La expansión de la iguana verde (Iguana iguana) en República Dominicana y Puerto Rico se ha convertido en una de las problemáticas ambientales más urgentes del Caribe insular. Introducida inicialmente como mascota o especie ornamental, esta iguana —originaria de Centro y Suramérica— encontró en ambas islas un entorno ideal para reproducirse sin control, gracias a la ausencia de depredadores naturales, su intensa capacidad reproductiva y su adaptación sorprendente a ambientes urbanos, agrícolas y silvestres.

Una especie invasora que avanza sin freno

En República Dominicana, lo que comenzó como un capricho de muchachos al comprar estas iguanas como mascotas se ha convertido en un problema de enormes dimensiones. Se especula que los primeros especímenes fueron soltados en zonas como Baní y áreas costeras del sur debido al gran tamaño que pueden alcanzar (hasta dos metros de longitud). Su presencia comenzó a generar preocupación cuando se comprobó que competía directamente con las iguanas endémicas del género Cyclura, especies en peligro crítico de extinción y esenciales para la dispersión de semillas en ecosistemas secos del país.

En Puerto Rico, la situación es aún más dramática. Desde la década de los 80, la iguana verde se ha multiplicado exponencialmente hasta convertirse en una de las especies invasoras más problemáticas del territorio. Sus madrigueras han debilitado carreteras, bordes costeros y estructuras aeroportuarias, mientras que en la agricultura los daños a cultivos como pepino, lechuga y plantas ornamentales se han vuelto recurrentes.

Impactos ambientales y económicos

Los efectos de esta invasión son amplios y multifactoriales:

Amenaza a la biodiversidad nativa

La iguana verde compite por alimento y espacio con reptiles endémicos, consume huevos de aves y puede alterar la regeneración de plantas al alimentarse de flores y frutos. Para islas con ecosistemas frágiles, cualquier alteración en la cadena ecológica puede tener consecuencias duraderas.

Pérdidas agrícolas

Tanto en Puerto Rico como en República Dominicana, agricultores reportan daños continuos en sembradíos. La especie devora plántulas y vegetales tiernos, obligando a los productores a implementar barreras, mallas protectoras y sistemas de control que aumentan los costos de producción.

"Las iguanas pueden ser portadoras de bacterias, parásitas y patógenas", indica el autor y fotógrafo.

Riesgos para la infraestructura

Las iguanas excavan madrigueras profundas que pueden comprometer cimientos, carreteras, bordes de canales y estructuras costeras. En Puerto Rico se han registrado incidentes en aeropuertos y zonas turísticas donde las densidades poblacionales superan los cientos de individuos por hectárea.

 Salud pública y saneamiento

Aunque no se consideran agresivas, las iguanas pueden ser portadoras de bacterias, parásitas y patógenas. Sus heces en techos, jardines o sistemas de captación de agua representan un riesgo sanitario, especialmente en áreas urbanizadas.

República Dominicana prohibió la importación, comercialización y cría de la iguana verde, reconociendo su impacto ecológico. Sin embargo, especialistas advierten que el país aún carece de un sistema nacional de monitoreo y respuesta que permita cuantificar su expansión y diseñar estrategias de control efectivas.

Puerto Rico, con una trayectoria más larga enfrentando la especie, desarrolló un Plan de Control de la Iguana Verde que incluye manejo poblacional, educación pública, control en zonas críticas y campañas para evitar la liberación de mascotas en la naturaleza. Aun así, la magnitud del problema supera la capacidad de respuesta de las agencias ambientales.

¿Es posible controlar la invasión?

La erradicación total es prácticamente imposible debido a que una sola hembra puede poner entre 20 y 70 huevos al año; no tienen depredadores, se adaptan tanto a bosques como a ciudades; el comercio informal continúa en algunos lugares del Caribe.

Los expertos coinciden en que la única vía es un manejo constante, que incluya:

Monitoreo poblacional en zonas invadidas, captura y control en áreas de alto impacto, campañas educativas para desalentar su tenencia como mascota, cooperación internacional entre islas afectadas, protección activa de las iguanas endémicas del Caribe y la cacería controlada específicamente para esta sola especie. Por si las dudas, la iguana verde se consume tradicionalmente en varios países de América Latina, como México, Panamá, Colombia, Nicaragua y Puerto Rico, donde su carne se considera un manjar.

"En Puerto Rico, la situación es aún más dramática. Desde la década de los 80, la iguana verde se ha multiplicado exponencialmente hasta convertirse en una de las especies invasoras más problemáticas del territorio", señala el autor de esta "Cápsula fotográfica".

La expansión de la iguana verde en República Dominicana y Puerto Rico es un ejemplo claro de cómo la introducción accidental o irresponsable de una especie puede transformar ecosistemas enteros y generar enormes costos ambientales, económicos y sociales. Abordar esta problemática requiere políticas públicas sostenidas, investigación científica continua y una ciudadanía consciente de los impactos que trae consigo la presencia de especies exóticas invasoras.

*Es de vital importancia que no se confunda con nuestras iguanas de roca ni con reptiles nativos y endémicos de la isla.

Martín Rodríguez Amiama

Ingeniero, Magister Administración de Empresas, Artista del Lente reconocido con algunos de los premios más importantes del país. Invito a descubrir lo cotidiano e invisible a través de mis ojos, experimentar la belleza, la complejidad y diversidad de la vida capturada en cada foto.

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