La Real Academia de la Lengua indica que gestión es acción y efecto de gestionar; a su vez, considera que gestionar es hacer diligencias, llevar adelante un proyecto, administrar. Cada una de estas acciones posee un alto significado. La significancia se eleva más cuando cada acción responde a ejes rectores de una misión que busca, ante todo, contribuir a la mejora sustantiva de personas, entidades, ecosistemas y procesos. El impacto de esta misión muestra evidencias que distinguen a los estudiantes y al personal académico, técnico y administrativo del Instituto Superior de Estudios Educativos Pedro Poveda (ISESP). Tres notas distintivas se entrelazan y constituyen un tejido del cual brota consistencia académica, un trayecto ético-crítico y una opción transformante de racionalidades excluyentes y que banalizan la educación superior.
El ISESP es una institución joven, pequeña, con ideales y prácticas nobles. Nace en el 2016 bajo la mirada lúcida y anticipadora, del Centro Cultural Poveda. Se edifica con base en una filosofía institucional esperanzadora, con una propuesta socioeducativa para deconstruir y recrear la educación superior. De igual manera, se propone promover la construcción de la identidad de un docente que se constituye procesualmente como sujeto que supera la dependencia y desarrolla responsabilidad social y política. El compromiso es tomar distancia de posturas que multiplican el pasado, viven del presente y obvian los futuros. El ISESP, una institución imperceptible por su juventud y tamaño; inspiradora, por su compromiso con una ciencia accesible y una formación científica, humana, humanizadora. Es una institución marcada por una espiritualidad de encarnación, que sostiene un diálogo permanente con su entorno para construir con otros y reaprender desde cada contexto.
La gestión como arte en el ISESP ofrece múltiples posibilidades. Ante todo, permite construir en tiempos difíciles. Nos prepara para afrontar con equilibrio y elegancia dificultades del contexto, de sostenibilidad, de la desigualdad; y de las exclusiones sociales y político-económicas del país. Pero, la dimensión artística de la gestión nos lleva a unir las miradas, a reconocer y a construir desde las diferencias, a trenzar energías. Asimismo, nos conduce a descubrir nuevos sentidos socioeducativos, ético-políticos y científicos. El arte de gestionar permite, también, una lectura escudriñadora y libre de los hechos y de los acontecimientos cotidianos en las instituciones de educación superior.
Gestionar en tiempos difíciles, como hubo que hacerlo en el período de la COVID-19, nos puso en contacto, en el ISESP, con lo más sagrado y valioso de los estudiantes y del personal; así como con lo más noble de los amigos, de los colaboradores y de los que disienten de nuestras concepciones, enfoques y práctica. Se aprenden lecciones nuevas sobre la solidaridad y la importancia que tiene la construcción de pensamiento común. Se aprende, además, de los riesgos personales y colectivos que se generan cuando la Academia se desconecta de las necesidades y de los sufrimientos de los actores. Constatamos que la calidad académica y científica está mediada por la calidad humana y humanizante de los procesos, de las decisiones y de las políticas institucionales.
La gestión como compromiso lleva al ISESP a evaluar su forma de pensar y de desarrollar la educación superior. Esta práctica fortalece su capacidad de autocrítica para redescubrir fortalezas y asumir las mejoras que su hacer le demanda. En todo el trayecto, la gestión del ISESP reconoce avances y acciones emprendedoras. De la misma forma, potencia el pensamiento creativo. Se palpan fragilidades que desafían e interpelan. Se recorre un camino caracterizado por la cercanía y el apoyo de personas, de entidades, de plataformas sociales, de organizaciones comunitarias; y de asociaciones académicas, científicas y culturales.
El ISESP, al participar en la gestión de asociaciones de universidades y de institutos de educación superior, aprende a construir con otros gestores y académicos. Por ello, va dando pasos firmes; vive con fuerza un compromiso sostenido con una educación superior, con evidencia científica en su práctica, fiel a su misión y a las necesidades de la sociedad. Este compromiso ha de ser más fuerte cada día con el cuidado de la institucionalidad. Además, con la gestión ética de los bienes y servicios que ofrecen la cultura digital y la Inteligencia Artificial. El compromiso ha de ser mayor con la instauración de una cultura investigativa seria y orientada a resultados que resuelvan problemas.
La gestión como arte y compromiso en el campo de la educación superior genera, en los que participan de ella, un deseo más intenso de aprender y de aplicar las lecciones de vida que se reciben cada día. De otra parte, los participantes experimentan una gratitud inmensa por la diversidad de experiencias que les toca vivir e impulsar. Y, además, sienten mayor impulso para acoger y transformar en libertad los correctivos que han de hacer para que la gestión constituya un proceso formativo, dignificante e innovador.
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