En República Dominicana la temporada ciclónica inicia oficialmente el 1 de junio y se extiende hasta el 30 de noviembre de cada año. Ese semestre nos obliga a estar siempre pendientes ante la formación de los disturbios tropicales tanto en Océano Atlántico como en el mar Caribe y en menor grado el golfo de México.
Para la temporada ciclónica 2025 (dependiendo de los centros de predicción) se estima la formación entre 13 a 19 tormentas que recibirán nombre, de las cuales pueden convertirse en huracanes de 6 a 10 y probablemente se desarrollen entre 3 a 5 como grandes huracanes. Consideramos que no importa la cantidad de tormentas que se formen durante la temporada; basta que solamente un huracán nos impacte para descontrolar la vida de los dominicanos.
La pasada temporada del 2024 estuvo por encima del promedio, ya que, se formaron 18 tormentas con nombre que se transformaron en 11 huracanes, de los cuales 5 fueron grandes huracanes. La mayor parte de los ciclones no nos ha impactado, sin embargo, en 2017, Irma y María pasaron al norte de la isla y ocasionaron daños a la agropecuaria nacional.
El primer ciclón registrado en nuestro territorio en la bibliografía nacional ocurrió a inicios de junio de 1495, ocasionando estragos en la incipiente colonia de la Isabela, sin embargo, los pueblos aborígenes conocían de la ocurrencia de un conjunto de fuerzas que se lo achacaban a “GUABANCEX” y sus ayudantes “Coatrisquie” y “Guataubá”.
Según Veloz Maggiolo “El termino huracán aparece en las crónicas a partir del conocimiento del área maya luego de la conquista de México, y es común en los documentos de este periodo como parte de la lengua maya-quiche, donde abunda y desde donde pasa a cronistas que lo aceptan y castellanizan huraken como huracán y en ocasiones como juracán.
En base a las investigaciones de Ángel Féliz Deñó, Antonio Cocco Quezada y los archivos del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos, desde 1851 hasta el 2024 han impactado directa o indirectamente al territorio de La Española un total de 145 ciclones (con su centro o en las proximidades de la isla), de los cuales 126 han ocurrido en el trimestre: agosto-septiembre-octubre, coincidiendo con el llamado periodo climático tropical de lluvias.
Los ciclones tropicales normalmente van precedidos por las Ondas Tropicales, que se van desarrollando hasta convertirse en huracanes, los mismos se clasifican en función de la velocidad de sus vientos, y pueden pasar desde Onda Tropical asociada a un área de Baja Presión a un disturbio o una depresión tropical que se puede convertir en una tormenta tropical hasta formarse un huracán hasta evolucionar en un gran huracán (vientos superiores a 177 kilómetros por hora).
En nuestro país se han clasificado las zonas de riesgo, en bajo, mediano y alto riesgo de ser afectada por los ciclones. La de alto riesgo se encuentra en el litoral caribeño, en la misma reside aproximadamente el 59 % de la población. La zona del litoral Atlántico es considerada de mediano riesgo y la zona fronteriza y cordillera central de bajo riesgo.
Durante el paso de un ciclón se originan vientos fuertes, tornados, fuerzas de presión, marea de tormenta, oleajes rompientes, corrientes de retorno y las precipitaciones ocasionan crecidas, desbordes de cauces e inundaciones.
Los agricultores/ganaderos sabemos que todos los años se presenta la temporada ciclónica por ende es hora de adoptar una cultura preventiva ante la ocurrencia o no de estos fenómenos. Esa cultura de prevención incluye algunos aspectos tales como:
- El Seguro agropecuario de manera permanente a fin de proteger las inversiones realizadas tanto en instalaciones, equipos y animales.
- Sembrar árboles en los alrededores de los predios que puedan servir como cortina rompevientos.
- Los residentes en las zonas de alto y mediano riesgo deben de estar atentos siempre a los alertas y avisos de los organismos correspondientes como el INDOMET, COE, la Defensa Civil y los comités PMR de cada municipio ante la inminente llegada del fenómeno.
- Hacer un inventario previo de todos los animales y del estado del cultivo, de ser necesario tomar fotos a los mismos antes de la ocurrencia del evento.
- Asegura el reforzamiento de los techos y paredes de las instalaciones de la finca, sean estas de ordeño o crianza de animales.
- Proteger los animales antes de se produzca el fenómeno y no esperar hasta última hora. El ganado vacuno es propenso a ahogamiento y debe de ser movilizado desde los lugares bajos hacia más elevados y libres del peligro de las inundaciones.
- Proteger las bombas de agua a orillas de las tomas en los ríos, arroyos y canales para evitar ser arrastradas por las crecidas.
- Mantener los canales y alcantarillas totalmente limpios, por igual abrir las compuertas de los canales de riego a fin de que el agua fluya de manera libre y no se estanque.
- Resguardar en lugar seguro y bien protegido las maquinarias, insumos (pesticidas y fertilizantes), equipos y repuestos, entre otros bienes, sea movilizándolos de lugar previamente o cubrir con lonas.
- No cruzar ríos, arroyos y cañadas, ya que constituyen un peligro mortal por las crecidas repentinas.
- Mantenerse todo el tiempo en calma durante el paso del fenómeno y solamente estar atento a la información y orientación oficial (no llevarse de rumores o “noticias” en las redes sociales)
- De serle posible prestar el máximo de colaboración a vecinos o personas afectadas y comunicarlos a los organismos de socorro.
- No tocar alambres del tendido eléctrico e informar de inmediato la ocurrencia de problemas en el sistema de tendido eléctrico (caída de postes y bancos de transformadores).
- Mantener limpio el entorno de residencia o finca en especial de escombros y basura acumuladas antes o durante el evento.
- Evitar al máximo transitar innecesariamente a “curiosear” los daños ocurridos sea en su vecindad o lejanía, recuerde que en base a las experiencias pasadas debemos de ahorrar combustibles.
¡MAS VALE PREVENIR QUE LAMENTAR!
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