No, déjese de cosas y haga algo: Despójese a como dé lugar de la camisa de fuerza de las ocho columnas cotidianas sobre esto y aquello. Aquí está octubre y ahí está su luna, imponente por encima de dichos, de causas y tragedias. Haga algo urgente, es necesario: No busque lo que pasó ayer, desprecie un instante lo que pudo haber sido. Métase irresponsablemente en el rielar de las siete o las diez, de mar y luna. Ande, no pierda tiempo en estos primeros días de octubre: Miré al cielo como si no pasara el tiempo. Sépalo: Todavía existe octubre y es más grande la luna.
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.