La exploración de la teoría literaria desde diversas perspectivas críticas no solo facilita la adquisición de conocimiento acerca de escuelas y corrientes, sino que también posibilita el desarrollo de una comprensión más profunda de la identidad lectora política. En este contexto, Jonathan Culler resalta la importancia de la teoría literaria en la interpretación de los textos y en la reflexión sobre los criterios que determinan la aceptación de ciertas lecturas como legítimas y la exclusión de otras. La insistencia en la inteligibilidad del texto —en las convenciones que hacen posible la interpretación— se manifiesta con claridad en su Breve introducción a la teoría literaria (Culler desplazando el foco hacia el lector y las reglas compartidas de interpretación). Selden, por su parte, ofrece el mapa histórico y las chispeantes conexiones entre corrientes —estructuralismo, marxismo, deconstrucción, feminismos, Nuevo Historicismo—, y nos recuerda que estas no son exóticas, sino herramientas para intervenir en lo social (Selden organiza y explica ese paisaje con la pedagogía de quien piensa en aulas y en lectores en construcción). Eagleton, desde una perspectiva más confrontacional, propone que la teoría literaria se encuentra ineludiblemente asociada a la ideología y a la política, y que no es posible concebir una lectura «pura» desvinculada de las relaciones de poder, situando así la crítica como un acto deliberado de compromiso y transformación.

Eagleton presenta una perspectiva distinta, ya que su obra no se trata de un manual neutral, sino más bien de una provocación con un diagnóstico político. En Literary Theory: An Introduction (Una introducción a la teoría literaria), se plantea la hipótesis, considerada por algunos como radical y por otros como elemental, de que la teoría literaria está ineludiblemente vinculada al diálogo con la ideología y la política, lo que implica que no existe una lectura «pura» o independiente de estos factores. Su insistencia en que la crítica no puede sustraerse de las relaciones de poder transforma la pregunta por el sentido en una pregunta por los intereses que sustentan ese sentido. Selden, de hecho, ubica a Eagleton entre las voces centrales que establecen un diálogo con la recepción y la crítica contemporánea, lo que confirma la pertinencia de incorporarlo a este trío de autores.

Se plantea la interrogante respecto a las razones por las cuales resulta beneficioso proceder con la lectura conjunta de los mismos en el contexto latinoamericano, y específicamente en el caso de la República Dominicana. En el ámbito de los estudios literarios, se observa la necesidad de emplear marcos críticos que expliquen la imbricada relación entre el signo literario y otras esferas culturales y sociales, tales como la historia, la memoria, la desigualdad y la nación. Este enfoque requiere una integración de técnicas hermenéuticas con análisis críticos, que permitan comprender cómo la literatura se entrelaza con estos aspectos, ofreciendo una perspectiva enriquecida sobre la interpretación y la comprensión cultural y social. Culler, por su parte, aborda la capacidad de las convenciones interpretativas para naturalizar los sentidos, mientras que Selden aporta el sentido histórico y la pluralidad de enfoques para seleccionar estrategias. Eagleton, finalmente, nos invita a reflexionar sobre quién se beneficia de estas naturalezas interpretativas y cómo la literatura puede actuar como un reflejo y un instrumento. La tríada —compuesta por la competencia de lectura (Culler), el mapa de corrientes (Selden) y la lectura crítica-ideológica (Eagleton)— constituye una herramienta analítica que facilita a profesores, estudiantes y críticos dominicanos la identificación de las convenciones de lectura que han invisibilizado voces (campesinas y de barrios). Este enfoque propone una reorientación de la crítica hacia la reparación simbólica y política.

Para ilustrar este fenómeno, se propone la siguiente hipótesis: se sugiere la idea de concebir un relato canónico que se estudia en la universidad como «clásico de la identidad nacional». Culler  solicita la observación del funcionamiento de las convenciones que permiten la aceptación de dicha lectura. Selden  recuerda las genealogías que posicionaron el relato en el canon. Eagleton plantea la pregunta incómoda: «¿Qué intereses sociales sostienen esa canonización y qué silencios reproduce?». La combinación de estas preguntas posibilita la deconstrucción de un canon y la propuesta de lecturas que recuperen memorias silenciadas sin perder rigor interpretativo. En el caso de la República Dominicana, donde la lucha por la memoria histórica y el reconocimiento de comunidades (como las poblaciones campesinas o las víctimas de violencia política) es una prioridad, este enfoque metodológico resulta operativo. No se trata simplemente de leer de manera diferente, sino de leer con el propósito de generar cambios transformadores.

Además, estas obras permiten conceptualizar la interrelación entre la teoría y la pedagogía. Selden, en su carácter de manual y guía, facilita la alfabetización teórica en cursos universitarios; Culler suaviza la entrada mostrando que la teoría no es un arcano inaccesible; Eagleton impulsa la dimensión ética-política de la enseñanza: formar lectores críticos, no consumidores acríticos. Esta tríada redefine el propósito de la enseñanza literaria en contextos latinoamericanos, donde la universidad puede actuar como agente de transformación social o como un medio para preservar el statu quo.

Asimismo, resulta pertinente señalar ciertos aspectos de carácter pragmático. En este sentido, Selden organiza bibliografías y rutas de lectura que resultan útiles para quienes deseen aplicar la teoría a textos de naturaleza nacional. Por su parte, Culler contribuye a la formalización de criterios, es decir, a definir qué constituye una lectura válida. En suma, Eagleton establece prioridades, sosteniendo que la crítica debe comprometerse con las condiciones materiales del arte y la cultura. En suma, el valor de estos libros para nuestra región radica en su complementariedad: teoría que explica cómo leemos, historia que sitúa las teorías y crítica que reclama una ética política de la interpretación.

Finalmente, se presenta una imagen conclusiva que sintetiza los puntos anteriormente discutidos. En este sentido, si se considera que la teoría funciona como una lámpara, Culler se erige como el pulidor del cristal, permitiendo una visión clara y nítida del texto. Por su parte, Selden se posiciona como el cartógrafo, delineando el origen de la energía. En última instancia, Eagleton se presenta como el urbanista, interrogando sobre las direcciones hacia las cuales se desea orientar la luz para generar un cambio en el entorno urbano. Para las naciones de América Latina y la República Dominicana, esta luz tiene el potencial de revelar relatos olvidados, fomentar discusiones sobre memoria y justicia, y transformar las aulas en espacios de intervención social. Esta afirmación no debe interpretarse como una promesa ingenua, sino como una política de lectura que, como tal, implica una acción concreta.

Referencias

Culler, J. (2000). Breve introducción a la teoría literaria (G. García, Trad.). Barcelona: Crítica. (Obra original publicada en 1997).

Selden, R., Widdowson, P., & Brooker, P. (2010). La teoría literaria contemporánea (B. Ribera de Madariaga, Trad., 3.ª ed. actualizada). Barcelona: Editorial Ariel. (Obra original publicada en 1985, 4.ª ed. en inglés).

EAGLETON, Terry. Teoría literaria: una introducción (Literary Theory: An Introduction). México: Fondo de Cultura Económica / Oxford: Basil Blackwell, 1983 (ed. esp. 1988).

Pedro Cruz

Pedro Alexander Cruz, nacido en 1987 en Santiago de los Caballeros. Es un destacado filósofo y escritor. Su trayectoria literaria incluye títulos como La utopía filosófica como faro de la justicia, El hombre y su profunda agonía por el saber y La maravillosa significancia inicial del libro de Lucas. Manual práctico de introducción a la lógica formal. (Epítome): Manual. La filosofía y la construcción del ser: Manuela de filosofía para niños. Política y Ciudadanía. : Intención de transformación. Estas obras reflejan su interés por temas filosóficos, teológicos y sociales, destacándose por su profundidad analítica. Además de su faceta como autor, Cruz es un apasionado de la enseñanza. Actualmente imparte las asignaturas de Filosofía y Pensamiento Social, así como Ciudadanía y Democracia Participativa, en el Colegio La Salle de Santiago. Su enfoque pedagógico busca formar ciudadanos críticos y conscientes de su rol en la sociedad. Su formación académica incluye estudios en Teología en el Seminario Bíblico de la Gracia y actualmente estudia Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con cursos realizados en la misma Universidad como: Proética. Tutor Virtual. Taller de verano de Filosofía. Neuroética entre otros. Esta sólida base académica le ha permitido combinar su interés por la filosofía con una comprensión profunda de la espiritualidad y la cultura. Actualmente, Cruz sigue residiendo en Santiago de los Caballeros, donde continúa su labor como docente y escritor, contribuyendo al desarrollo del pensamiento crítico en su comunidad.

Ver más