El manejo de contraseña es un pilar fundamental en la seguridad de la información dentro de las empresas. Un problema recurrente en muchas organizaciones es el uso de contraseñas caducadas (la falta de actualización de contraseña). Las contraseñas que no se actualizan con frecuencia se vuelven más vulnerables a ataques. Además, el uso prolongado de las mismas credenciales incrementa el riesgo de que estas sean expuestas en filtraciones o mediante ataques de fuerza bruta, donde los atacantes prueban múltiples combinaciones para adivinar las contraseñas. En el cual este es el riesgo de que el atacante utilice credenciales expuestas para estos ataques.

Para mitigar estos riesgos, las empresas deben implementar políticas estrictas de cambio frecuente de contraseñas. Una buena práctica es exigir que los usuarios actualicen sus contraseñas cada 60 o 90 días y establecer restricciones sobre el reciclaje de contraseñas antiguas. Este proceso brinda una capa adicional de seguridad a si una contraseña queda comprometida. Además, las organizaciones pueden utilizar autenticación multifactor (MFA) para añadir una capa adicional de seguridad, donde un solo cambio de contraseña no es suficiente para acceder a la información.

Otro aspecto crítico es la complejidad de las contraseñas. Las políticas deben requerir contraseñas largas, con una combinación de letras, números y caracteres especiales para aumentar su robustez. Sin embargo, la implementación de contraseñas seguras debe ir acompañada de una estrategia de concienciación. Las empresas deben educar a sus empleados sobre la importancia de evitar el uso de contraseñas sencillas o repetitivas en diferentes cuentas, y fomentar el uso de gestores de contraseñas para almacenar de forma segura credenciales complejas.

Finalmente, la supervisión y auditoría del estado de las contraseñas dentro de la red corporativa es esencial. Las empresas deben contar con sistemas que detecten el uso de contraseñas caducadas, débiles o comprometidas, notificando a los usuarios y administradores para que tomen medidas correctivas. Al reforzar estas prácticas, las empresas dominicanas pueden mejorar considerablemente su defensa contra amenazas cibernéticas, asegurando que el acceso a sus sistemas e información se mantenga bajo control y seguro.