Joseph Columna y Petronila Sánchez eran “negros domésticos” pertenecientes a Matheo Sánchez. El término doméstico se utilizaba como sinónimo de esclavo y hacía referencia a los esclavizados que trabajaban en las casas y predios cercanos de sus propietarios.
Sus propietarios, Matheo Sánchez y Rosa de la Cruz, contrajeron matrimonio en Higuey el 1 de diciembre de 1791. Él, originario de Santiago, e hijo de Manuel Santiago Sánchez y de Ana Arias, naturales de Santiago. Ella, viuda del regidor decano don Juan Hidalgo e hija legitima de Atanasio de La Cruz y de Andrea Cedeño, originarios de Higuey, quienes tuvieron al menos un hijo: Phelipe de San Bartolomé Columna (n. 1792)
Joseph y Petronila contrajeron matrimonio el 04 de mayo de 1801 en la provincia de Higuey, La Altagracia. En 1802 nace su hija Patricia Columna y en 1804 nace la segunda de su prole: Benedictina Columna, razón por la que el estatus de sus hijas no queda claro. A partir de la firma del Tratado de Basilea, salieron miles de familias con sus esclavizados del territorio dominicano con destino a Puerto Rico, Venezuela, Colombia y Cuba. Se estima que solo en Cuba había unas 16,000 personas provenientes de Santo Domingo para 1803. Josep y Petronila permanecieron.
Como afirma Quisqueya Lora: “Durante el período francés (1802-1809) se mantuvo una dualidad de derechos combinando las leyes españolas y las francesas. Ferrand reinstauró en 1802 la esclavitud abolida por Toussaint y consintió el tráfico de esclavos por un lapso de 12 años para los locales y 6 para los extranjeros”. En 1805 se autorizó a los habitantes de la parte Este a vender y exportar negros haitianos que pudiesen capturar.”[1]
En un expediente revisado por la citada historiadora para su tesis de maestría por la Universidad de Sevilla y publicado por la Academia Dominicana de la Historia, Transición de la esclavitud al trabajo libre en Santo Domingo el caso de Higuey (1822-1827), aparece reflejada la transacción entre Joseph Columna y Matheo Sánchez.
En 1811 Joseph Columna compra su libertad por 300 pesos, que según los datos que maneja el sociólogo Franklin Franco era para la fecha el precio del mercado. Posteriormente, en 1813 el mismo Joseph Columna logra comprar también la libertad de su esposa Petronila Sánchez con quien llevaba 10 años de matrimonio. La diferencia de precios variaba en relación a la edad, la condición de salud, el género y la calificación en el trabajo del que era portador. Petronila lleva el apellido del amo, mientras que Joseph no. Podemos inferir que para ella era su primer amo, mientras que para él no.
El hecho de que Joseph y Petronila fueran esclavos domésticos fue, muy posiblemente, lo que les permitió lograr comprar su libertad, pues estos vivían una condición menos extenuante que la de los esclavos de ingenios y muchos amos tenían por costumbre alquilarlos o ponerlos a trabajar fuera de sus predios a cambio de un jornal diario. Sus ocupaciones iban desde vendedores de carbón, leña y frutas hasta el corte de madera y la construcción de obras públicas según Carlos Estevan Deive.[2] Habiendo comprado su libertad 2 años antes que la de su esposa, podemos pensar que ese fue el tiempo que le tomó juntar la suma de 220 pesos.
Este caso evidencia la apuesta de los afrodescendientes por superar el drama de la separación familiar que conllevaba el estatuto de esclavo. Contrario a las afirmaciones que señalan a las culturas de origen como causa de la matrifocalidad de las familias afrodescendientes, es evidente que la esclavitud fue mucho más determinante que cualquier otra condicionante.
Por lo poco común del apellido Columna en el país pensamos que fueron propietarios de pocos esclavos y que los propietarios portadores del apellido también fueron pocos. Según el profesor Oscar Rosario, todavía se encuentra en Bonao una rama que tiene como patriarca a Pedro Columna, su tatarabuelo. Queda en manos del genealogista establecer su ascendencia.
[1] Página 31.
[2] Deive Esteban, ¿Y tu abuela dónde está? El negro en la historia y la cultura dominicanas Editorial Nacional, 2013, Santo Domingo. Página 25.
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