Kamala Harris y Donald Trump tienen distintas propuestas de gobierno, pero no difieren en su historial proteccionista e interés en continuar reforzándolo. Nada bueno tienen pues que esperar de ellos los socios comerciales de Estados Unidos, que es prácticamente todo el mundo.

Antes de ser vicepresidenta de Joe Biden, Harris votó contra el acuerdo comercial de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México (North American Free Trade Agreement) y acaba de anunciar que, en la próxima revisión de ese acuerdo que tendrá lugar en 2026, gestionará devolver empleos de la industria automovilística a su país, lógicamente, en perjuicio de sus socios Canadá y México.

Durante la gestión de su patrón, Joe Biden, no solo se han continuado las medidas proteccionistas dejadas por Trump, sino que se han agregado otras, duplicación de los derechos de aduana a los carros eléctricos chinos e interdicción de instalar equipos electrónicos fabricados en China en los carros eléctricos fabricados en Estados Unidos, forzando a Canadá, cuya industria automovilista depende tanto de la americana como de su mercado, a hacer lo mismo.

Esta vez Trump redobla sus planes proteccionistas, amenazando con imponer tarifas arancelarias que podrían llegar hasta el 200 por ciento sobre los productos importados que pasen por México, para luego ser vendido en Estados Unidos.

Estas medidas proteccionistas no serán solo contra China y sus socios comerciales en Norteamérica, sino contra todo el mundo.

Para Alemania, la primera economía de Europa, las medidas anunciadas por Trump harán caer las exportaciones de ese país hacia Estados Unidos en un 15 por ciento.

La imposición de tarifas de 10 por ciento anunciadas por Trump sobre todas las importaciones americanas perjudicará a grandes economías abiertas como la canadiense y meterá en el hoyo a pequeñas economías como la dominicana.

Los medios financieros canadienses calculan que solo esta medida se traducirá en una reducción de 2.5 por ciento las exportaciones canadienses hacia Estados Unidos, una perdida enorme, ya que trata de un volumen de exportación de 438 millares de dólares (cifra de 2022).

Correspondería a las instituciones financieras locales, empresariado y gobierno comenzar a ponderar como repercutirá ese aumento de tarifas arancelarias sobre las exportaciones dominicanas hacia Estados Unidos y empezar a poner los ojos en otros posibles mercados, para que no los agarren asando batatas.

Sufrirá todo el mundo, más inflación e incremento de intereses y freno de las inversiones.

La incertid económica que nos espera con las medias proteccionistas anunciadas por Harris y Trump se agravará con sus planes de continuar aumentando la deuda estadounidense, que ya alcanza límites inimaginables, más de 34 000 millares de dólares, el 122.15 por ciento del PIB.

Los ingresos derivados de la elevación de impuestos anunciada por Harris no alcanzan para cubrir sus promesas de gobierno, ayuda para la compra de casa, a la pequeña empresa, etc.

Tampoco los ingresos derivados de los aumentos de tarifas aduanales anunciados por Trump compensan su reducción de impuestos a los ricos.

De manera que con uno u otro la deuda continuará creciendo en los próximos años.

Hasta ahora, salva al imperio el poder de dólar, pero su exagerado endeudamiento es una bomba de tiempo que un día le estallará en las narices. Y entonces no será un simple estornudo del gigante que provocará gripe a los pequeños, sino una explosión que le causará heridas mortales y paros cardiorrespiratorios a los enanos a su alrededor.

En cuando al tema de la inmigración, aunque hasta ahora las medidas anunciadas por Harris son menos draconianas que las de Trump, que amenaza con terminar de construir su muro para sellar la frontera sur y expulsar a 11 millones de inmigrantes indocumentados, su anuncio el viernes pasado durante su visita a Arizona de que continuará reforzando los controles existentes, no deja de ser preocupante. Sabe que el tema de la inmigración preocupa a los estadounidenses y les promete que con ella estarán tan satisfechos como con Trump en ese terreno.

El endurecimiento de los controles anunciados por uno y otro, le hará la vida dura a los compatriotas que viven allí en condición irregular (unos 164 000, según cifras del Migration Policy Institute) y también a los cerca de 50 000 dominicanos que anualmente tratan de entrar por la llamada “vuelta de México”.

Los primeros, tendrán que moverse como ratas en las alcantarillas de las ciudades americanas para no ser deportados, y los segundos, permanecer varados en la frontera con México. Los más afortunados regresarán a casa con los sueños rotos, otros perecerán en el intento.

Hay que prepararse para lo peor.