Decía en el artículo anterior que, al orientar su industria a la producción de artículos de alta tecnología, siendo China un país tan grande, tarde o temprano sus productos inundarían los mercados internacionales, con la posibilidad de generar recelo al afectar las industrias de otros países; esto hizo que los Estados Unidos volcara su guerra económica al área tecnológica, restringiendo el acceso chino a los semiconductores y a los medios para su fabricación.
Apuntar más alto. La solución para ello consistió en desarrollar ramas industriales que la convirtieran en imprescindible: producir cosas que los demás necesitarían, pero que solo China tuviera, tal como había hecho Estados Unidos con la tecnología del microchip y Europa con las herramientas para su fabricación. Tal cosa fue crucial para que Xi Jinping le doblara el pulso a Trump con su guerra arancelaria.
Reorientó su industria hacia los minerales críticos, las energías limpias, trenes y aviones de última generación y transporte eléctrico. El citado artículo de Foreign Affairs continúa con el párrafo siguiente:
“El triunfo de Xiaomi en los circuitos fue un símbolo del sorprendentemente rápido ascenso de China hacia el dominio de las energías limpias. China fabricó casi tres cuartas partes de los vehículos eléctricos del mundo en 2024 y representó el 40 % de las exportaciones mundiales de vehículos eléctricos. Tiene un dominio absoluto sobre la cadena de suministro de energía solar. Las empresas chinas fabrican la mayoría de las baterías del mundo, tanto para vehículos eléctricos como para otros usos. Además, el país produce el 60 % de los electrolizadores utilizados para extraer hidrógeno del agua, que es la forma más eficaz de producir energía limpia a partir de hidrógeno.
“Simplemente intentar frenar a China no funcionará”. (Dan Wang y Arthur Kroeber, op. cit)
La efectividad de la planificación en China. El éxito de Programas como «Made in China 2025» y el hecho de que Estados Unidos haya entrado en pánico al leerlo, nos hace pensar, particularmente a los latinoamericanos, en nuestra capacidad de formulación estratégica.
A muchos sorprende y a otros les preocupa la efectividad de la planificación en China. Cualquier latinoamericano piensa que un plan es un simple pedazo de papel, visto que, después de casi un siglo formulando estrategias de desarrollo, planes de largo plazo, quinquenales o anuales, al término del período nos encontramos casi en el mismo lugar.
Pero cuando se formulan y aprueban en China es porque el Estado: a) tiene la real intención de llevarlos a cabo, b) tiene los medios para ejecutarlos, y c) tiene el poder para ejecutarlos. El Partido, los ministerios, los gobiernos provinciales y municipales, los bancos, las universidades, todos trabajan en eso. Para ello los grandes bancos y grandes industrias son estatales y la tierra es monopolio estatal.
Con el plan “Hecho en China 2025” el mensaje a toda la estructura burocrática y al mundo exterior es claro: lo más importante es la economía real, la industria es la base que sustenta el poder y el desarrollo, el objetivo no es el crecimiento rápido, sino la sostenibilidad y el progreso tecnológico.
Además, nunca una economía de abogados va a poder dominar eternamente a una de ingenieros, una forma de referirse a la diferencia entre una estructura económica basada en actividades financieras, inmobiliarias y especulativas en general (EUA), frente a otra basada en la industria.
Quien visitaba China 20 años atrás se quedaba admirado de las inmensas avenidas, edificios y autopistas. Ciudades enteras recién fundadas, con millones de habitantes, en barrios construidos sin que se vieran los tugurios ni la arrabalización a que nos tiene acostumbrados América Latina.
Pero al hablar con algún chino le respondía que estaban preocupados por su atraso en puertos, ferrocarriles y aeropuertos, por lo que, en lo adelante, el esfuerzo de infraestructura se concentraría en ello. Y lo hicieron.
Ahora China tiene una red de autopistas que duplica la red interestatal estadounidense, más kilómetros de vías de ferrocarriles de alta velocidad con que el resto del mundo sumado, ahora integrando todo su territorio, en vez de concentrarse en el Sureste. Su puerto principal, el de Shanghái, usualmente mueve más carga que todos los puertos estadounidenses juntos.
También se estima que los chips desarrollados en China están apenas seis meses por detrás de los norteamericanos en desarrollo tecnológico, con la ventaja de que las empresas de inteligencia artificial disponen de excelente talento, un suministro casi ilimitado de electricidad barata, algo de lo que carecen sus competidores occidentales. Es decir que, lejos de obstaculizar el progreso de China, las restricciones tecnológicas estadounidenses desencadenaron un proceso de innovación impresionante.
El peligro de la opción militar. No poder derrotar a China en la guerra comercial ni en la tecnológica conllevaba el riesgo de algo peor: de que Estados Unidos optara por la vía militar, cosa que no está del todo descartada, aunque cada día se le hace más tarde.
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