UNESCO. París, France

La Segunda “Guerra Mundial”, cuyo escenario central fue Europa, fue trágica, cruel e insensata para todos los países envueltos en la contienda. Muchos fueron desbastados moral y físicamente. Todavía quedan traumas. Fue una guerra de poder, política e ideológica. En su plenitud, en 1942, se reunieron representantes de diversos países en Inglaterra para evaluar su impacto y efectos en el campo de la educación, la ciencia y la cultura, para asumir conciencia plena se la situación real y comenzar a elaborar propuestas para su recuperación.

Tres años después, al terminar la guerra en noviembre de 1945, las Naciones Unidas convocaron y organizaron una conferencia internacional en el área de la educación, la ciencia y la cultura.  Estuvieron presentes 40 Estados, 37 de ellos firmaron un documento donde quedó constituida la Organización de las Naciones Unidas para la educación y la cultura, identificada como la UNESCO, entrando en vigencia un años después. La República Dominicana no estuvo presente en esta asamblea, pero firmó su integración en noviembre de ese mismo año.

El 14 de mayo de 1954, fruto de las vivencias trágicas de la Segunda Guerra “Mundial”, fue aprobada la Convención para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado. En base a las conceptualizaciones vigentes de la época, fue priorizada la visión parcial de privilegiar los patrimonios materiales y monumentalistas de cada país.

Aunque seguía prevaleciendo aspectos materiales y arqueológicos, comenzó realmente a transformarse esta visión tradicional al revalorizarse el plan para el estudio de las tradiciones orales africanas con motivo del Primer Festival de Artes del Pacifico en 1972.

La División de Patrimonio Cultural y la Comisión de Marruecos para la UNESCO propusieron que se creara una distinción internacional a fin de llamar la atención sobre ejemplos destacados de esta forma de patrimonios para ser reconocidos como “obras maestras oral e intangibles de la humanidad”, la cual fue aprobada en el 1997 e implantada un años después.

Pero algunos países entendían que esto era una discriminación, porque podía interpretarse que estas obras maestras escogidas eran “superiores” a las no escogidas, cuando en realidad esto no correspondía antropológicamente a la verdad. Por eso, al celebrarse la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales en México, en 1982, se planteó de manera directa de que no existían culturas “superiores” ni culturas “inferiores”, que solamente existían culturas diferentes en la diversidad y “que cada pueblo tiene su propia identidad, la cual tiene que defender y realizar con orgullo la revalorización de su patrimonio cultural”. Entonces se eliminaron lo de “obras muestras” porque no era posible la comparación porque cada una tenía valor en sí misma, se acordó entonces hacer “un listado” de patrimonios orales e intangibles de la humanidad.

En los primeros momentos se escogieron 90 patrimonios a nivel mundial.  Desde el 2001 dominicana consiguió ser incluida en este listado el espacio cultural de la cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella, luego el Teatro Popular Danzante de los Guloyas de San Pedro de Macorís, siguiéndole como patrimonios el Merengue, la Bachata y finalmente el Cazabe.   La zona colonial de la ciudad de Santo, había sido escogida como patrimonio mundial, por ser la ciudad más antigua de América.

Hace unos días, exactamente el 3 de septiembre del presente, el periodista Juan Aníbal Arrendel Núñez, según el periódico digital Al Momento, le solicitó a Roberto Ángel Salcedo, actual ministro de Cultura que elevará una solicitud formal a la UNESCO para que la Güira pasara a ser candidata para entrar en el listado oficial como patrimonio oral e intangible de la humanidad.

El periodista Arrendel Núñez argumentaba que la güira “es un instrumento nacido de las raíces Tainas, que ha evolucionado en nuestra tierra, el cual es un pilar del merengue, género que ya abstenta este reconocimiento desde 2016”.

La güira -sigue diciendo el periodista- no solo es un instrumento, es un símbolo de alegría, de creatividad y sincretismo cultural, que resuena en cada rincón del mundo”.

Linda jefe Guloya

“Proponemos que la güira sea reconocida como parte de la marca-país del mundo que sólo las güiras fabricadas en la República Dominicana, bajo estándares de calidad y autenticidad lleve el logo oficial de marca-país”.  Y, por último, plantea de muy buena fe que “hagamos que la güira sea un emblema universal de la dominicanidad”.

Yo no tengo dudas de que es una petición sincera, elevado por un apasionado, como el etnomusicolo brasileño que realizó una ponencia en un evento internacional sobre músicas y el merengue en el Centro León de Santiago de los Caballeros, el cual estaba fascinado revalorizando las virtudes instrumentales de la güira.  Alguien incluso escribió un manual para aprender a tocarla y aunque equivocadamente algunos crean que el güirero no es músico, desmentido por el mejor güirero del país, conocido como José Castillo Méndez, del grupo Convite.

La UNESCO, Roberto Ángel Salcedo y la güira

Grupo Convite.

Aquí no solo existe “la” sino “las” güiras que, de acuerdo don Fernando Ortiz, en Cuba, la güira vegetal es de origen indígena y la güira de metal (que algunos llaman güiro), es africana. Demostrar la afirmación de su identidad indígena en el país está en discusión.  Además, en todos los países del Caribe las güiras están presentes, lejos de ser un instrumento único, de identidad dominicana. A veces, la idealización, al margen de la ciencia traiciona a la pasión. ¡Cuidado! que no ocurra como aquella vez, cuando un exministro de Cultura llevó la candidatura musical a la UNESCO sobre el Son, al margen de los cubanos, desconociéndose incluso un supuesto Son dominicano. ¡Nos ganamos el Oscar de la ridiculez, para no usar otro término!