En Estados Unidos, el modelo de representación política se fundamenta en el presidencialismo, con una definida separación de poderes entre las ramas ejecutiva, legislativa y judicial. La representación utiliza la estructura de un sistema bicameral compuesto por el Senado y la Cámara de Representantes. Estos últimos se eligen por distritos de manera proporcional a la población; en cambio, se elige un número fijo de dos senadores por cada entidad federativa.
Con un sistema de partidos predominantemente bipartidista, el Partido Republicano y el Partido Demócrata dominan la escena política. A pesar de que las elecciones se realizan en distritos electorales que podrían clasificarse como plurinominales, ya que se elige más de un candidato por distrito, se suele emplear un sistema electoral mayoritario de first past the post o winner-takes-all, que implica que el partido ganador obtiene todos los escaños del distrito, sin importar la proporción de votos obtenida por su competidor, reforzando la vigencia del bipartidismo. Otra característica del modelo estadounidense es la elección presidencial mediante voto indirecto, jugando el papel fundamental la figura del colegio electoral en este nivel de elección.
Una característica fundamental, que distingue este modelo del presidencialismo estadounidense, es que la elección presidencial se realiza mediante sufragio directo; los presidentes se eligen por voto popular, sin intermediarios.
En Europa existe una diversidad de modelos de representación política; sus variantes incluyen sistemas parlamentarios, semipresidenciales y presidencialistas. Aunque, en general, podría señalarse como característica distintiva la preeminencia del parlamento como órgano de representación popular y para la formación de gobiernos por mayorías parlamentarias o por medio de coaliciones. Es común en el modelo europeo la implementación de sistemas proporcionales, permitiendo la formación de partidos minoritarios y coaliciones gubernamentales.
El predominante sistema parlamentario presenta un escenario muy distinto al modelo presidencialista. En este, el jefe de gobierno emana del parlamento y depende de su confianza para mantenerse en el ejercicio del Poder Ejecutivo. El jefe de gobierno, que puede ser un primer ministro o canciller, es distinto al jefe de Estado, quien puede ser un monarca o un presidente con funciones representativas del Estado. En sistemas semipresidencialistas se presenta un equilibrio entre el parlamento y el poder del presidente, elegido por sufragio directo, con atribuciones en materia de política exterior y seguridad; bajo este modelo, el jefe de gobierno también depende de la confianza del parlamento.
El presidencialismo es el modelo predominante en Iberoamérica; sin embargo, presenta importantes diferencias respecto al sistema estadounidense, las cuales varían en cada país. Una característica fundamental, que distingue este modelo del presidencialismo estadounidense, es que la elección presidencial se realiza mediante sufragio directo; los presidentes se eligen por voto popular, sin intermediarios. Difiere del modelo europeo en que la figura del presidente concentra mayores atribuciones ejecutivas y una mayor independencia frente al Poder Legislativo, que solo puede intervenir por medio de mecanismos de contrapesos constitucionalmente previstos.
Si bien muchos países tienen un poder legislativo bicameral, similar a Estados Unidos, otros optan por una estructura unicameral, especialmente aquellos constituidos como Estados unitarios.
Otra característica distintiva es que en estos países suele haber sistemas electorales proporcionales o mixtos y una alta fragmentación partidaria. En ocasiones, esto puede generar situaciones complejas de gobernabilidad y mayor necesidad de negociación entre el ejecutivo y el legislativo.
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