“Yo mientras pueda no me entrego” Santiago Cecilio
Almonte (Chago), Cofradía de Cotuí
El mes pasado estuve junto con mi papá y mi mamá en la segunda edición del Festival del Manglar, evento cultural que inició en el 2023 y que se realiza cada dos años en Montecristi; la ciudad donde nació y se crió mi papá. Montecristi es uno de mis lugares favoritos del país, no solo por la conexión familiar sino por su belleza y por su historia. Muchas y muchos de ustedes probablemente han oído mencionar o han visitado el Morro y la playa o los manglares que lo rodean y esos lugares son parte de las razones por las que me encanta ir de visita. Pero para mí la magia de Montecristi pasa también por disfrutar su prestancia de metrópoli del siglo XIX con sus calles enormes, sus hermosas casas victorianas y el centenario reloj diseñado por el mismísimo Gustavo Eiffel. (Sí, leyó bien, el reloj fue creado por el mismo ingeniero de la famosa Torre Eiffel en París y luego fue construido por su compatriota Jean-Paul Garnier).
Además, en Montecristi han tenido lugar citas históricas como el encuentro entre Máximo Gómez y José Martí para planificar la liberación de Cuba del colonialismo español. Por eso el documento que recoge el compromiso que firmaron en el 1895 se denomina Manifiesto de Montecristi. Casi cien años después, mi familia y yo, al igual que mi novio de la universidad y otras amistades, llegamos a Montecristi con más de 30 mil personas para conmemorar esa firma y celebrar la hermandad histórica entre nuestros países con el bellísimo concierto que nos regalaron Silvio Rodríguez y Juan Luis Guerra. En la Avenida Mella que tanto recorrí en mi niñez y adolescencia no cabía un alma más y, aunque fuera por una noche, se me dio el sueño de ver a Montecristi nuevamente convertida en motivo de orgullo para todo el país.
Y es que Montecristi fue una de las ciudades dominicanas más ricas del siglo XIX porque su puerto era uno de los bastiones económicos de nuestra nación. Esa riqueza desapareció cuando en Europa desapareció la necesidad de teñir la ropa con los derivados del manglar y desde entonces la ciudad y la zona cayeron en un nivel de pobreza que ha llevado a mucha de su gente a migrar. Otro símbolo terrible de ese deterioro son los incendios (al parecer nada accidentales) de las casas victorianas de la ciudad. El más reciente fue hace solo unos días y se llevó de paso lo que quedaba de la Villa Doña Emilia, la mayor y más conocida de dichas casas que había pertenecido a doña Emilia Jimenes Pereyra, una reconocida empresaria y filántropa quien también era hermana del expresidente Juan Isidro Jimenes. La casa de dos plantas estaba ubicada en frente del parque del reloj de Montecristi (Parque Duarte) y la riqueza de la dueña era tal que la casa había sido prefabricada en Francia y traída por barco para ser ensamblada en Montecristi.
Lamentablemente las autoridades municipales y el gobierno central no acaban de entender el potencial enorme que tiene Montecristi para el turismo interno e internacional con las joyas culturales y naturales que posee. El Ministerio de Medio Ambiente parece ser la única excepción consistente a esta terrible regla con el hermoso mirador en madera que construyó para facilitar el acceso al Morro y su playa durante la administración de Orlando Jorge Mera y el trabajo de su regional en iniciativas comunitarias y de protección del mangle. Y que conste que mi familia y yo nos hemos enterado de estas iniciativas en eventos culturales como el Festival del Manglar en el que se presentó uno de esos proyectos gerenciado por la alianza AVIS-CIPROS y el Festival Ecos del Morro en el que se le hizo un reconocimiento póstumo a Jorge Mera que recibió muy conmovida su hermana Dilia Leticia el año pasado. El Festival del Manglar fue organizado de manera conjunta por el Centro de Investigación y Promoción Social (CIPROS), la Fundación Cultural Cofradía y el Comité Organizador del evento en Montecristi mientras que el Festival Ecos del Morro fue el resultado de la labor del equipo encabezado por la cantante y gestora cultural Xiomara Fortuna, la gestora cultural y experta en migración Gina Gallardo y sus contrapartes locales.
Tanto el Festival del Manglar como Ecos del Morro ofrecen actividades para niños y niñas, jóvenes y personas adultas combinando la diversión con lo educativo y lo cultural. Ambos festivales han ayudado a dar a conocer Montecristi y sacarla temporalmente del aislamiento de ciudad olvidada en que se encuentra. También ambos festivales presentan manifestaciones culturales diversas con artistas que van desde la misma Xiomara Fortuna, conocida como la “reina de la fusión” y montecristeña hasta el cantante Pavel Núñez, desde el grupo montecristeño de son Sarandonga hasta rockeros como Laura Rivera y Rafa Payán. Esta variedad también incluye eventos como el encuentro nacional de grupos portadores de tradiciones organizado el mes pasado como parte del Festival del Manglar.
Los grupos o personas portadoras de tradiciones son quienes sostienen desde hace décadas y hasta siglos las tradiciones musicales, culturales y espirituales de la mayor parte de nuestra población combinando los legados africano, taíno y europeo. Tal y como explica el folklorista Jonathan D’Oleo en su libro Cofradías Dominicanas del Espíritu Santo, las y los portadores de tradiciones “son los guardianes vivos del legado espiritual y ritual que sostiene la religiosidad popular del país y de la isla”. Estos grupos incluyen “los músicos tradicionales, cofrades, promeseros, servidores y servidoras de misterios, artesanos de los instrumentos, cocineras, rezadores y rezadoras y cantadoras de salves que como guardianes de lo sagrado actúan como mediadores culturales y mantienen el equilibrio entre la herencia indígena, africana, el catolicismo popular y las prácticas locales sincréticas”.
En el encuentro de Montecristi no pudieron estar todos los grupos portadores de tradiciones del país porque muchos no recibieron apoyo de sus autoridades municipales para participar. Aun así estuvieron varios de los grupos más conocidos como los Guloyas de San Pedro de Macorís y la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella; famosos en parte porque la UNESCO ha declarado a ambos como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Sin embargo, tal y como destacaron las y los portadores presentes, estas manifestaciones de la religiosidad y la cultura popular existen en todo el país empezando por la Cofradía del Espíritu Santo de Cotuí que también estuvo presente en el encuentro y es la cofradía vigente más antigua del país y de América fundada en el año 1533. Además asistieron delegaciones diversas de Mao, Navarrete, Dajabón y Montecristi. Y en general las y los portadores de tradiciones también incluyen manifestaciones como el gagá que mucha gente no quiere reconocer como parte de nuestra cultura por su origen haitiano. Sin embargo, el gagá ha estado en el país por más de 100 años, un periodo similar al del Teatro Cocolo Danzante (los Guloyas), otra expresión cultural de una comunidad inmigrante que vino a República Dominicana para trabajar en la industria azucarera.
El encuentro de grupos portadores de tradiciones tuvo lugar en el icónico y centenario edificio amarillo del Club del Comercio de Montecristi. Fue parte del proceso de seguimiento al trabajo iniciado con el primer Encuentro Nacional de Portadores y Portadoras de Tradiciones que tuvo lugar hace más de tres años el 19 de marzo del 2022 como parte del histórico encuentro Diálogo de tambores, organizado por el sociólogo, cantante y gestor cultural Roldán Mármol y la Fundación Cofradía. El equipo organizador del encuentro en Montecristi también encabezado por Roldán puso las sillas en círculo para que todas y todos pudieran verse a la cara. Al igual que hicieron otras personas, me senté en una de ellas después de que vi que todos los portadores y portadoras se habían sentado y me sentía honrada y feliz por poder presenciar ese momento tan especial.
En las sillas plásticas blancas del Club del Comercio estaban sentados los hombres y mujeres que no vemos en las portadas de los periódicos. O sea, los hombres y mujeres protagonistas de nuestra cultura que generalmente no reconocemos como protagonistas porque tienen la piel oscura y marcada por las dificultades que vive la gran mayoría ignorada y pobre de nuestro país. A pesar de estos desafíos y precisamente para enfrentarlos, las y los portadores pasaron a presentarse y compartir sus propuestas para robustecer sus agrupaciones y conformar una “gran alianza para el fortalecimiento de la cultura en general” en palabras de William Minier, presidente de la Fundación de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella. Como planteó el mismo Minier, en otros países de la región como Colombia sus contrapartes son reconocidos como parte del sector naranja o sector cultural de su economía y de esta forma pueden generar ingresos para sus comunidades. Otros portadores mayores de edad como Don Chago de la Cofradía de Cotuí compartieron su deseo de formar más niños, niñas y jóvenes para que continúen las tradiciones centenarias del catolicismo popular en honor al Espíritu Santo de las cofradías.
Varias y varios portadores enfatizaron la importancia de apoyarse mutuamente creando un calendario anual común de festivales y ubicando los recursos para que todos los grupos asistan a las actividades de cada uno; una idea con la que estuvieron de acuerdo todas las personas presentes. Igualmente, Roldán destacó los ejemplos positivos que ya existen y que pueden servir de modelo a nivel local como la alianza multisectorial que apoya a la Cofradía de Cotuí y que integra al ayuntamiento, la cámara de comercio, el consejo de desarrollo ecoturístico, los medios de comunicación y otras instituciones de la provincia Sánchez Ramírez.
Estos hombres y mujeres impresionantes nos han regalado y nos siguen regalando las salves, congos, atabales y demás músicas y bailes de todo tipo que componen nuestra riquísima tradición cultural. Igual que a Montecristi les hemos dejado a su suerte por demasiado tiempo. Igual que Montecristi merecen un apoyo alegre y sin límites igual que la alegría que nos regalaron la noche anterior y con la que también cerraron su encuentro tocando, cantando, bailando y soñando. No es casualidad que este encuentro histórico haya sido en Montecristi. Ojalá que se convierta en el inicio de otro histórico manifiesto.
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