La motivación para superarnos es una fuerza instintiva que nos impulsa a mejorar. Basta observar a los cachorros: en sus juegos practican saltos, carreras y otras habilidades, preparándose instintivamente para los retos de la vida adulta. Debido a nuestro desarrollo cerebral, esa capacitación no la hacemos simplemente por instinto, sino que requerimos de la educación o crianza.
En los seres humanos, esa preparación requiere educación, valores y experiencias sociales. La evolución —o la voluntad divina— nos dotó de una corteza cerebral que hace posible el libre albedrío: la capacidad de elegir nuestro propio camino. Ciertamente, somos influenciados por nuestro tipo de contactos sociales, porque somos sociales por naturaleza.
Mantener pasivamente nuestra rutina podría parecernos muy cómodo, porque aparentemente no requiere esfuerzos, pero la existencia humana es tan compleja que cuando no buscas la prueba, la prueba te busca a ti; porque el estancamiento es negativo, ya que la vida es movimiento. La clave está en ocuparse evitando preocuparse.
La psicología estudia las motivaciones que nos llevan a superarnos, y entre ellas podemos señalar: autorrealización o necesidad de ser yo, competencia o el placer de ser eficaz, autonomía o capacidad de desenvolverse por sí solo y reconocimiento o autoestima.
Conviene señalar que es muy perjudicial, cuando creemos que ya hemos trabajado demasiado y decidimos detenernos, porque biológicamente empezamos a retroceder. Al igual que un río, al fluir nos mantenemos llenos de vida, pero si nos estancamos, desaparecemos gradualmente. Mientras cada día aprendemos o mejoramos algo en nosotros, nuestras mentes y cuerpos tienden a mantenerse activos y sanos. Superarse es crecer, trascender limitaciones y dar cada día un paso más hacia adelante, aunque sea pequeño. Lo que no se usa, no se desarrolla y lo que se desarrolló, si deja de usarse, se deteriora progresivamente.
La vida es movimiento, y el estancamiento puede llevar al deterioro físico y emocional
Tenemos la necesidad de creer que nuestras vidas son importantes y tienen algún sentido. Es sumamente peligroso si llegas a creer que tu existencia no vale la pena.
En nuestras relaciones sociales, podríamos concentrarnos exclusivamente en lo que los demás puedan darnos; sin embargo, es muy provechosa la satisfacción que produce el sentirse útil y creer que los demás consideran nuestra existencia como importante. Normalmente seguimos el ejemplo de personas que admiramos, porque necesitamos admirarnos a nosotros mismos.
De manera instintiva estamos interesados en explorar, conocer y ampliar nuestros horizontes, desarrollar resiliencia para superar las adversidades que sin duda se presentarán y ser cada vez más libres.
La ausencia de interés por superarse puede ser manifestación del estado depresivo y requerir asistencia profesional lo antes posible. Tú que lees estas líneas, pregúntate lo siguiente: ¿Me gusta mi vida? ¿Para qué entiendo que necesito más años de vida? Es de vital importancia que las respuestas que tengas para esas preguntas te complazcan.
Si la autoestima es deficiente, la necesidad de superarse se vuelve angustiosa y se compite desesperadamente por superar a los demás, buscando convencerse a sí mismo y a la sociedad de que tienes valor. Pero aprender a amarse permite caminar hacia el éxito sin tanta angustia.
La valoración que se haga de los demás dependerá de las motivaciones para superarse. Quien haya decidido superarse y esté dando lo mejor de sí, al conocer a alguien que esté triunfando en lo que haga, siente simpatía y admiración. En cambio, quien haya decidido estancarse, se molesta al conocerlo y tiende a tratar de encontrarle defectos para poder criticarlo.
Si tus motivaciones son simplemente: tener mucho dinero, comprar propiedades extravagantes, mostrar a los demás que eres superior y el tener, para así poder ser alguien, debes saber que las personas que sólo tienen esas aspiraciones normalmente no son felices y en ocasiones hasta deciden terminar con sus propias vidas. Las metas materiales por sí solas no son suficientes para convencer a tu yo interior de que vale la pena esforzarse por vivir un poco más.
Cada una de tus células participa de tus pensamientos y motivaciones; si ya no deseas luchar en esta existencia, ellas tampoco querrán hacerlo. Si vives la vida con mucho interés, amor, fe y esperanza, todos tus órganos estarán dando lo mejor de ellos. Evidentemente, podríamos encontrarnos en circunstancias muy negativas, pero incluso en ellas, una actitud positiva nos permite los mejores resultados posibles.
Superarse conlleva diversas etapas o requisitos que deben manifestarse: soñar o idear metas, decidirse a iniciar el camino, elaborar planes empleando a fondo tus recursos o posibilidades, dedicarte de manera responsable a tus planificaciones, perseverar pese a las dificultades del camino y flexibilidad para adaptarte a las situaciones que se presenten. Lamentablemente, la mayoría de las personas se queda solamente en los sueños que supuestamente realizarán algún día, pero ese día no llega; hay que buscarlo.
Superarse no requiere competir, ya que es algo que surge de nuestro interior y simplemente nos mueve a intentar que mañana sea un poquito mejor que ayer.
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