Para serlo, según se dice, solo se necesita apoyar el pago de la deuda externa sin preguntar quién se alzó con la botija; aceptar que la democracia es un festival de colores con grandes votantes (que no van a los mítines, pero que escogen, negocian y, al final, celebran todo en una lujosa cena); convenir en que la corrupción es algo muy relativo en lo moral (siempre y cuando genere capitales que propicien el desarrollo económico y social); aceptar que miles se mueran de hambre, porque lo más importante es "tener libertad"… (Creo que es más fácil bailar la bamba para subir al cielo, pues solo se necesita una escalera grande y otra chiquita).

EN ESTA NOTA

Ramón Colombo

Periodista

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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