La correlación entre los recursos forestales y su manejo ha sido un tema que figura a lo largo de la historia de los últimos 3 siglos, aunque rezagado y muchas veces oculto en la América, especialmente en el contexto de la lucha política de las diferentes fuerzas monárquicas y monárquicos liberales; anarquistas, comunistas y las nuevas tendencias independentistas y burguesas que se fueron desarrollando hasta finales del siglo XIX. A la República Dominicana, a partir de la segunda mitad del mismo siglo, le tocó la influencia de dichas discusiones en pensadores dominicanos, como presentaremos en próximas entregas.
Ramón de La Sagra sugiere 4 reflexiones para la economía y la administración forestal para preservar los montes, también citados en los Anales de la Junta de Fomento [i] con cuyas ideas estaba identificado como científico y funcionario del rey, y en el Diario de la Marina, que era el vocero de la monarquía española en Cuba y para el cual escribió también, los cuales coinciden con lo que en materia de conservación de los bosques fue el comportamiento de República Dominicana, determinando que dichas reflexiones, a pesar del tiempo y la distancia se adelantaron con más de cien años a la realidad forestal de nuestra nación y otros países del mundo:
- Reglas altamente racionales y previsoras para la conservación, el beneficio y la explotación de los montes.
- Las presentes generaciones que proceden con injusticia al no pensar en sus descendientes o generaciones siguientes: señalando que la destrucción del bosque en la Cuba del siglo XIX era un “triste presente” que se deja a las generaciones futuras[ii]; aunque en Santo Domingo, objetivamente, no fue así, porque, a pesar de la deforestación al final del siglo, la generación que llegó al siglo XX encontró bosques accesibles al transporte y embarque, todavía.
- El egoísmo como norma de proceder en el manejo del bosque, que busca beneficiar solo un sector o a personas particulares. El egoísmo es la invariable norma de su proceder en esa materia[iii]. Es obvio que se refiere a la oligarquía azucarera o sacarocracia y a las instituciones locales como la misma Junta de Fomento, la Junta de Madera y la Real Marina, de fuerte influencia tanto en Cuba como Puerto Rico. También extensivo para la isla de Jamaica (posesión inglesa) y las demás islas caribeñas, donde la apropiación del recurso tierra fue para un mercado internacional demoledor; Santo Domingo todavía estaba en el patriarcalismo y precapitalismo, del cual no lo pudo sacar Francia, ni Haití ni España, ventajas hipotéticas para conservar las masas boscosas en las llanuras costeras y galerías de ríos, con relación a las demás islas.
- Ignorar las advertencias oportunas: “… la parte más amarga de esta triste verdad es, que las advertencias más oportunas, las reflexiones más serias, las declamaciones más enérgicas, son medios vanos, inútiles, cuando no se quiere remediar el mal”. Sic!. Y concluye auto infiriéndose de que “… el escritor … del más laudable deseo de dar al porvenir todos los elementos de engrandecimiento y prosperidad, emplea de buena fe sus esfuerzos para que todos procuren el bien, ( …) recibe cuando no una sonrisa desdeñosa…” y la verdad de sus escritos evidentes queda en el olvido[iv]. Lo que quiere decir, no vale ciencia, ni el conocimiento técnico si no hay voluntad política para la conservación forestal.
Santo Domingo, también vivió la experiencia de advertencia hecha por varios de nuestros pensadores, a quienes no se le prestó atención. Aquí hubo inversiones de capital destinado a renglones del campo agrícola como cacao que también afectó la biodiversidad de los bosques, aunque no en la dimensión de los cortes para la exportación y la plantación cañera con iguales propósitos.
Cómo es obvio, y dicho por el mismo Ramón de La Sagra, detrás de las publicaciones sobre el tema en los Anuales de La Junta de Fomento y el Diario de la Marina, en parte, están sus ideas, igual, que otros autores que cuestionaron la destrucción de los bosques por intereses particulares en busca de la acumulación de riquezas en perjuicio de los demás beneficios económicos y ambientales de los bosques para la colectividad, como son los servicios de agua, suelo, clima y la agricultura.
Ramon de la Sagra llega a una tremenda afirmación-conclusión dirigida a quienes incursionan en la “muerte de los bosques”, cuando escribe lo que ahora está muy de moda: el desarrollo sostenible:
“Tales son también nuestros principios (Refiriéndose a los principios de los Anales de la Junta de Fomento). Al período actual de madurez de la humanidad enriquecida con las conquistas de la ciencia e iluminada en sus empresas, por el sentimiento moral, corresponde la grande y trascendental de explotar la superficie del planeta que habita, del modo más útil y conveniente no solo de la generación presente, sino también para las generaciones venideras, lo cual no se conseguirá jamás, si no se subordinan los intereses individuales, efímeros y transitorios a los intereses generales y eterno de la humanidad entera”[v] (sic!).
Esta declaración, de casi 200 años atrás, coincide claramente con las divulgadas por la Organización de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible, cuando lo define “… como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”[vi].
Para finalizar la presente entrega cabe subrayar la relación histórica entre el aprovechamiento y la conservación forestales, destacando las críticas de Ramón de la Sagra hacia la explotación egoísta del recurso monte o bosque fundamental para la agricultura, como se dijo en la entrega anterior. Este servidor de la monarquía acentúa, desde el siglo XIX, las advertencias sobre la deforestación, ignorada por falta de voluntad política. En el caso de Santo Domingo, provisionalmente se podría decir que la prevalencia del precapitalismo permitió conservar parte de sus bosques, aunque la precaria agricultura también afectó a la biodiversidad. Finalmente, cabe resaltar la conexión entre los principios de Sagra y el concepto moderno de desarrollo sostenible, que prioriza el bienestar de las generaciones futuras sobre intereses individuales.
[i] Los Anales eran publicaciones que promovían el desarrollo económico, agrícola y comercial, así como a fomentar la educación y la cultura en la isla de Cuba de la Real Junta de Fomento de Agricultura y Comercio y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Los anales incluían informes, memorias y estudios relacionados con estos temas.
[ii] Cuba en 1860 (1961:70). Publicado en el año de la visita de Fernando Layunta a Santo Domingo, enviado por el rey de España desde el Botánico de la Habana, para conocer sobre los bosques con acceso a embarques en la nueva colonia de Santo Domingo, porque los de sus otras colonias (Cuba, Puerto Rico, y Filipinas) estaban escasos. Cabe destacarse que la cita de esta publicación es un planteamiento que sigue la misma línea de lo que plantea en su primer tomo que data del 1831 y 1838 donde habla del desmonte como un vicio del sistema e idéntico al suplemento de 1861. El tomo 13, según nota bibliográfica del Real Jardín de España, también incluye a Cuba en 1860. Todas las negritas son mías, PT.
[iii] Ibidem. Negritas mías, PT.
[iv] Ibidem. Páginas 70 y 71. Negritas mías, PT.
[v] Ibidem pág. 71. Negritas mías, PT.
[vi]ttps://www.un.org/es/ga/president/65/issues/sustdev.shtml#:~:text=Se%20define%20%C2%ABel%20desarrollo%20sostenible,para%20satisfacer%20sus%20propias%20necesidades
Compartir esta nota