Nuestro Félix María Betances de la Nuez, a quien en lo adelante llamaré solo Félix Betances, pues pienso que hace mucho debió llamarse solo Félix Betances en las portadas de sus libros de poesía, es de aquellos seres, ¿humanos?, que la vida arroja para bien de esta; la vida. Puede decirse que sí, que hay seres de un inmenso afecto para resaltar la amistad.

Nos conocimos hace más de tres décadas en los predios de la Facultad de Humanidades, de seguro en el taller literario César Vallejo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Yo era estudiante de derecho, pero permanecía gran parte de mi tiempo ocioso entre una materia equis y otra, en los jardines de la Facultad de Humanidades, y no en los que supuestamente debía estar, es decir, en los de Ciencias Jurídicas y Políticas. Cosa de la que no me arrepiento para nada. Gran parte de mis grandes amigos y hermanos en arte y vida pertenecen a esta Facultad (Humanidades) que siempre he frecuentado. Aquel tiempo, ahora, es el culpable de que esta tarde especial (pasado 22 de septiembre) esté ante un público maravilloso de profesores y estudiantes presentando este libro de poesía de un autor amigo y hermano de la vida; de un poemario sin la indiferencia de la que está acompañada la puesta en circulación de un libro de esta especie.

El libro que nos ocupa esta tarde está titulado: Detrás de la nostalgia, al que le anteceden cinco libros de una poesía que se distingue por su profunda agudeza y brevedad.

La poesía de Félix Betances está íntimamente tejida a su personalidad tibia e hirviendo por dentro

La poesía de este autor carece de sobresaltos. Bajo la aureola de la nostalgia, los sueños, la personalidad sin bulla de Félix Betances se manifiesta discreta, pero con la persistencia y robustez de la tierra. Si partimos del rostro de este, nuestro amigo (de todos), se llega a la conclusión de que ha de querérsele, como a su poesía, por méritos propios.

Un dato que hay que resaltar con respecto a los libros publicados por el autor, cuyos títulos reflejan una fuerte unidad, un solo aire de ensueños que encierran las palabras que buscan hacerse poesía y lo consiguen. He aquí sus libros publicados: Volar a través del día (1998), Ceguera del instante (2004), Espejismo del sueño (2008), Alucinación de la mirada (2012), Metáfora del deseo (2016) y Detrás de la nostalgia (2025). La unidad de los títulos y el contenido obedece a un mandato de la personalidad del autor y su mundo interior, y el contenido siempre se fortalece y enriquece a través de una brevedad que se enseñorea y se hace dueña del sentido, del ritmo y la música del poema.

Nuestro Félix Betances es pura y sustanciosa brevedad. El desangre de la poesía de Betances se da por dentro, no en un lenguaje a todo correr. El manejo de sus experiencias íntimas es para hacerla poesía, como el que carga cristalería, un resbalón y se quiebran todas para reconstruirse dentro del lector esas experiencias íntimas que tiene el lenguaje y sus acrobacias y que hace poeta tanto al lector como al autor.

Félix Betances ha ido construyendo una obra de un solo bloque, para que no se llame a engaño, en la ya no tanto joven poesía dominicana. Y como ocurre con toda poesía que merezca tal nombre, los lectores acuciosos están ojo avizor para descubrir cómo el autor construye cada poema y después se alzan en un libro único, denso, alegre a la manera de la personalidad del poeta, donde prima lo sosegado porque cada verso lo es, aunque encierren el drama de la vida contemplativa del autor y su tiempo. El sobresalto que poseen los poemarios de este autor entrañable por más de una razón es el de la búsqueda de la belleza cubierta de tragedia en la palabra poética. De ahí que estemos ante un poeta cuyas asombros, la brevedad y el candor con que teje cada poema son una invitación permanente a estar alertas ante la vida, la otra vida que da leer poesía, pues posee la virtud de que su poesía está íntimamente tejida, como su sangre, a su personalidad tibia e hirviendo por dentro. Félix Betances cocina la palabra, la experiencia, la contemplación que dan al traste con el poema. Cada poemario suyo posee de esa aura sensible, evocativa, que le garantiza al lector siempre volver por más, aunque no se sepa por qué se vuelve, y yo me atrevo a decir que es por esa sensibilidad no empalagosa y existencial que consigue en cada poema de su media docena de libros; desde el primero hasta este último, escribir como lo hace y que los disfrutemos. Por tanto, esta tarde y en estos alrededores universitarios, junto a otros poetas amigos, hace décadas compartíamos este espacio; debajo de las matas de mango, dialogábamos sobre el vivir, que es la madre de toda poesía, como prolongación del afecto y la hermandad que nos ha unido siempre y que podemos decir, les seguimos sobreviviendo para bien de nuestras vidas y las letras dominicanas, oriundas de esta experiencia vital que se hizo llamar, así como a nosotros hace décadas, ahora a los presentes, Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Amable Mejia

Abogado y escritor

Amable Mejía, 1959. Abogado y escritor. Oriundo de Mons. Nouel, Bonao. Autor de novelas, cuentos y poesía.

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