Llegáronse al parque los amantes. Con ternura. A plena luz de una tarde ancha, luminosa y fresca. Una tarde para la ternura. Ella sentada en la yer­ba, a piernas extendi­das. El, recostado en su regazo. Los amantes de hoy, de ayer y de siempre, los amantes del amor que vindica el inalienable derecho a la ternura, que se resume en un ligero beso a flor de la­bios…En eso llega un policía que les or­dena tajantemente cancelar el beso, porque "es una falta a la moral pública". (Lo vi ayer en la tarde. Y de pronto me llené de espanto: sucede que aquí lo inmoral es la ternura pública de los amantes que aman el amor, ¡la realización más alta de lo humano!).

Ramón Colombo

Periodista

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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