Más que comprensible la profusión de opiniones prematuras respecto a las causas de la tragedia en el Jet Set.
Empero, una de esas opiniones revuelve el estómago por su extravagancia. Se trata de aquella emitida por cierto pastor evangélico, que sugiere que el hecho fue causado por el dios hebreo Jehová, como castigo por el pecado cometido por el presidente Abinader al votar en la ONU contra Israel, “el pueblo escogido de Dios”.
Por desgracia, es un juicio rico en antecedentes parecidos en casos de tragedias en el mundo.
Recordemos el terremoto que devastó Haití, en febrero del 2010, y causó cientos de miles de muertos.
A propósito del fenómeno –considerado por la ciencia como un hecho natural, causado por la interacción de las placas tectónicas y las grandes concentraciones de energía en las rocas- el prominente evangelista USA Pat Robertson expresó los absurdos dictados por su fe.
Para este sujeto, el terremoto en Haití fue un merecido castigo de Jehová, en razón del “pacto con el diablo” realizado mucho tiempo atrás por los haitianos, en su lucha contra el colonialismo francés.
(Conste que este mismo “pastor de almas” pidió al presidente Bush, en agosto, 2005, asesinar al presidente Hugo Chaves, al que acusó de comunista y pro musulmán).
Fruto de la alienación cristiana más demencial, estas opiniones no paran mientes en lo “pecaminoso” que resulta presentar a su dios como un troglodita sanguinario que mata inocentes indiscriminadamente en lugar de culpables.
Al buen decir del pastor dominicano, el presidente Abinader provocó el castigo de Jehová al no respaldar las “hazañas” sangrientas de Netanyahu y los sionistas contra el pueblo palestino.
Sin más, lo del presidente fue una grave ofensa contra “el pueblo escogido”, que despertó la ira de Jehová, y éste, pese a su “infinita bondad” decidió “castigar al culpable” matando a inocentes.
(En tanto que todopoderoso, Jehová bien pudo evitar la tragedia, pero no quiso)
Por esta razón, en buena lógica de Cacaseno, Abinader es el culpable de la tragedia del Jet Set, y acaso debió morir allí, para que expiara su “pecado”. No murió gracias a la “gran misericordia de Jehová”, que le ha dado una oportunidad para que se arrepienta, y en la próxima ocasión vote en la ONU en favor de los criminales de Israel.
Desde luego, no hay originalidad en las opiniones que nos ocupan. Ellas embonan con las reiteradas “enseñanzas” de la biblia. En esta colección de fábulas y truculencias hebreas queda claro que Jehová entiende como justo castigar al inocente en lugar del culpable. Abundan los casos.
En el viejo testamento (segundo libro de Samuel), a causa del pecado del rey David, Jehová mata el niño de éste con Betsabé, viuda de Urías el hitita.
Ocurrió que el rey, prendado de la hermosura de Betsabé, a la que acechaba desde su casa mientras se bañaba, hizo matar a su esposo Urías, para quedarse con ella. Al darse cuenta del crimen, Jehová envió al profeta Natán a reprender a su siervo David:
13 Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. 14 Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá”.
Más aún: a causa de la “desobediencia” de Adán y Eva en el paraíso, todos “heredamos” su pecado, y como dice Pablo en Romanos 3: 23: todos estamos destituidos de la gloria de Dios.
Claro que por la redención de la sangre de Cristo, Abinader puede ser perdonado por lo que ocasionó en el Jet Set, pero es preciso orar para que Jehová cancele “toda maldición” y “perdone a la nación”.
Con estas sabias orientaciones, los dominicanos tenemos a Dios cogido por el rabo, que siendo dios, bien debe de tener.
Noticias relacionadas
Compartir esta nota