La visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, a Santo Domingo no es un gesto simbólico ni una “intromisión” disfrazada. Es un mensaje claro: la República Dominicana no está sola en un Caribe donde el crimen organizado, el autoritarismo y la migración forzada avanzan más rápido que los presupuestos y capacidades de los Estados democráticos.

De fondo hay una visión estratégica que comparten dos figuras claves en Washington: Marco Rubio, actual secretario de Estado, exsenador y uno de los mayores expertos en asuntos del Hemisferio Occidental, y Hegseth, que entiende que la seguridad regional ya no admite medias tintas. Ambos parten de la misma premisa: si las democracias no cooperan, sus enemigos sí lo harán.

Rubio lo ha advertido durante años: carteles fortalecidos por Caracas, redes de trata expandiéndose en el Caribe y una presión migratoria que erosiona instituciones. Nada de esto es teoría. Está pasando ahora. Y la República Dominicana lo vive en carne propia: un país exitoso y estable rodeado de crisis que no produjo, pero que inevitablemente le afectan.

Por eso la cooperación con Estados Unidos no es una cesión de soberanía, sino un refuerzo de la capacidad dominicana para protegerla. Acceso a vigilancia aérea y marítima, interdicción, logística y apoyo técnico no sustituyen al Estado dominicano: lo multiplican. En un momento en que los carteles operan con presupuestos que superan a los de muchos países, creer que el DR puede enfrentarlos sola no es patriotismo; es ingenuidad.

En términos que Víctor Davis Hanson podría usar: la historia demuestra que el orden no se mantiene con declaraciones, sino con alianzas. Y las más exitosas son aquellas entre democracias que se respetan y se necesitan mutuamente.

La decisión del presidente Luis Abinader de abrir cooperación operativa con Estados Unidos es, por tanto, un acto de liderazgo, no de dependencia. Un país que defiende su prosperidad, su territorio y su futuro actúa con aliados, no aislado.

La República Dominicana ha escogido bien. En un Caribe donde el desorden avanza, Santo Domingo y Washington están construyendo algo distinto: seguridad compartida, responsabilidad compartida y un mensaje inequívoco a quienes lucran del caos.

La libertad se defiende. Y hoy, la República Dominicana ha dejado claro que no piensa defenderla sola.

Ronald L. Glass

Diplomático

Exdiplomático estadounidense | Líder de Desarrollo Internacional | Experto en Gobernanza, Seguridad Nacional, Estado de Derecho y protección de los Derechos Ciudadanos | Impulsando los intereses estadounidenses y la resiliencia institucional en Centroamérica. Ronald Glass es analista especializado en asuntos internacionales y amenazas emergentes, y autor galardonado del guion de ciencia ficción sobre inteligencia artificial “The Realms – Samsara.”

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