Para luchar no sólo se requiere malestar e indignación, también hay que creer en la utilidad de la acción colectiva.
Los medios de comunicación y la sociedad que promueven la falta de crítica, quedan pasmados y muertos de admiración cuando ven que una sociedad puede ir más allá que las distracciones que ofrecen a través de programas que no representan ni un ápice de criticidad social, sino que corresponden a esa malversación del orgullo patrio que llamamos circo.
En el día de ayer muchos dominicanos decidieron marchar hacia el hoyo de Friusa, preocupados por el desbordamiento de la migración ilegal haitiana y en eso tienen razón.
A pesar de que el presidente Abinader, al inicio de su primer mandato, asumió un discurso nacionalista en foros internacionales denunciando la situación que padece Haití, posteriormente abandonó todo y pareciera que el tema dejó de importarle.
La situación que vive Haití es precaria, la inseguridad es terrible y continúan sin autoridades elegidas mediante elecciones lo que convierte ese país en un estado fallido y, por consiguiente, aumentará la presión sobre la República Dominicana porque, como he dicho antes, incluso yo si fuera haitiano trataría de salir de ese país.
Ahora bien, me parece que la marcha de ayer, ha puesto en evidencia un problema para mí mayor, pues, sin lugar a dudas, las luchas del pueblo son asumidas por grupos tendenciosos cuyo interés va más allá de la marcha como tal.
Hasta hace poco todo el mundo veía la marcha verde como un referente hasta que algunos de sus promotores aceptaron puestos en el gobierno y muchos de sus principales voceros, según perciben muchos grupos, enmudecieron cuando ganó el gobierno actual, por consiguiente el objetivo final, según concluyen, no era la corrupción, sino sacar al PLD del poder. La misma conclusión han llegado también con lo sucedido en la Plaza de la Bandera.
Marcha Verde y Plaza de la Bandera parecían una bifurcación que se abría en la sociedad dominicana después de muchas decepciones. La oposición de ese momento (hoy gobierno) apoyaban cada paso, cada gota de sudor y desde sus diferentes tribunas animaban la población a asistir porque había que marchar.
Es importante decir que un movimiento de estas características precisamente surge porque se han descontado las posibilidades electorales de cambio cada vez que emiten un voto por alguien que se supone transformará la realidad y resulta siendo más de lo mismo.
Ahora llegó la marcha del hoyo de Friusa y todo pareciera de que existe una guerra de marchas: los que anteriormente animaban estas metodologías hoy las reprochan y los afectados de las anteriores la promueven.
Los de antes, conscientes de que la estrategia da resultados, se envuelven en ella ahora porque anteriormente no podían, esta es la manera de decirle al gobierno también ustedes tienen debilidades y también a ustedes le hacen marchas.
En esos espacios la resistencia y la voluntad de detener lo que está mal visten de colores patrios las calles que reclaman el derecho a la vida, al trabajo, a la dignidad humana. Pero, diluido en ese mar inmenso de rabia y esperanza, también se cuelan los que le hacen la guerra a los que hoy tienen lo que ellos ansían y eso, justamente eso, es lo que finalmente termina dañando lo que debiera ser hermoso
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