El seguimiento a la prensa escrita, a la prensa digital, a la radio y a las redes sociales confirma la presencia del tema educativo como foco de opinión y de análisis. Evidencia, también, la diversidad de concepciones y de valoraciones que existen respecto de la educación dominicana. Al abordar este tema, se constata el concepto que se tiene de los docentes del país. En pocos medios se abordan las condiciones en que laboran los docentes. A nadie le importa el trato que reciben de directivos, de los mismos estudiantes y de padres y madres. A nadie le importa el trato que reciben de diversos medios de comunicación. Mucho menos le importan las tensiones que se producen por el irrespeto de estudiantes y de técnicos. Pero, esa situación debe importarle al sector educación y a los demás sectores de la sociedad.

Esta articulista no pretende justificar las deficiencias que tienen los docentes del país. Tampoco intenta legitimar prácticas que violentan la ética y la convivencia en las instituciones educativas. Pero, desea que haya mayor sensibilidad para contribuir a la superación de aquellos factores que atentan contra la salud mental de los docentes. Éstos son seres humanos; son personas y, por tanto, sienten, viven y sufren. Los análisis que se hacen, en diversas ocasiones, los reducen a una cosa, a un ser sin alma. Estos enfoques elevan su inseguridad y la baja autoestima. Su fortaleza se observa, generalmente, cuando responden a las consignas del sindicato. A nivel personal, es más visible su fragilidad.

La salud es un bien al que todos tenemos derecho. Los docentes, por el tipo de trabajo que realizan, necesitan paz y armonía, mental y ambiental. Su trabajo requiere condiciones laborales, familiares y sociales que les permitan paz interior y exterior. Por ello, la importancia de las relaciones que establecen con los estudiantes, con sus pares y con los equipos directivos. Asimismo, adquiere relevancia su capacidad para gestionar los conflictos que impactan su práctica en el centro educativo, en la comunidad educativa y en su entorno familiar. En la medida en que avanzan los tiempos, los estudiantes experimentan cambios, lo que requiere del docente adecuación de sus concepciones y métodos para el trabajo. Unido al cambio de herramientas, ha de darse el cambio de mentalidad.

Si los docentes le dan un vuelco a la metodología, a los contenidos y a los referentes de apoyo sin establecer ruptura con una comprensión desfasada de la docencia, de la gestión del aula y del grupo, su salud mental se deteriora progresivamente. El aula se convierte en una caldera, porque los estudiantes podrían asumirse como sujetos más actualizados que sus docentes. Esta discrepancia cotidiana altera las emociones, la estabilidad del docente. En un ambiente de tensión permanente, la salud mental de los docentes se afecta y sus resultados son demoledores para los aprendizajes de estudiantes, de docentes y del centro educativo.

La salud mental de los docentes no tiene espera. Es necesario que se apliquen las políticas educativas que han de cuidar la salud de los docentes. Estos actores singulares del quehacer educativo requieren más atención en esta dimensión. Resultados de investigaciones del quinquenio indican que el índice de violencia se eleva en las aulas y en el centro educativo. La violencia es contraria a la salud mental de estudiantes, de docentes y de directivos. Este artículo pone el acento en los docentes, porque, generalmente, se piensa, se planifica y se aplica aquello que favorece a los estudiantes. Sucede lo contrario respecto a los docentes. Parecería, que, como son adultos, el Estado no tiene que hacer nada.

Sí, el Estado debe invertir en la salud mental de los docentes. La Asociación Dominicana de Profesores, también, debe invertir en la salud mental de estos actores de la educación. Es tiempo de ponerle límite al deterioro emocional y mental de muchos profesores. Los ciudadanos hemos de colaborar para que la paz de los centros educativos y de la sociedad favorezca la salud integral de la población estudiantil y de los docentes. Estos necesitan más cuidado y apoyo para tener un desempeño eficiente y coherente con las necesidades del país. Lo mejor es actuar a tiempo. Son humanos que demandan atención en este aspecto. La demora agrava la situación y deteriora su persona y su trabajo.

Dinorah García Romero

Educadora

Investigadora del Centro Cultural Poveda - Directora  del Proyecto: Instituto Superior de Estudios Educativos Pedro Poveda. - Titular de Formación continuada en el Centro Cultural Poveda. - Docente del  Máster en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano en Contextos Multiculturales,  Universidad de Valencia-Universidad Autónoma de Santo Domingo. - Co-Directora de Tesis en el Programa de Doctorado en Educación, Universidad de Valencia-Universidad-Autónoma de Santo Domingo.  

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