Esta semana ha estado marcada por un incidente. Muchos le han llamado una bofetada, otros un manotazo o una galleta y yo en buen dominicano diría, una tabaná o un tapeboca.
La vida de la pareja formada por Emmanuel-Brigitte o los Macron ha estado de boca en boca. Su romance, sus intimidades y ahora su forma de corrección.
Como dispongo de tanto tiempo libre me he estado enterando de todo lo que se comenta, ya sea en canales de las distintas plataformas, en programas de televisión o en periódicos.
La historia de amor de esa pareja no deja de sorprender, no solo a mí, sino a todos cuantos saben de ellos.
Mi primera reflexión es que si mi nieto que está por cumplir quince años me viene con el cuento de que está enamorado de su profesora que le lleva venticinco años, es decir, él quince y ella cuarenta, creo que lo voy a encerrar de por vida y a su profesora trato de llevarla a Najayo mujeres.
Siendo ella la profesora del actual presidente de Francia, se enamoró perdidamente de su alumno de quince años. Tenía un matrimonio estable con un próspero banquero y tres hijos. Uno, dos años mayor que su alumno, otra de la misma edad y compañera de curso, la otra, menor.
¡Qué barbaridad!
“A sigún” dicen, él era un joven muy avanzado, es más, brillante. Los padres lo tuvieron que sacar del colegio jesuíta en donde estudiaba y llevarlo a París para sacarle eso de la cabeza, pero el despertar turbulento de la adolescencia y la rara mente de la profesora hicieron que siguieran comunicándose a escondidas. Esperaron su tiempo y se casaron.
¡Oh Dios mío! ¿Pero es eso normal? Yo me conocía esa historia, pero escuchar los análisis y comentarios han hecho que preste más atención. Periodistas, analistas y directores de medios han tenido que comentar y ventilar la bochornosa escena al llegar el avión presidencial a Vietnam, y que al no darse cuenta de que la puerta estaba abierta, fuimos todos testigos del castigo de la profesora a su alumno.
Parece que aun siendo marido y mujer no han podido superar el rol profesora-alumno. Algo le diría ella en ese instante que él no acató y le dijo: “cállese, que usted no sabe de eso, recuerda que soy tu profesora, te pego más fuerte y te pongo en el rincón de castigo”.
Es una relación tóxica, porque él es un hombre joven, buen mozo y pegado de una persona tan mayor…
Actualmente él tiene treinta y nueve años y ella setenta y cuatro. Él con una cara de viejo asustado y ella con una peluca que le cubre toda la cara para disimular las arrugas. No entiendo. ¿Qué buscan?
Dirían mis hijos: “¿Y a ti que te importa?” Es que todas estas murmuraciones son las que le dan sabor a la vida y hacen que sea menos aburrida.
No me quería quedar atrás sin dar mi opinión, porque hay que recordar que los dominicanos sabemos de todo, opinamos donde no nos llaman y nos gusta estar en el medio.
Perdonen, pero soy dominicana.
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