Murió pariendo. Causa de la muerte: odio y discurso de deshumanización de los migrantes y de las personas negras en general.

Se llama, se llamaba Lourdia Jean Pierre. Tenía miedo de ser arrestada en el hospital, como le ha pasado a otras mujeres haitianas, así que decidió parir en la casa y ya no está. El Estado provida ha dejado un bebé huérfano.

Las fotos y los videos de mujeres recién paridas, algunas incluso con cesárea, enjauladas, depositadas en ese lugar sucio llamado Centro de Interdicción Migratoria Haina, para luego ser deportadas, reflejan el infame momento que vive el país. Muchos funcionarios han perdido todo sentido de humanidad, y parte importante del sentido común.

Una mujer con su bebé recién nacido en brazos, detenida por Migración, inmortalizada en una foto, es la imagen de algo parecido al fascismo. Esa idea que en nombre del nacionalismo mal entendido mata y crea a un enemigo al que todos deben odiar. Y ya sabemos hasta dónde nos pueden llevar ese discurso y estas acciones. El momento de parar es ahora.

Todavía podemos dar un paso atrás. No somos un país racista, aún no, me niego a creerlo. Pero, hay grupos racistas y aspirantes a fascistas que, por ventajas politiqueras, nos arrastran a ese precipicio del que solo se regresa sucio de sangre y de indignidad. Ahora hay que hablar, protestar, oponerse y no colaborar con el odio.

Odio que ha encontrado cabida no solo en el Gobierno, también en grupos importantes de partidos de oposición, medios de gran audiencia y parte de la ciudadanía (una minoría, espero) que aplaude que a una madre recién parida la encierren en una camiona. Así actúa una ciudadanía enajenada por un nacionalismo que prefiere culpar a otros trabajadores, los migrantes, de sus desgracias, para no señalar a las élites y a los políticos.

Pero, todavía confío en mi país. Creo que mucha gente comprende que un potencial riesgo a la seguridad nacional y el tráfico de migrantes en situación irregular se enfrentan en la frontera, con inteligencia, honradez y responsabilidad; y no en las puertas de un hospital. Una madre recién parida no es una amenaza. Un bebé no nos pone en riesgo.

Me aferro a la idea de que quienes aplauden la crueldad son menos. Creo que son muchos los que dicen "No en mi nombre ni en el nombre de la Biblia que está en mi bandera”.

El cristianismo (católico o protestante) de buena parte de la población dominicana es genuino, basado en el amor al prójimo. La Biblia, presente en nuestra bandera, nos llama a tratar bien al extranjero.

Los cristianos dominicanos recordarán que en Exodo, 22, la Biblia dice: “No maltratarás, ni oprimirás a los extranjeros, ya que también ustedes fueron extranjeros en tierra de Egipto”. 

Y nuestra cultura, con todos sus fallos, valora la maternidad y cuida a las embarazadas y las recién paridas.  Quienes no son cristianos se aferrarán a la solidaridad que aprendieron en la cocina, en la sala, en el patio de la casa de la mamá, de una tía, de una vecina, de la abuela, esa solidaridad que nos da esa inclinación a cuidar del otro, de la otra.

La solidaridad, tan propia de nuestra cultura, se impone incluso más allá de distorsionadas ideas políticas, de prejuicios y de historias mal aprendidas.

Me aferro a la esperanza de que la mejor parte de nuestra cultura y el mejor lado de nuestra religiosidad nos salvarán de este precipicio, nos harán despertar antes de que sea demasiado tarde, porque un poco tarde ya es. Lourdia Jean Pierre está muerta.

*Canoa Púrpura, es la columna del proyecto periodístico de Colectiva Púrpura y de su podcast Libertarias, que se transmite por La República Radio.

Riamny Méndez Féliz

Periodista

Periodista e investigadora. Coordina Libertarias, el segmento sobre mujeres, feminismos, derechos y nuevas masculinidades de La República Radio.

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