Tuve el privilegio de profundizar mis conocimientos sobre WINGS y su marco de las 4 C de la filantropía durante la reunión regional del grupo de trabajo de GivingTuesday para Latinoamérica, celebrada en Ciudad de México en 2024. En ese espacio conocí al Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi), un referente regional que promueve la responsabilidad ciudadana y la creación de valor social centrado en las personas.

Esa experiencia me reafirmó que la filantropía, lejos de ser sinónimo de caridad o mera generosidad, es la práctica organizada de donar tiempo, recursos, conocimiento y talento con el propósito altruista de mejorar el bienestar humano. Desde entonces, he mirado el panorama dominicano con una pregunta renovada: ¿cómo podemos fortalecer nuestro propio ecosistema social a la luz de las 4 C de WINGS: Credibilidad, Competencia, Conexión y Colaboración?

Credibilidad: la base sobre la que todo descansa

La credibilidad es el activo más valioso de toda organización social. No se decreta: se gana con coherencia, resultados y transparencia. En un país donde la confianza institucional suele ser frágil, cada entidad que actúa con responsabilidad está contribuyendo a reconstruir ese tejido cívico.

Esa credibilidad se nutre de prácticas de rendición de cuentas, comunicación abierta y cercanía con las comunidades. Cuando las personas perciben que una organización escucha, informa y cumple, la filantropía deja de ser sospecha para convertirse en esperanza. Sin credibilidad, incluso los esfuerzos más nobles se disipan. Con ella, las acciones más pequeñas pueden multiplicar su impacto.

Competencia: del entusiasmo a la excelencia

La segunda C, competencia, recuerda que la pasión no basta. Las buenas intenciones deben convertirse en capacidades técnicas, procesos claros y liderazgo ético. Las organizaciones dominicanas que han logrado sostenerse por décadas, aun con presupuestos limitados, lo han hecho gracias a la profesionalización de sus equipos, la formación continua y la gestión eficiente de recursos.

Esa competencia convierte el compromiso en resultados tangibles. En los últimos años, muchos proyectos sociales, educativos y ambientales del país han elevado sus estándares: planifican, miden impacto y comunican sus logros con rigor. Esa madurez institucional es una forma de rendición de cuentas ante la sociedad y una expresión de respeto hacia quienes confían en ellas.

Conexión: la fuerza de los vínculos

La tercera C, conexión, nos recuerda que la filantropía no prospera en soledad. La transformación ocurre cuando los actores del Estado, la empresa, la academia y la sociedad civil se reconocen interdependientes.

De esa conexión surgen redes, plataformas y alianzas que amplían el impacto colectivo y reducen duplicidades. El diálogo entre sectores es, además, un acto de confianza democrática. Cuando una institución comparte aprendizajes o colabora con otra que trabaja en un campo distinto, el resultado es más que la suma de sus partes: es una cultura de cooperación que fortalece la cohesión nacional.

Colaboración: del vínculo a la acción colectiva

La colaboración es la C que transforma la conexión en resultados. Si la conexión une, la colaboración moviliza. Colaborar implica compartir liderazgo, reconocer fortalezas ajenas y actuar desde la complementariedad. El reciente proceso de diálogo multisectorial sobre los desafíos nacionales demostró que cuando los dominicanos se sientan a escucharse, pueden construir consensos y generar políticas sostenibles. En el ámbito social, ese mismo principio se traduce en alianzas que integran saberes, recursos y voluntades. Cada vez que una organización abre sus puertas a voluntarios, convoca a otros actores o comparte sus metodologías, está practicando la colaboración que transforma.

Una historia que ilumina

En mi artículo El poder del voluntario dominicano (4 de octubre), mencioné brevemente una visita al Patronato Nacional de Ciegos, prometiendo compartir más detalles sobre esa experiencia. Esa promesa se cumple hoy. Durante esa visita, realizada en el marco del Programa de Desarrollo de Competencias Ejecutivas de BARNA, auspiciado por el Centro Nacional de Fomento y Promoción de las ASFL del Ministerio de la Presidencia, pude conocer una institución que encarna las cuatro C.

Fundado en 1964 por el ingeniero Tancredo Aybar y un grupo de visionarios, el Patronato ha sabido pasar del asistencialismo a la incidencia. Su programa de rehabilitación funcional enseña a las personas con discapacidad visual a recuperar autonomía: desde preparar su café hasta desplazarse con bastón o reconocer objetos por sonido. Su presidenta, doña Mirka Morales, y su directora, Lucía Luzón, narran con emoción los avances de quienes allí aprenden a “ver con el corazón”.

Esa labor combina credibilidad (una trayectoria intachable), competencia (personal técnico y metodologías probadas), conexión (alianzas con universidades y hospitales) y colaboración (voluntarios locales e internacionales, entre ellos de AFS). Su historia demuestra que las 4 C no son un ideal lejano, sino prácticas cotidianas que dignifican vidas y fortalecen al país.

Diplomacia pública y orgullo nacional

La reputación internacional de la República Dominicana no depende solo del Estado, sino también de su sociedad civil. Cada organización que actúa con transparencia, excelencia y espíritu solidario está haciendo diplomacia pública desde lo local. La credibilidad y la competencia de nuestras instituciones sociales son parte de la voz que el país puede alzar en el Caribe y en el mundo. Cuando una organización dominicana inspira confianza dentro y fuera del país, está representando nuestra identidad: una nación solidaria, creativa y resiliente, capaz de convertir la empatía en resultados.

Conclusión: una brújula dominicana para el futuro

Las 4 C de la filantropía: Credibilidad, competencia, conexión y colaboración son más que un marco conceptual. Son una hoja de ruta para consolidar el futuro del sector social dominicano. Nos invitan a construir confianza con hechos, a profesionalizar el servicio, a trabajar en red y a entender que la filantropía es mucho más que un acto de generosidad: es la práctica estructurada de donar tiempo, dinero, experiencia o talento con el propósito altruista de mejorar el bienestar humano.

Cada organización que vive esas cuatro virtudes fortalece no solo su misión, sino también la reputación del país. Porque la verdadera transformación no ocurre en los discursos, sino en los actos que devuelven dignidad y esperanza.

Tal como adelanté en De la evidencia a la acción: midiendo la filantropía (20 de septiembre), aún nos falta avanzar hacia una cultura de medición y aprendizaje colectivo. En un próximo artículo profundizaré en cómo la credibilidad del sector social dominicano puede fortalecerse a través de la evidencia, la transparencia y la demostración de impacto real.

La invitación es clara: evaluemos nuestras iniciativas bajo el lente de estas cuatro virtudes. Si cuidamos las 4 C, la filantropía dominicana no solo será más sólida, sino también un reflejo de la mejor versión de nosotros mismos.

Pablo Viñas Guzmán

Educador, gestor cívico

Pablo Viñas Guzmán es director ejecutivo de AFS Intercultura en República Dominicana, gestor cívico y educador. Desde esa posición lidera programas de intercambio educativo, formación de jóvenes líderes, cooperación intersectorial y participación ciudadana. Es líder de GivingTuesday en República Dominicana y forma parte de su red global, además de presidir la Junta Directiva de Alianza ONG y participar activamente en otros espacios de articulación del sector social. Ha sido consultor y conferenciante en diplomacia pública, educación global, voluntariado internacional y fortalecimiento institucional en América Latina, Europa y Asia. Ha diseñado y ejecutado programas con el apoyo de agencias de cooperación y organismos internacionales, y ha colaborado con iniciativas de la Unión Europea, WINGS y otras plataformas en la consolidación de ecosistemas filantrópicos en el Caribe. Cuenta con formación en Derecho, Negocios Internacionales, Liderazgo Cívico y Diplomacia, y es egresado del Programa Executivo en Estrategia de Impacto Social e Innovación de la Universidad de Pensilvania.

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