La candidatura de mi esposa Siddy Roque a la presidencia del Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP) me ha involucrado en el actual proceso de renovación de la dirección del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).

Esto me ha metido de lleno en un interesante proceso  hacia la transformación y cambios llamados a fortalecer e innovar la institución que nos agrupa a los periodistas profesionales, marcando el tránsito entre un estilo viejo y caduco de dirección hacia  una visión más creativa y novedosa sobre el desempeño gremial .

Nuestro gremio ha estado durante años consumiéndose en un derrotero de desgaste y obsolescencia, fruto de un estilo de dirección carente de creatividad e iniciativas que lo impulsen hacia perspectivas más apremiantes.

Padrón Electoral a manos, hemos estado conectándonos y recabando apoyo e información de compañeros colegiados de todo el país y el panorama no es nada halagüeño:  una gran cantidad suele no votar en las elecciones, ni acuden a ninguna actividad ni nada relacionado con la institución.

¿Qué motiva esta situación? Ellos mismos lo plantean sin ambages: no ven beneficio ninguno en la membresía, desconfían de dirigentes que entienden no representan sus expectativas, a quienes ven más empeñados en sus propios y particulares intereses que en el desarrollo del gremio y los atractivos que debieran tener hacia sus miembros.

Vemos en este mismo tenor a periodistas en ejercicio de las últimas generaciones de egresados de nuestras universidades que tampoco se alientan ni les interesan afiliarse a nuestro CDP por no verle beneficios ni atractivos.

Aplazaron recurrentemente, con pretextos baladíes, convocatorias de votaciones previamente acordadas por las partes, para ganar tiempo y “amarrar” adeptos, al parecer temerosos de sus precarias perspectivas.

Hemos tenido durante años como directivos a burócratas ajenos al ejercicio pleno del oficio, que no saben lo que es producir desde una sala redacción. Desconectados de esos otros periodistas que sí ejercen el oficio en el día a día.

Y para colmo, también se ha destapado en el proceso prácticas no siempre delicadas que ensombrecen nuestra imagen como institución.

Afortunadamente, en medio de tanto por enderezar en nuestra casa también es notable cómo fluye en el ambiente un sentimiento de cambios y transformaciones que la saquen de su estancamiento y modorra para convertirla en un instrumento de dignificación profesional.

Pero también emerge otro problema y es que, al echarse la paloma, ciertos viejos dirigentes, ya en condición de retiro por efecto del tiempo, se resisten torpes al cambio inminente y necesario.

Desde el Movimiento Marcelino Vega, activa corriente interna de gran preponderancia en el gremio, tratan de cerrarle el paso al relevo que representan las nuevas corrientes llamadas a asumir un rol de transformación y enderezamiento.

En vez de propiciar un clima de competencia sana en igualdad de condiciones, con la postura imparcial que se supone en los líderes, lo que hacen es constituir facciones que les permitan el control y la incidencia desde afuera. Es como quedarse, aparentando irse.

Mediante variadas chicanas, se empeñaron en sabotear el trabajo en todo el proceso para la escogencia de nuevos dirigentes, valiéndose de cuantas artimañas uno pueda imaginar.

Aplazaron recurrentemente, con pretextos baladíes, convocatorias de votaciones previamente acordadas por las partes, para ganar tiempo y “amarrar” adeptos, al parecer temerosos de sus precarias perspectivas.

Su propósito era expreso y manifiesto: cerrarle el paso al cambio y la transformación encarnados en el relevo y auspiciar la escogencia de una facción de incondicionales que garantizara su continuidad, como poder detrás del trono.

A contrapelo de esa actitud saboteadora, la Asamblea Electiva convocada por la Comisión Electoral del MMV para el pasado 28 de junio pasado, y que luego intentaron volver a aplazar, escogió los candidatos a las elecciones gremiales del CDP el próximo 29 de agosto.

José Beato a la presidencia del CDP, Siddy Roque a la presidencia del IPPP, Ana Inoa, al Tribunal Disciplinario y Francisco Marte a la secretaría general del Distrito Nacional. Aquí sentamos la zapata de lo del cambio y transformaciones positivas de una institución digna de mejor suerte.

La suerte está echada.

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