La selva tiene sus leyes eternas, inmuta­bles. Para poder sobrevivir, los animales débiles deben saber disimularse en el color del follaje. Deben aprender a saltar a la velocidad del rayo, de una rama a la otra, y recorrer kilómetros, si fuera necesario. Si eres animal de montaña, no salgas nunca a la llanura. Si tus garras no están afiladas, nunca lances un zarpazo al león. Si tu vis­ta no alcanza las nubes, no trates de vigilar al águila… Son leyes de la selva, eternas, in­mutables, dialécticas. Quien trata de violar­las, solo tiene una suerte en su futuro: la muerte. (Por cierto, en la selva política rigen las mismas leyes).

Ramón Colombo

Periodista

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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