Organizadoras del festival Mar de palabras

En Europa, en la Edad Media, los trovadores o cantores de gesta tuvieron un rol importante en la apertura al mundo de los lugares que visitaban. El Caribe, que empezó a recibir europeos justo al término de ese período histórico, recibió mucha de esta herencia, pero la labor de trovadores locales no fue la que más se destacó. Frailes, conquistadores, encomenderos, administradores y hasta virreyes iban contando lo que iban viendo, pero más que nada para audiencias europeas o, cuando menos, eurocéntricas. La labor desde el punto de vista de los locales era mínima.

En ese tenor, en los años ochenta del siglo XX, Ginny Taulé, que en mi mente se caracteriza tanto por ser gentil como por ser justa y certera, me dijo una frase demoledora: “Es terrible vivir en un país que solo concita interés por lo que produce la naturaleza, no por el producto de la creación intelectual o cultural”. En esa época, el azúcar (y los productos agrícolas) tenían un gran peso en la economía. La industria del turismo empezaba a dar sus primeros pasos. Las zonas francas también generaban interés internacional, pero, como es bien sabido, en esa época, el interés en la “actividad humana” asociada a ellas obedecía sobre todo a criterios de costos.

En la década de los noventa, la vida nos dio la oportunidad de trabajar a ella y a mí en la promoción del talento local y de los intercambios culturales internacionales a través de la Comisión Nacional de la Unesco y empezamos a familiarizarnos con los esfuerzos que hacían otras personas en este sentido.

En esa década también fue reconocida por primera vez con el premio Nóbel de literatura la labor de un caribeño, Derek Walcott (años después se le concedería un premio Nóbel alternativo a la guadalupeña Maryse Condé):

Así que ahora, casi cuarenta años después, y gracias la contribución de muchos, la impactante frase de mi amiga Ginny ha empezado a perder vigencia. La residencia donde las Hermanas Mirabal vivieron los últimos meses de sus vidas empezó a ser tan visitada que la familia decidió convertirla en Casa Museo. Turismo cultural para ver una forma de vida. Todavía hoy este es el más visitado a nivel nacional.

En otra apertura a desarrollar el turismo cultural, Cacao Rizek registró el nombre del “Sendero del cacao” en el año 2003 de modo que sus plantaciones sirvieran para el cultivo de este fruto y como lugar de conocimiento y esparcimiento para la población. Más o menos en esa misma época, el historiador Frank Moya Pons, en calidad de ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, continuó el trabajo de restauración al acceso y cuido de la antigua “Cueva del Jaguar”, consiguiendo que el banquero Alejandro E. Grullón E. fuera un cercano colaborador de la “Fundación Cueva de las Maravillas”, como se denominó a esta entidad dedicada a la preservación y mejor conocimiento del lugar donde los taínos hicieron pinturas rupestres que incluían la llegada de los españoles.

En el área de la pintura, Cándido Bidó, quien siempre se interesó en hacer arte disponible para las masas, fundó un centro de promoción de la creatividad que también se ha convertido en lugar de visitas y los propietarios de la Agencia Bella acogen en el último piso de sus instalaciones al Museo Bellapart, que exhibe destacadas pinturas además de exhibiciones temporales. Todas esas iniciativas generan intercambios que ponen en valor la creatividad local presente o pasada y que han ido sentando las bases de que las visitas a las diferentes ciudades dominicanas incluyan una dimensión de apreciación cultural.

La más reciente añadidura a estas propuestas ha sido la organización del festival Mar de Palabras que tiene como misión reunir lectores y escritores para, en un contexto caribeño, dedicarse crear y pensar. Ellos son los nuevos trovadores que, a finales del mes de junio próximo, estarán ofreciendo la oportunidad de inspirar y crear historias en la ciudad de Santo Domingo con y sobre el talento local.

Jeanne Marion Landais

psicóloga y escritora

Jeanne Marion-Landais cuenta con una experiencia profesional importante en el mundo financiero y diplomático. Ha vivido en Estados Unidos, Francia y República Dominicana y su mirada al mundo está permeada por sus vivencias en estos países. A título voluntario colabora desde el 2014 con El Arca, asociación en torno a la discapacidad intelectual. Es madre de dos hijos.

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