Señor habitante del mundo cartesiano, proceda desde donde sea: Si se dispone a vivir en República Dominicana y aplatanarse aquí, primero apréndase bien esa frase breve, directa y transparente: “Na e´ na”…Otra vez: “Na e´ na”… Va de nuevo: “Na e´ na”. Piense en su urdimbre antropológica. Reflexione sobre su profundo contenido histórico. Llévese de mi consejo, pues es la clave idiosincrática que permite entender por qué hemos sobrevivido a tantas vainas y nadie se preocupa demasiado por las que faltan. Si no lo hace, jamás podrá morir de viejo en estos cocoteros. Apréndasela bien para que sobreviva y no pare en loco: “Na e´ na”.
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.