Nada se asemeja más al ensayo (con vestuario) de una pieza teatral que la celebración de un juicio.

Los protagonistas se disfrazan (nunca entendí para qué) con ajadísimas togas (su descoloramiento expresa la lucha de clases entre “togahabientes”) un vestuario que no tiene significación para usuarios ni para mirones; los actores principales se tocan con unos birretes (que recuerdan el “ya sé leer y escribir”) con cuyas borlas en colores pretenden diferenciase.

Mas, todos sabemos que son todos iguales; y con engoladas voces, sonadas a través de secretarias, los diestros suenan sus discursos-fórmula y poco actualizados; y todo terminará pretendiendo un “soy justo” (dime de qué alardeas…), pero con tanto veneno que si llegaran a morderse la lengua morirían “ipso facto”.

¡Ah la justicia!, pobre mujer que alberga tanta escoria a su alrededor, que ha escuchado tantas mentiras, que ha visto desfilar miles de aguajeros sin futuro; que mira indiferente el desfile de los mercaderes de la seriedad.

¡Oh Justicia!, no mereces que crucen por tus pasillos y salas los reyes de la simulación, parapetados tras folios de leyes a imagen y semejanza de una decadente sociedad.

¡Anda Justicia! ¿Cómo creíste que era posible que hablaran por tí esos cueros inflados, esa “raza de víboras”(Jesús), esos “fariseos” (Cristo), popularmente conocidos como chupamedias?

Y tú pueblo, dormitante, amemado con tantas palabras ¿cómo pedirle tanto a esa nada, si ni siquiera puede destilar un poco de la imposible justicia?

Vayamos por otro camino, no importa que no haya trochas, empecemos una nueva, que niegue todo lo caminado y que nos permita llegar al claro valle de la felicidad; busquemos el único espacio para construir la sociedad de la solidaridad; corramos antes de que lleguen las ordas con togas y birretes, dejémosle en sus palacios, consumirse en las discusiones propias de la justicia canalla.

Ante la blandenguería de esa justicia burguesa, celebremos en cada ciudad dominicana Juicios Populares contra los ladrones e invitemos a la población al rechazo diario de la impunidad.

Ejecutemos el mandato que nos señala sus juramentos: “…si así lo hiciereis, que el pueblo os premie, de lo contrario que el pueblo lo tome en cuenta”