Merengue típico

Las definiciones y las clasificaciones en cualquier área del conocimiento obedecen a una visión conceptual definida.  La inocencia no es accidental ni causal, porque la virginidad no existe en el espectro ideológico.  Implícito y explicito, siempre hay un contenido científico, filosófico o sociocultural.

Los países europeos, en su dimensión colonizadora, “civilizatorio”, los que se auto claman dueños de la verdad, sublimizan a la “música clásica” como su propiedad y superioridad y a los países subdesarrollados, en gran parte excolonias, cuando ellos se repartieron el mundo, responsables de la “música popular”, una división ideológica que lleva implícito un prejuiciado de superioridad,  cuando en realidad ambas son expresiones espirituales, humanas, sin valorizaciones particulares, porque ambas sencillamente  son “música”, aunque diferentes y ninguna es superior a otra.

En nuestro medio, diversos estudiosos de la música utilizaron las terminologías y clasificaciones de música tradicional, música folklórica y música popular para definir la diversidad de las expresiones musicales según su naturaleza y su contenido.  Se define a la música de aceptación colectiva, con nivel de permanencia e identidad como música tradicional, la música folclórica a la producida por los grupos originales de carácter local y música popular a la inducida por la comercialización a través de los medios de comunicación social.

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Grupo folclórico

Resultado de la formación social-étnica-cultural dominicana, la característica de identidad de las expresiones musicales es la diversidad, definidas en momentos dados por el desarrollo de la existencia de enclaves geográficos-económicos étnico-culturales, resultado de un sincretismo creador de células musicales diversas, que algunos investigadores la han identificado como “música raíz”.

En realidad, la “música-raíz” está integrada en la música folclórica, como protagonistas de la formación social dominicana. Las propuestas culturales nunca pueden analizare y considerarse acabadas, terminadas, todas se insertan en un proceso de ser, porque se van transformado, aunque muchas de las cuales no corresponden a nuestra identidad, son externas, a las que llaman “extranjeras”, con ritmos ajenos a nuestro país, pero entran a  proceso de búsqueda de la dominicanidad.

En la “música raíz”, se identifican los ritmos propios originales como los Congos, los Guloyas, la Sarandunga, los Atabales, el Merengue, el Bambulá, el Gerapega, la Mangulina, el Carabiné, el Pambiche, etc., los cuales son el resultado de creatividad en la formación social dominicana y de los grupos étnicos-culturales, responsables de la dominicanidad.  Son raíces de ancestros, adaptados, fusionados, redefinidos en función de la identidad nacional.

Grupo original de Bambulá

La sociedad no es estática, es dialéctica, está en un proceso permanente de transformación, igual pasa con la música, todos los ritmos se transforman en un proceso de definición y de identidad. El Merengue, hoy identidad nacional, a nivel instrumental, coral y de contenido se ha transformado.  Por ejemplo, en sus inicios se interpretaba con guitarras y estas fueron desplazadas con la llegada del acordeón, instrumento de factura europea, que terminó criollizándose.

En la definición y contenido de la música raíz está abierto un debate sobre la inclusión o no de la música indígena nuestra, sobre todo la de los Taínos.  Etnomusicalmente y antropológicamente hay obstáculos muy grandes, ya que fue una música vigente en una sociedad ágrafa que desapareció en los primeros años de una colonización “civilizatoria”.  La relación con los esclavizadores era discriminatoria, con pocas posibilidades de transmisión musical y su estadía con los esclavizados africanos fue muy efímera y muy distantes, lo cual es un desafió el definir como se produjo su permanencia y su transmisión, cuando no había medios tecnológicos de grabación.

Creo que ha prevalecido la pasión, la imaginación y hasta la buena fe, no solo con la música indígena sino incluso con la música popular.  En un debate sin mucha trascendencia que existe todavía sobre el origen del Son.  La hipótesis de nacionalidad, de que fue en dominicana y no en Cuba que esto ocurrió pierde trascendencia la discusión cuando se define hoy día que cosa es el Son.  El modelo musical prevaleciente tiene factura rítmica e instrumental cubano, incluso en lo que se toca y se baila en dominicana.  Lo que quiere decir, que el modelo dominicano hoy no existe.

Aun así, el exministro de cultura, José Antonio Rodríguez, presentó al Son dominicano a la UNESCO para que fuera considerado e incluido en el listado oficial como patrimonio de la humanidad, el cual fue rechazado, con la negativa cubana, cosa que no se repitió con el Cazabe, gracias a Geo Ripley, el cual fue aupado por varios países.

La música folklórica es la creada por el pueblo, también con un nivel de permanencia, inicialmente anónima, aunque muchas de sus expresiones son colocadas paradójicamente en el listado de la música tradicional, como es el caso de la Sarandunga, la Salve, los Palos, la Mangulina, el Carabine y el Merengue típico.

En cuanto a la música popular, son aceptables las variables de popularidad y transitoriedad, fomentada comercialmente, donde la “moda”, crea “ídolos”, donde el “momento” es determinante para su aparición o su desaparición, acorde con su “popularidad” e interés comercial.

En una dimensión étnica-cultural investigadores la definen la Música Raíz en función de los ancestros, los grupos originales, sin contemplar las variables indigenistas, si las afro, como el Bambulá, la Sarandunga, los Congos, los Atabales, la Salve, etc.,  con la ausencia, de expresiones musicales de los italianos, chinos y árabes dominicanizados.

La música raíz es la música folclórica, expresión de los grupos originales, responsables de la identidad y dominicanidad, los cuales son patrimonio del país, el Caribe, América latina y el mundo, como han demostrado los Guloyas, los Congos, el Merengue y la Bachata.