El siglo XIX representa un período de transformación fundamental en la historia de la odontología dominicana, un siglo que encapsula el paso de una práctica artesanal y desregulada a una disciplina incipiente, con aspiraciones de profesionalización. El hito que marcó la transición del oficio a la profesión fue la publicación de la Ley del Juro Médico en 1883, la cual estableció por primera vez requisitos formales para la práctica dental. Este marco legal, a su vez, sentó las bases para el logro más significativo de la época: la fundación de la primera Escuela de Odontología en 1899 en el Instituto Profesional de Santo Domingo, que posteriormente se convertiría en la hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
La trayectoria de la profesión estuvo definida por una notable dependencia de la influencia externa. La llegada de dentistas extranjeros y el regreso de dominicanos formados en universidades foráneas fueron los principales catalizadores que introdujeron conocimientos, técnicas y herramientas avanzadas. Estos pioneros no solo elevaron el estándar de atención, sino que también impulsaron la necesidad de una estructura gremial y académica formal, culminando en la institucionalización de la carrera. De esta manera, el siglo XIX se erige como el cimiento indispensable sobre el cual se construyó la odontología moderna en la República Dominicana.
En los albores del siglo XIX y durante la Ocupación Haitiana, los cuidados dentales en la República Dominicana estaban casi exclusivamente en manos de individuos con escasa o nula formación académica, a los que se consideraba como practicantes del oficio. Esta denominación, utilizada también en otros países de la región, ilustra el estatus de la odontología como un oficio, no como una profesión médica. En 1813, mientras un médico debía ser graduado de bachiller, un cirujano-dentista podía ser analfabeto, lo que muestra el bajo nivel de consideración y la falta de exigencia académica de la época. La ausencia de profesionales calificados y de un sistema de salud organizado se manifestaba en la grave realidad de la salud bucal de la población. Los problemas dentales más comunes de la época eran el desgaste de las superficies dentales, el dolor de diversos orígenes y los traumas, para los cuales no existían diagnósticos ni tratamientos efectivos. Las soluciones ofrecidas, como las extracciones masivas, reflejaban una odontología reactiva, no preventiva, enfocada únicamente en el alivio inmediato del dolor más que en la conservación de la salud oral.
El proceso de institucionalización del siglo XIX culminó con la fundación de la primera "Cátedra de Cirugía Dental" en el Instituto Profesional de Santo Domingo en 1899. Este evento representa el logro más importante de la época, transformando la práctica dental de un oficio en una carrera académica con un currículo formal. La escuela, ubicada en la calle Isabel la Católica, esquina Pellerano Alfau, en la Zona Colonial, otorgaba a sus graduados el título de "Cirujano Dentista". El primer cuerpo docente, considerado la primera élite académica de la odontología dominicana, estaba compuesto por distinguidos profesionales, entre ellos el Dr. Alcibiades Ramírez, el Dr. Diogenes Mieses Lara, el Dr. Julio Ernesto Lyon y el Dr. Manuel de Jesús Pellerano. Este evento no fue un salto repentino, sino el resultado lógico de una progresión. La odontología dominicana no evolucionó de la noche a la mañana de la barbería a la academia. Hubo un período intermedio de casi 50 años en el que la práctica profesional existía de forma aislada y no regulada. Ya desde los inicios del siglo XX la odontologia dio importantes pasos de avance, hacia la modernizacion de los gabinetes dentales al incorporar las mas novedosas tecnicas del momento.
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