En mi primer artículo sobre “Nutrición y Salud Mental” indicábamos, que las personas a partir de los 60 años, debemos consumir los diferentes tipos de vitamina B, calcio, ácidos grasos (omegas-3), hierro y vitamina C y, al mismo tiempo, reducir el consumo de sal, azúcar, café, té, alcohol, tabaco, grasas saturadas y sustancias prohibidas, hacer ejercicios regulares y, dormir entre siete y nueve horas al día.
Como se sabe, el cerebro necesita vitaminas y minerales para mantenerse sano, facilitar el aprendizaje y mantener la memoria activa. En tal sentido, el aprendizaje y la memoria, son dos funciones vitales para una persona desarrollarse y adaptarse a su entorno.
Como tal, el cerebro es el órgano central del organismo humano responsable de coordinar y regular todas las funciones vitales, por lo que la persona envejeciente, debe consumir alimentos que contengan suficientes vitaminas y minerales, para mantener el cerebro sano.
En tal sentido, los estudios realizados por cardiólogos, nutricionistas y neuropsicólogos de las Universidades de Harvard y Cambridge, refieren que cuando una persona mantiene su cerebro sano, desarrolla y mantiene todas sus capacidades cognitivas, lo que le permite prevenir la mayoría de las enfermedades autoinmunes.
Asimismo, los estudios referidos en el párrafo anterior indican, que el cerebro necesita nutrientes esenciales, vitamina B12 y zinc para apoyar el metabolismo energético, la formación de tejidos y la salid del sistema nervioso, lo que favorece el aprendizaje y el fortalecimiento de la memoria.
Según nos consta, la vitamina B12 (cobalamina), es esencial para la salud, especialmente para la formación de los glóbulos rojos, regular la función nerviosa del organismo humano; mientras que, su carencia provoca daños neurológicos severos, incluyendo anemia, la pérdida de reflejos, debilidad, fatiga, confusión y demencia.
Por lo que se conoce, la vitamina B12 juega un papel crucial en la función neurológica y cognitiva de los seres humanos, ya que esta es un nutriente esencial en la formación de mielina. Por su parte, la mielina es una capa protectora que recubre las fibras nerviosas que facilita la rápida transmisión de los impulsos eléctricos entre las neuronas, lo que les permite a las personas mantener una memoria ágil y eficiente.
También, la vitamina B12 interviene en la síntesis de las neurotransmisiones a través de la dopamina y la serotonina. La dopamina y la serotonina, influyen en la capacidad de concentración, el estado de ánimo y la retención de la información que recibe una persona.
No obstante, la deficiencia de vitamina B12 provoca confusión y, cuando su deficiencia es alta, provoca trastornos neurológicos graves. Por su lado, los trastornos neurológicos son afecciones que impactan el sistema nervioso central, el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos, lo que produce alteraciones cognitivas y emocionales graves.
Como se sabe, el cerebro controla todas las funciones cognitivas, emocionales y sensoriales del organismo humano; mientras que, la médula espinal, transmite mensajes entre el cerebro y el resto del organismo de forma sincrónica, lo que permite a la persona pensar, analizar y decidir qué le conviene según cada contexto en particular.
Por otra parte, el zinc es un mineral esencial para mantener las conexiones entre las neuronas, conexiones conocidas como sinapsis. La sinapsis es un proceso neuroquímico vital para el registro de las informaciones, el aprendizaje y mantener la memoria a largo plazo.
Además, el zinc actúa regulando la actividad de los receptores NMDA (N-metil-D-aspartato), los cuales son esenciales para la plasticidad sináptica, lo que le permite al cerebro adaptarse y formar nuevas conexiones. Los receptores NMDA son de glutamato (canales iónicos) que permiten el paso del calcio y el sodio debido a su excitotoxicidad.
También se sabe, que el zinc tiene propiedades antioxidantes que protegen al cerebro del daño oxidativo. En tal sentido, el daño oxidativo es uno de los principales factores asociados al deterioro cognitivo y a las enfermedades neurodegenerativas conocidas por la neuropsicología.
Según se conoce, niveles adecuados de zinc, facilita el correcto funcionamiento del hipocampo. Por su parte, el hipocampo es la región del cerebro responsable de procesar las informaciones nuevas y almacenarla como memoria.
En tal sentido, el zinc se encuentra, entre otros, en los mariscos, la carne roja, las semillas secas, las legumbres, los cereales integrales, los cuales fungen como oligoelementos esenciales que permiten el desarrollo del sentido del gusto.
Por su parte, los oligoelementos son minerales que el organismo humano necesita en cantidades muy pequeñas, pero cruciales para la salud y el funcionamiento óptimo de este. Asimismo, los oligoelementos son vitales para el metabolismo, la producción de energía y el fortalecimiento del sistema inmunológico.
Como hemos podido observar en este segundo artículo sobre “Nutrición y Salud Mental”, la vitamina B12, el zinc y los minerales, son esenciales para el cerebro; mientras que su deficiencia, produce serios problemas para el aprendizaje, la memoria y la salud mental.
Finalmente, el consumo suficiente de vitamina B12, zinc y minerales, nos permite desarrollar nuestras capacidades físicas, mentales y cognitivas, así como fijar los aprendizajes y, al mismo tiempo, almacenar en la memoria, todas las informaciones relevantes que necesita el organismo humano, para hacer frente a nuestro quehacer diario.
“Una alimentación responsable y consciente, favorece una buena salud mental” (ANONIMO).
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