurso que ahora le urge. Grandes desafíos tiene por enfrentar desde ya.
Turismo y minería son la onda de hoy. Y se pregona como maravillas.
En el turismo, sin embargo, no todo es color de rosa como suelen pintarlo desde la superficialidad discursiva. En tanto fenómeno social, no simple industria, requiere reflexión, actitud crítica respecto de todas sus aristas, para aprovecharlo con el menor impacto negativo posible.
La minería, más allá de eufemismos, implica alto riesgo. Por bonita y responsable que la describan; por excitantes las promesas de salvación económica para las comunidades, deviene invasiva, depredadora, contaminante y enriquecedora de otros. Y no anda bailando con el primero.
UNA HISTORIA LARGA
Este pueblo costero caribeño tiene experiencia de explotación de bauxita en los yacimientos de la histórica sección Las Mercedes y en Aceitillar, altos de sierra Baoruco (luego parque nacional), y más abajo, caliza, con la Alcoa Exploration Company, Ideal, Dovemco y Cementos Andino.
La explotación y embarque de bauxita por el muelle (hoy transformado en terminal de cruceros) comenzaron a finales de la década del 50 del siglo XX a cargo de la minera estadounidense Alcoa.
La historia más reciente, desde 2006 hasta mayo de 2015, con Dovemco (contratista de Sierra Baoruco), gerenciada por Wascar Fernández y Ramón Portela, presidente y vicepresidente.
En un artículo publicado en Acento el 28 de agosto de 2016, Luis González afirma que vendía a dos empresas líderes en China: Xinfa y Weisquiao Aluminium and Electricity Company. Y que Xinfa es la única fundidora con tecnología para separar las “partículas de hierro” (¿?) desde el lodo rojo de la bauxita. https://acento.com.do/opinion/dovemco-empresa-dominicana-exporta-china-8343694.html.
A inicio de junio de 2015, el ministerio de Energía y Minas ratificó el cese de la explotación del mineral (materia prima del aluminio y poseedor de componentes de tierras raras) porque –enfatizó- el Gobierno desarrollará en el área “un plan integral de turismo sostenible que será anunciado oportunamente por la presidencia de la república”, conforme al ministro Antonio Isa Conde, de la gestión de gobierno del presidente Danilo Medina (PLD).
Pero en 2018, el presidente Medina emitió el Decreto 430 mediante el cual estableció la Reserva Fiscal Minera Ávila, para la explotación y posibles yacimientos de tierras raras en una extensión de 14,876.045 hectáreas que incluye zonas del parque nacional Sierra de Baoruco y áreas de amortiguamiento.
Pese a los años, las heridas aún están abiertas en aquellos sitios de tierras rojas. En Las Mercedes y Aceitillar, vecinas de Cabo Rojo, los filones de rocas desvestidas y los hoyos semejan cráteres y se erigen como monumento a la depredación nunca remediada.
Tras casi dos décadas de una litis en los tribunales, desde 1997, las cinco gestiones del PLD presididas Leonel Fernández (3) y Medina (2), habían logrado en 2018 recuperar definitivamente la parcela no agrícola pero enmascarada como tal para ser robada al Estado por funcionarios balagueristas y su claque multicolor.
De inmediato, el Gobierno anunció el inicio del proyecto turístico regido por un master plan diseñado por una empresa canadiense, pero el país ya estaba a las puertas de las elecciones (mayo 2020), que ganaría el opositor candidato presidencial Luis Abinader (PRM), quien, por continuidad de Estado, asumiría la ejecución. https://dgapp.gob.do/news/la-dgapp-y-el-fideicomiso-pro-pedernales-entregan-a-medio-ambiente-titulos-de-areas-protegidas-de-pedernales/.
En una porción de al menos 38 millones de metros cuadrados de los 362.000.000 metros cuadrados de la parcela 215-A, DC-03, en Cabo Rojo, a mediados de 2022 comenzó la ejecución del proyecto de desarrollo turístico, durante el primer cuatrienio de Abinader (2020-2024), quien garantizó cero plástico y contaminación por monóxido de carbono, mínimo ruido y protección absoluta a los recursos naturales.
La construcción del destino turístico presenta avances importantes y seguro acelerará ahora con la reciente integración del socio “estratégico minoritario”, Consorcio Cabo Rojo del prestigioso Grupo Punta Cana. No obstante, es acentuada la asimetría de iniciativas de construcción en los dos municipios de la provincia, Pedernales y Oviedo.
EL VAIVÉN
En cuestión de diez años el Gobierno ha dado un giro violento en el discurso y las acciones sobre el nivel de compatibilidad entre el desarrollo turístico y la explotación de las tierras raras en una provincia de 2,080 kilómetros cuadrados con casi el 70% destinado a dos parques nacionales (Sierra de Baoruco y Jaragua), sin contar otras áreas protegidas con menor restricción.
Ha pasado de la justificación del cierre de Dovemco para remediación ambiental en las troneras dejadas por la explotación de bauxita para desarrollar un ambicioso proyecto de turismo sostenible, al febril trajinar de hoy para extraer de las entrañas de los yacimientos de bauxita los componentes fundamentales para la industria de las nuevas tecnologías, pese a que está documentado su alto potencial de contaminación ambiental y riesgos graves para la salud humana y animal. Sostiene que pueden coexistir.
Mientras tanto, los municipios pierden poco a poco su identidad impactados por los fenómenos de la gentrificación, la airbinbizacion y la turistificación, que –como sucede en ciudades de Europa- terminarán en un indeseable rechazo comunitario al turista al verle como intruso (turismofobia).
El estado de desinversión pública (excepto en la ciudad turística), la frenética compra y venta de solares, locales comerciales y viviendas para negocios, todo orientado al turismo y al turista, fuerzan a los pobladores originales a vender sus bienes y, más empobrecidos, huir hacia las periferias de su terruño, o a lugares extraños. Todo se encarece. El lugar solo será apto para quienes tengan mucho dinero para invertir y consumir.
El Grupo Punta Cana (o Consorcio Cabo Rojo) llega en calidad de socio del Estado dominicano revestido de ente desarrollador del prestigioso destino Punta Cana, provincia La Altagracia, extremo este de la isla, Pero también llega con el sambenito de creador de un enclave.
Pedernales representa para este grupo de la familia Rainieri y socios internacionales una oportunidad de oro en la perspectiva de afianzar su marca de calidad global, pero también construir un turismo no masivo con participación real de la comunidad y niveles de responsabilidad social visibilizado en obras en los municipios que lo eternicen.
La comunidad, entretanto, urge articulación para exigir explicación sobre decisiones implantadas al margen de sus intereses, y soluciones sociales cónsonas con los parámetros del turismo sostenible prometido.
En nada ayudan la anomia, la pasividad, el individualismo y el protagonismo soso, oportunista y más dado al autobombo y al allante mediático que a cumplir su rol en la coyuntura, que es gestionar las sinergias o conjunción de esfuerzos para lograr el desarrollo integral apalancado en parte por el turismo sostenible, lo prometido.
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