Hace pocos días el presidente Donald Trump divulgó que estudiaba la posibilidad de suplir misiles Tomahawk a Ucrania. Estos tienen un alcance que permitiría lanzarlos, ahora por tierra, dados los avances tecnológicos, desde Ucrania y llegar más allá de Moscú. Cuestan unos US$2.5 millones cada uno y Washington tiene disponible una buena cantidad de ellos. Rusia ya anunció que, de llegar estos a Ucrania, se estaría pasando de la línea roja y provocaría una réplica rusa contundente.

Para Estados Unidos, además de las implicaciones geopolíticas, el suplir estos misiles representaría un gran negocio, ya que, con el éxito logrado por Trump con las economías de los países miembros de la OTAN aumentando sus gastos militares a por lo menos un 2.5% de su PIB (excepto España, donde el presidente norteamericano ya ha amenazado con tomar represalias), eso implicaría una venta de los Estados Unidos, lo que aumentaría sus exportaciones a los países de la OTAN, los cuales los pasarían a Ucrania.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con la República Dominicana y el Caribe en general? ¿Qué tal? Como hizo la antigua Unión Soviética en 1962 colocando misiles en Cuba, podría compensar la amenaza de misiles que puedan llegar a Moscú desde Ucrania con misiles que puedan llegar a Estados Unidos, ya sea desde Venezuela o Cuba.

La presencia militar estadounidense en el Caribe recuerda las tensiones históricas de la Guerra Fría El despliegue de misiles en Ucrania podría provocar una réplica estratégica desde Venezuela o Cuba

Alegando que está combatiendo el tráfico marítimo de drogas en el Caribe, el gobierno de Trump ha enviado más de diez mil soldados al Caribe, sobre todo a Puerto Rico, donde acaba de reabrirse la antigua base militar de Roosevelt Road frente a la isla de Vieques, junto con por lo menos nueve barcos de guerra. Su uso para hundir pequeños botes con drogas es como matar mosquitos con bazookas. Además, el grueso de las drogas se envía por barcos desde el Pacífico, procedentes de Ecuador, Perú y Colombia, hasta llegar a México y Estados Unidos, por lo que el flujo desde el Caribe es muy inferior. La droga química fentanilo se produce en México con insumos chinos y no es transferida a Estados Unidos a través del Caribe.

Más bien podría pensarse que el objetivo de tantas armas y soldados norteamericanos en el Caribe, que nos hace recordar las invasiones contra República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989), tiene como real motivo estar listos para enfrentar un posible traslado de misiles rusos al Caribe, aunque Trump también ha anunciado que se podrían atacar las drogas dentro del propio terreno de Venezuela y no solo en el mar, y, además, la prensa norteamericana cita que la CIA ha sido autorizada para desestabilizar el régimen de Maduro.

Hace 63 años la Guerra Fría se trasladó al Caribe con la instalación de misiles soviéticos en Cuba. En esta nueva guerra, no ya fría, dados los conflictos de Rusia con Ucrania, esperemos que no vuelva a ocurrir lo mismo.

Post data. Pocas horas después de escribir y mandar este artículo, Trump habló con Putin y este último lo convenció de no mandar los misiles Tomahawk.

Bernardo Vega

Historiador, economista

Economista, historiador, autor de decenas de libros. Impenitente columnista, fue gobernador del Banco Central y embajador ante la Casa Blanca. Ex director del periódico "El Caribe" y de la revista "La Lupa Sin Trabas". Actualmente es presidente de la Academia Dominicana de la Historia.

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