Los dominicanos nos jactamos de gritar a vivas voces de que nos hemos ganado con sangre y sudor la “Democracia” que tenemos, pero olvidamos que nuestras luchas por ganar espacio “Democrático” han sido derrotas tras derrotas, y no es que sea una opinión derrotista, es que esta ha sido nuestra dura realidad. Desde la intervención norteamericana del 1916 hasta hoy, nuestro país y nuestra sociedad ha sido moldeada alrededor de los intereses de la nación imperial del norte, quienes le dieron forma a una oligarquía gobernante que impusieron y han protegido en el poder. Sólo, en un pedacito de la capital dominicana, en el 1965, pudimos ser testigos de unos meses de independencia soberana al calor del fuego de morteros y ametralladoras, pero esta efímera gloriosa conflagración, ahogada por 48,000 tropas del ejército más poderoso del mundo y una “partía” de traidores, solo sirvió para advertirles que este es un pueblo capaz de tomar la honda de David y enfrentar a su Goliat.
El mundo gira, evoluciona, y en esa evolución se producen acontecimientos que dan lugar a pequeños cambios que luego los hacemos nuestros y nos creemos que son fruto de nuestro esfuerzo. Los pueblos son esencialmente, amantes de la paz, pero constituyen una fuerza interna abrumadora que puede vencer al más poderoso si su subsistencia está en peligro y su enemigo, la oligarquía dominante, lo sabe y le teme, y aunque depreda, sabe cuando flojar la soga otorgando determinadas conquistas o reivindicaciones, siempre y cuando no afecten sustancialmente sus intereses.
El sistema capitalista es camaleónico, tiene a su disposición innumerables disfraces simuladores con los cuales engañan a los pueblos y sobre todo a aquellos que mantienen en la pobreza, el analfabetismo, la desinformación, la falta de instrucción y la manipulación mediática.
Uno de esos disfraces del capitalismo dominicano son los partidos del sistema y en particular, me refiero, al PRM, al PLD y ahora a al FR. Sus máximos dirigentes y en la actualidad; sus candidatos presidenciales compiten por cual ser más cínico, más perverso y más engañifa. Muchos acusan a Luis Abinader, actual Presidente de la República de convertirse en dictador desconociendo de que hace ya un buen rato que vivimos en una dictadura, la dictadura de clase, de esa clase a la que representan Luis Abinader, Leonel Fernández, Hipólito Mejía, Abel Martínez y Danilo Medina.
Hasta que nuestro pueblo no se sacuda del embelecimiento al que está sometido no tendrá ninguna oportunidad para poder disfrutar de una democracia verdadera.
Solo hay que mirar a los dos candidatos que el sistema promueve: el primero, Luis Abinader, empresario ladino, simulador y mentiroso que prometió lo que reclamaba su pueblo y lo traicionó, que continúa con la vieja y onerosa práctica de vender nuestra soberanía a intereses privados nacionales y extranjeros como el ya conocido y denunciado contrato de AERODOM, de como está ligado a oscuros intereses que trascienden nuestras fronteras (que explique los 33 vuelos del avión oficial de Pedro Sánchez, presidente español, ha enviado a nuestro país sin que los mismos hayan sido notificados al gobierno y pueblo español, y sin que Abinader haya justificado o dicho nada). El segundo: Leonel Fernández, expresidente por tres períodos que vendió las empresas del Estado a precio de “vacas muertas” al empresariado nacional e internacional, que se enriqueció amasando una fortuna incalculable y sumió a nuestra sociedad en la más profunda corrupción convirtiendo a su partido en una verdadera mafia usurpadora y estafadora.
Estos son los candidatos que el sistema promueve a través de los medios manteniendo los ojos del pueblo vendados que no se da cuenta de como los grupos del poder imponen candidatos como Carolina Mejía, Raquel Peña, David Collado y demás “yerbas”.
No obstante, tenemos reservas, solo que las mismas se han perneado del sectarismo propio de una izquierda resabiosa pequeñoburguesa que no logra unificarse en torno a lo que los une desechando lo que los separa y surgen voces valientes que apuntan con el dedo acusador a los que han vendido esta Patria, a los que se han valido del poder para depredar nuestros recursos a todos los niveles. Ejemplo de esas voces son: el ingeniero Ramón Alburquerque, el abogado Tomás Castro y el médico Roque Espaillat.
Quiero resaltar a este último por no conocerse compromiso con ninguno de los partidos del sistema que utiliza el seudónimo de “El Cobrador” para advertirle los los usurpadores, ladrones y vende patria, que nos han gobernado, que va por ellos, que sin importar lo que tenga que hacer, los hará pagar sus felonías; es el candidato ideal.
No puedo dejar de mencionar los atributos de los dos personajes que he mencionado junto al Dr. Espaillat, primero diré del ingeniero Alburquerque, personaje honesto, honrado, conocedor a carta cabal de las necesidades de nuestro país para su desarrollo, sumamente inteligente y con todas las ganas de servirle, para bien, a nuestro país. Lo único objetable son sus vínculos con el PRM del cual teme desligarse para no perder base de apoyo y creo que está en un gran error. Por otro lado, el abogado Tomás Castro, que sí ha roto los vínculos orgánicos con el PRM, mantiene una línea vertical denunciando a los corruptos y saqueadores del país “sin pelos en la lengua”. Había formado una agrupación política con dos grandes amigos, pero reciéntemente se separó de ellos, aparentemente debido a una traición.
Me gustaría ver esa trilogía haciendo causa común en favor del destino de nuestro pueblo.