Continuamos en la misma columna porque nos mantenemos en el mismo ambiente de cordialidad y de compartir experiencia de opción vital iniciando un área nueva: ESPIRITUALIDAD.
No seguiremos un orden riguroso, sino que trataremos temas abiertos de Espiritualidad referidos a la Opción Personal vivida con sentido de Fe. Es decir, teniendo como referencia La Semilla de Dios, El Valor Originario Personal.
Vamos a compartir una experiencia de Fe vivida con mayor o menor intensidad, según las limitaciones propias de la humanidad; pero que nos puede iluminar dado el control muy determinante que tiene, en la actualidad social, la Yoicidad, la raíz del creciente individualismo lucrativo, consumista expoliador.
¿POR QUÉ ESPIRITUALIDAD PERSONALIZADA?.
El correr del tiempo nos impermeabiliza la mente y endurece el corazón y nos rutinizamos palideciendo la originalidad. 2025 años nos separan de Jesús de Nazaret (+ ó -). El cultivo de nuestras relaciones con el Ser Trascendente han sido puntuales y muy individualizadas por el “yo”. “Al otro como a mí” es continuo, de cada día y en comunidad. Así se vive la fe personalizada.
Al comenzar un nuevo milenio tenemos un gran desafío; se nos presenta una oportunidad tanto a nivel personal como a nivel eclesial no podemos continuar como el que ni siente ni padece…
A partir de que nuestra Iglesia católica va creciendo y adquiere significatividad política, se hace sentir en la sociedad…, en el 315, el Emperador Constantino, monta a los dirigentes de la Iglesia, en el carro del poder político, “le da una bola”, que en la actualidad hace que nos sintamos conductores sociales y políticos a la vez que pastores; y a veces no sabemos distinguir cuál rol es más determinante, si el social/político o el pastoral/apostólico… Aunque sabemos que acompañar a los empobrecidos tiene repercusiones políticas…
Tengamos presente que la identidad de la Iglesia no es exclusiva de “lo Padres y la Monjas”; son parte de la identidad eclesial: El Espíritu Santo y Los Fieles bautizados. Además, Jesús dijo: “estaré con ustedes hasta el fin de los siglos” (Mt.28,16-20)…
Todos los cristianos tenemos que sincerarnos y hacer, como decía Jesús a Nicodemo; “… nacer de nuevo” (Jn. 3,4-6). Aquí está la raíz de la Espiritualidad Personalizada porque hemos mantenido una práctica religiosa puntual e interesada; es decir, “me acuerdo de Santa Bárbara cuando truena”; cuando el “yo” se encuentra en una encrucijada, que no haya para dónde ir, entonces piensa en Dios; ahí se acuerda de la espiritualidad, de las relaciones con El Gran Poder de Dios, que no funciona como el poder humano.
¿Cómo hemos cultivado el seguimiento de Jesús?, ¿Por qué debo nacer de nuevo a la vida cristiana?
En la segunda mitad del siglo pasado (1965) la Iglesia clausura el Concilio Vaticano II, el cual significó una apertura, una puesta al día de la Iglesia, San Juan XXIII decía: “aggiornamiento”: le da participación al laicado, se incultura asumiendo el lenguaje, la música, el baile en los ritos litúrgicos y celebrando de frente al pueblo, dialoga su situación vital a la luz de la Palabra de Dios…; pero nos hemos quedado en el rito legitimador de la religión… Y nos cuesta permanecer en el compromiso radical del Evangelio… Todos los creyentes somos testigos de Jesús Resucitado.
Hoy, se oye un grito desde lo más profundo de la humanidad: “desempoderamiento eclesiástico”. Solamente en los albores de las primitivas comunidades cristianas se saboreó lo que significa “debilidad solidaria al estilo de Jesús”, que se despoja de los poderes divinos para hacerse uno como nosotros y así salvar la humanidad…
En la actualidad, vemos con mucha esperanza la actitud simbólica de desempoderamiento, sencillez y humildad evangélica que vivió el Papa Francisco, quien se despojó de un ropaje y un protocolo de la época constantiniana…, por aquí va la lógica del Vaticano III…, “desempoderamiento”, para recuperar la debilidad solidaria y sencillez del evangelio. Aquí está nuestro desafío: iniciar un proceso de desempoderamiento eclesiástico, teniendo en cuenta al otro como a mí, partiendo de una relación personal con Dios, vivida en comunidad eclesial…, comenzando por mi interioridad…, los cambios vienen desde dentro… “Lo que entra no es lo que mancha, sino lo que sale del corazón…” “…Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre”. (Mt.15,1-20).
En ese sentido tenemos los siguientes desafíos para este milenio:
- DESAFÌOS PERSONALES.
CONTEMPLANDO LAS RELACIONES EN LA HUMANIDAD:
- La Gente anula al Otro y tenemos que… “Descubrir al Otro… Para tratarlo “como a mí mismo”.
- Tengo que encontrarme conmigo mismo y ver qué me dinamiza desde dentro de mí y cuál es “Mi valor originario…”
- Recuperar el sentido de Comunidad a partir de los valores fundantes eclesiales: “debilidad solidaria con la fuerza de Dios” y “al otro como a mí” para que “Repolle el Reino”…, en la Comunidad. Tenemos que dar el salto del Yo al Nosotros.
Si no alimentamos el cuerpo con el pan material y el pan de la enseñanza nos debilitamos y fallecemos. Lo mismo pasa con nuestro espíritu, el pan de la oración, el pan de los sacramentos y el pan del discernimiento son necesarios para vivir una vida a Plenitud cuando lleguemos a la Casa de Nuestro Padre, dueño de la VIDA.
Nuestro cuerpo es hecho del polvo de la tierra y al polvo volverá, (Gn.3,19). Sin embargo, nuestro espíritu está hecho a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1,26-27).
Nuestra dignidad humana radica en la grandeza y omnipotencia eterna e infinita de Dios. La vida humana es racional, libre, afectiva, única, irrepetible, igual y diferente. Así se hace presente el Ser Trascendente en la humanidad.
El Ser Trascendente que nos regala la vida es quien más nos conoce y nos invita a “vivir teniendo en cuenta al otro como a mí mismo”. Así nuestras relaciones con Dios, el Otro y la Naturaleza serán personalizada y vivida en Comunidad. Sea que vivamos compartiendo y comunicando vida formando comunidad en el matrimonio, sea que nos consagremos al servicio débil y solidario en la Vida Religiosa, viviendo en Comunidad para evangelizar…
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