En febrero y abril de 2025, Estados Unidos intensificó la presión comercial sobre China. Mediante la Orden Ejecutiva 14257 del 2 de abril, impuso un arancel adicional ad valorem del 34 % a productos chinos, que se sumó al 20 % ya existente, elevando el total arancelario a un imponente 54 %. A esto se añadieron restricciones extremas para los envíos de bajo valor.

China no tardó en responder con su propio repertorio comercial. A través del Anuncio No. 4 de 2025, impuso aranceles del 15 % y 10 % a productos agrícolas clave como trigo, maíz, carne y soja. Posteriormente, en abril, aplicó un arancel general del 34 % a todas las importaciones estadounidenses, acompañado de contramedidas no arancelarias.

Así, los dos gigantes económicos subieron al cuadrilátero comercial en una nueva guerra arancelaria, que seguramente privó de sueño a no pocos sectores productivos. Sin embargo, hace apenas unos días, las superpotencias acordaron pausar la pelea. En lo que algunos llaman una “tensa Reunión Económica y Comercial en Ginebra”, el pasado 12 de mayo ambos países firmaron una declaración conjunta comprometiéndose a reducir temporalmente los aranceles impuestos.

Tras el intenso primer asalto, Estados Unidos aceptó bajar 24 puntos porcentuales de su arancel adicional, manteniendo solo un 10 %, y prometió eliminar otras órdenes ejecutivas que imponían cargas adicionales. China, por su parte, también acordó mantener en solo un 10 % el arancel general del Anuncio No. 4, suspender los aumentos previstos y levantar las medidas no arancelarias impuestas desde abril.

De esta forma, ambos contrincantes bajan las espadas al mismo nivel: un 10 % ad valorem adicional durante 90 días, mientras descansan en sus esquinas y negocian un nuevo asalto.

A primera vista, el acuerdo parece simétrico. Ambos conservan un 10 % de presión arancelaria y se comprometen al diálogo. Pero al observar las posiciones iniciales, la campana suena de forma distinta en cada esquina.

Estados Unidos había apostado fuerte: su arancel alcanzó un 54 %, y para lograr el acuerdo debió renunciar a 44 puntos porcentuales. China, en cambio, partía de un máximo del 34 %, con muchos productos entre el 10 % y el 15 %, y su sacrificio ha sido menor en proporción. Además, eliminó medidas más fácilmente reversibles, como las no arancelarias.

Los números del acuerdo hablan por sí solos: el elefante parió un ratón, y lo hizo en Ginebra. La ofensiva arancelaria de EE. UU. buscaba doblar el brazo de Pekín, pero terminó en una tregua que refleja más un empate técnico disfrazado de desescalada que una victoria.

Mientras tanto, los sectores productivos afectados (agricultores, exportadores, consumidores) simplemente respiran. Especialmente en EE. UU., donde los precios de productos chinos esenciales estaban subiendo y se perdía competitividad en el mercado asiático.

Con el acuerdo, es posible que regrese algo de estabilidad, incluso más allá de los 90 días acordados. Pero mientras se definen los próximos movimientos de esta pelea, la diplomacia en Ginebra parece haberle devuelto a China algo que Washington creyó tener en jaque: su margen de maniobra.

En este contexto, el dicho popular supera al análisis técnico: esta vez, quien fue por lana… volvió trasquilado.

Luis Ortega Rincón

Economista

Economista graduado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo con Maestría en Economía en el Centro de Investigación y Docencia de México y en Mercadeo del Instituto Tecnológico de Santo Domingo. Con más de 30 años de experiencia en planificación y políticas públicas tanto en el sector público como en organizaciones de la sociedad civil. Se ha desempeñado como Coordinador Técnico de la Agenda 2030 en el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, coordinador de proyectos multilaterales, enlace entre el Gobierno Central y el Congreso Nacional durante el proceso de consulta y concertación de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, evaluación de programas y proyectos bilaterales, planificación del desarrollo, Evaluación de Impacto en proyectos de microempresas, entre otros. Cuenta con una serie de publicaciones en materia de pobreza, medioambiente, desarrollo territorial e ingresos. Ha impartido docencias en la UASD, INTEC, UNAPEC y en la Universidad Tecnológica del Cibao Oriental (UTECO). De igual manera, se ha desempeñado como voluntario en el Consejo de Directores del Centro de Solidaridad para el Desarrollo de la Mujer (CE-MUJER) y actualmente en la Directiva de la organización social ¨Iniciativa Solidaria¨ (ISOL) con sede Azua de Compostela.

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