¿Quién no ha escrito, aunque sea una vez en su vida una carta de amor o algún poema? ¿Qué adolescente en su despertar al amor no ha tomado un lápiz y un papel para expresar sentimientos? Quien nunca lo haya hecho, ¡no ha vivido!

Externar sentimientos en un papel floreado, en una servilleta, en un cartón y hasta en la arena, es hermoso.

Decir “te quiero” es algo grande, más cuando se suspira al ver, aunque sea de lejos, al ser por el que se pierde el sueño. Amar, aunque sea a un imposible, despierta la mayor inspiración para escribir.

No hay edad para ello, aunque la adolescencia es el mejor momento para soñar, suspirar, creer en el amor.

Escribir cartas de amor no escapa a nadie que habite en la tierra, no existe clase social, no hay lauros ni títulos que lo impidan.

Si nos remontamos a la historia, veremos que infinidad de personajes se han atrevido a manifestar su devoción por la persona amada, o muchas veces la de sus sueños, por medio de cartas de amor y de pasión.

  • Beethoven escribió una carta apasionada y desgarradora a su "Amada Inmortal", cuya identidad sigue siendo un misterio: “Mi ángel, mi todo, mi yo ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencia de todo y nada?”.
  • Napoleón Bonaparte a Josefina de Beauharnais: “No he pasado ni un solo día sin amarte; no he pasado ni una sola noche sin estrecharte entre mis brazos; no he tomado ni una taza de té sin maldecir la gloria y la ambición que me mantienen alejado del alma de mi vida”.
  • Frida Kahlo a Diego Rivera: "Nada comparable a tus manos, ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio”. 
  • Jean-Paul Sartre a Simone de Beauvoir:Esta noche te amo en una tarde de primavera. Te amo con la ventana abierta. Eres mía, y las cosas son mías, y mi amor altera las cosas a mi alrededor y las cosas a mi alrededor alteran mi amor”.
  • Hasta Kazka fue capaz de escribir cartas de amor a Felice Bauer, Albertt Camus a María Casares, Gabriela Mistral no escapó de la tentación de escribir sus cartas de amor a su secretaria ni Oscar Wilde cuando escribió "solo en la soledad puedo decirte te amo" a su amado.

Y no podría dejar de mencionar alguna carta de Neruda con el que pasé mi juventud y adolescencia, leyendo y suspirando con sus poemas. 

  • Pablo Neruda a Matilde Urrutia: "Yo pienso en tí día y noche, noche y día, amor mío, dulce mía, y no sé si te quiero, pero te quiero.
    Eres mía y te beso”.

Si buscamos en los genios de la literatura, de las artes, de las ciencias hasta del ser más mortal e insignificante, encontraremos cartas que son apasionadas, desgarradoras e incluso cursis.

  • Don Quijote no se quedó atrás al escribir una carta a su amada Dulcinea: “¡Oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de socorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo”. Tuyo hasta la muerte, “El caballero de la triste figura".

Hasta en Santo Domingo encontramos dos cartas de amor perdidas en un cofre,  cubiertas por el polvo del olvido, como dijo aquel poeta…

Pero parece que el amor tardío también proporciona el impulso necesario para expresar sentimiento y pasión.

Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura (2010), no escapó a la tentación de escribir las cartas más cursis y ridículas que fueron escritas cuando ya estaba en el ocaso de su vida, con más de ochenta años.

Pasó cerca de ocho junto a la socialité filipina-española Isabel Presley, a ella le escribió ocho cartas de amor que hoy son motivo quizás de una demanda judicial por parte de los hijos de Mario al ser publicadas sin el consentimiento de ellos en las memorias recién publicadas de Isabel “Mi verdadera historia”.

Algunos fragmentos de las mismas:

  • “Me moría de ganas de acercarme a ti y besarte en el cuello y abrazarte por la cintura, pero no lo hice por no destruir ese maravilloso espectáculo que es verte caminar”.
  • “Somos felices hasta donde la felicidad es posible en esta vida y creo que lo seremos los años que nos faltan por vivir”.
  • “Me parece que hace siglos desde la última vez que te tuve desnuda en mis brazos, sintiendo latir tu corazón… Esta noche me reuniré contigo y te diré cosas hermosas y dulces al oído mientras te hago el amor”.

Vargas Llosa dentro de su enamoramiento tardío fue capaz de añorar las orejitas que parecían “dos signos perfectos de interrogación” o los “piecitos” de su amada en una de sus cartas y es que cuando se está enamorado se dicen las tonterías más grandes que puedan imaginarse.

Eso sí, con el pasar de los años, cuando todo se ha ido y se leen esas líneas escritas en momentos de locura y éxtasis de amor, solo queda ruborizase y morir de vergüenza, aunque muchas veces sacan una sonrisita cómplice.

Elsa Guzmán Rincón

Bibliotecóloga

Maestra y Bibliotecóloga, retirada.

Ver más