Un seísmo de alta magnitud se está produciendo en Europa. Las presentes generaciones de postguerra no lo habían presenciado. Estados Unidos ha sido el mayor protector de los europeos en materia de defensa. Los europeos se dedicaron (1945-2025) a una vida de confort de su clase media mientras los estadounidenses cargan con los gastos de seguridad y defensa.
Estados Unidos es el país que más invierte en la OTAN, destinando aproximadamente 895.600 millones de euros a su presupuesto de defensa en 2024. Esta cifra representa alrededor del 3,38% de su PIB, lo que lo convierte en el principal contribuyente de la alianza.
En 2024, el gasto promedio en defensa de los países de la Unión Europea alcanzó aproximadamente 326.000 millones de euros, lo que representa alrededor del 1,9% del PIB combinado de la UE. Esto es muy bajo en relación a la inversión de Estados Unidos que es de un 3,38%. El presidente Trump ha exigido una mayor proporción en el gasto de la OTAN; la amenaza latente de salir de la OTAN es sencillamente en términos económicos ahorrarles los estadounidenses una parte de ese dinero.
Contrario a lo que usted puede pensar, el país con mayor inversión de su PIB en defensa es Polonia, que destinó el 4,1% al gasto militar en el año 2024. No es casual, Polonia está en la mira estratégica de Rusia.
La locomotora industrial de Europa, que es Alemania, recientemente hizo un cambio copernicano. Aprobó una reforma constitucional que permite el rearme alemán, la inversión en infraestructuras, en tecnología potenciará la industria interna, por ejemplo: desde la asunción de Trump las empresas militares han subido más de un 70% cobrando nuevo impulso con las reformas alemanas.
La Ley fundamental permitirá la inversión por un billón de euros, como gasto inicial. Es un plan a doce (12) años. Además de ofrecer posibilidades de endeudamiento a los 16 estados federados, esto está unido a la propuesta de la Comisión Europea, que propone una inversión de 150.000 millones de euros para compras conjuntas, grandes proyectos y el apoyo de los Estados miembros a Ucrania.
El Eurobarómetro publicado esta semana tiene unos resultados que son indicadores importantes, debido a que esto plantea un cambio en la visión y conciencia de los ciudadanos y aporta legitimidad a la nueva política de seguridad y defensa que se implementa.
Es necesario hurgar en las datas de la investigación. Según Eurobarómetro, ahora el 66% quiere que la UE juegue un papel más relevante en su protección frente a crisis globales y riesgos de seguridad. Dentro ese componente, la defensa y la seguridad escala a un nivel del 36% y ese porcentaje seguirá en aumento.
El europeísmo comienza a ser respaldando por un 74% de los ciudadanos, quizás porque ha llegado el momento de que Europa entienda que no sobreviviría a las amenazas globales sin una sólida defensa. Solo Francia tiene una verdadera capacidad nuclear en la unión, con capacidad disuasiva real.
Hoy los europeos reflejan un nivel de apoyo a la unión, elevándolo a un 89%; un apoyo sólido. El Eurobarómetro destaca el apoyo a la paz (45%), a la democracia (32%) y a la protección de los derechos humanos dentro y fuera de la UE (22%).
Lo aquí planteado deja claro, primero, que Europa se encamina hacia una defensa propia de sus intereses estratégicos, independientemente de la OTAN, que propiciará que sea redefinida de manera drástica en el escenario mundial.
En segundo lugar, que los europeos, para sobrevivir en un mundo global complejo, necesitan unificar gastos de defensa y agendar reformas institucionales hacia un marco jurídico de compromisos comunes.
Tercero, necesitarán nuevos mercados y aperturas; colaboración estratégica con otros destinos, como por ejemplo América Latina, Canadá e India.
Para nosotros es importante la permanencia bien apuntalada de los valores democráticas, la paz y los derechos humanos con ellos. Seguimos aferrados a la esperanza, aunque de manera inverosímil se esté analizando los nuevos gastos de defensa.
Se habla de la impensable reforma de la Constitución de Alemania. La esperanza está en el desarrollo de un equilibrio estratégico que detenga el afán de conquista imperial, porque de lo contrario no hay palabras para describir el mundo que viene.
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