“NOTICIA: ÚLTIMA HORA: MINERD y ADP acuerdan en Santiago solución a reclamos de docentes y de infraestructura escolar”
De enemigos a aliados: ¿Un sueño posible para la educación dominicana? En el corazón de la República Dominicana, donde las aulas resuenan con el eco de debates acalorados y las calles se llenan de protestas bajo el sol caribeño, late un conflicto que parece eterno: el Ministerio de Educación y el Sindicato de Docentes, dos fuerzas antagónicas que por años han chocado como olas contra rocas. Las demandas salariales, las reformas curriculares y las políticas públicas han sido el campo de batalla, dejando a un lado lo esencial: los niños y jóvenes que sueñan con un futuro mejor. Pero, ¿y si en medio de esta tormenta surge un rayo de luz?
Imaginen por un momento que esos grupos, cansados de la confrontación, extienden la mano y se sientan a la mesa no como rivales, sino como amigos. ¿Es esto una ilusión óptica, un espejismo en el desierto educativo? O, por el contrario, ¿un sueño tangible que podría transformar nuestra nación? El Punto de Quiebre: De la confrontación a la conversación. Visualicemos esa escena utópica, pero no tan lejana. Es una mañana soleada en Santiago, la ciudad corazón, en una sala modesta pero luminosa de la sede de la Regional. Alrededor de una mesa redonda —símbolo de igualdad— se reúnen representantes del Ministerio de Educación, con sus carpetas llenas de datos y planes estratégicos, y líderes sindicales, con sus voces roncas de tanto alzarlas en plazas públicas. No hay micrófonos ni cámaras; solo café humeante y un pizarrón en blanco. "Hemos peleado tanto", dice uno de los sindicalistas, "que hemos olvidado por qué empezamos: por los estudiantes". El ministro o quien hace sus veces, asiente, reconociendo que las políticas sin maestros motivados son como semillas en suelo árido.
Una educación inclusiva y de calidad solo será posible si se construye desde la colaboración y no desde la confrontación
En ese diálogo inicial, surge la magia de la empatía. Discuten abiertamente: ¿es posible un acuerdo que equilibre salarios dignos con recursos para aulas equipadas? O mejor aún, puede que no se empiece por los salarios porque, después de todo, los docentes tienen el mejor salario en promedio de la administración pública. Lo dejan para luego. ¿Pueden las evaluaciones docentes ser herramientas de crecimiento en lugar de castigos? Las risas nerviosas rompen el hielo cuando recuerdan anécdotas compartidas de escuelas rurales donde un lápiz y un sueño bastaban para encender mentes.
Por primera vez, no se trata de ganar, sino de construir. "Trabajemos de la mano", proponen, "por una educación que no solo enseñe matemáticas y letras, sino valores que forjen una nueva dominicana". La visión compartida: Una nación forjada en aulas de calidad: Imaginemos que de esa mesa nace un pacto histórico: el "Acuerdo por la Educación Unida". Juntos, delinean los atributos de esa nación soñada. Una República Dominicana libre, donde la independencia no sea solo un himno, sino una realidad cotidiana; democrática, con voces de todos los rincones elevadas en urnas y aulas; independiente, rompiendo cadenas de dependencia económica a través de mentes innovadoras. Aquí, los derechos humanos no son abstractos: se enseñan en lecciones sobre equidad de género, respeto a la diversidad étnica y protección ambiental, inspirados en nuestra herencia taína y africana. Y el corazón de todo: una educación gratuita e inclusiva, con iguales oportunidades para todos. No más niños excluidos por barreras económicas o geográficas. Cada aula se convierte en un santuario de aprendizaje, equipada con las condiciones esenciales que tanto han reclamado. Paredes ventiladas y seguras en lugar de techos que gotean; pupitres para todos, no overcrowding que ahogue sueños; tecnología accesible, con tablets y conectividad a partir de la secundaria que conecten a Santo Domingo con los campos de Barahona. Maestros capacitados, no solo en pedagogía, sino en psicología infantil, desarrollo emocional y competencias digitales, reciben incentivos que premien su dedicación sin atarlos a burocracias absurdas.
En esta visión, el sindicato y el Ministerio no son verdugos mutuos, sino arquitectos complementarios. El gremio asegura que las voces de los educadores guíen las políticas, mientras el Ministerio provee los fondos y la visión nacional. Juntos, miden el éxito no en exámenes estandarizados, sino en graduados que emprenden negocios sostenibles, lideran comunidades o defienden la democracia con pasión informada. Imaginen aulas donde un niño de un batey haitiano-dominicano aprende al lado de uno de la Zona Colonial, forjando lazos que disipan odios ancestrales. ¿Ilusión óptica o sueño realizable?
El diálogo entre el Ministerio de Educación y el gremio docente puede convertirse en el punto de partida para una transformación educativa real
Ahora, la pregunta que flota en el aire: ¿es esto una ilusión óptica, un truco de la luz que se desvanece al parpadear? ¿O un sueño que, con voluntad, puede materializarse? En la historia dominicana, hemos visto milagros: de la independencia en 1844 a las luchas por la democracia en las calles de los 90. La educación ha sido el hilo conductor, desde la fundación de la UASD hasta las reformas de los últimos años que, pese a tropiezos, han aumentado la matrícula escolar. No es ingenuo soñar; es necesario. La ilusión óptica surge cuando nos rendimos al cinismo, cuando permitimos que el "siempre ha sido así" eclipse el "puede ser diferente". Pero un sueño se hace realidad cuando se discute, se pacta y se actúa. El Ministerio y el Sindicato ya han dado pasos: mesas de diálogo pasadas, aunque frágiles, han evitado paros totales. ¿Por qué no escalar? Involucren a padres, estudiantes y expertos; financien con transparencia de fondos internacionales y presupuestos reasignados. La pandemia nos enseñó que la educación virtual puede unir, no dividir; usémosla como puente. En última instancia, este no es un sueño etéreo, sino una hoja de ruta. Requiere coraje: del Ministerio, para ceder control; del Sindicato, para priorizar el bien común sobre demandas aisladas. Pero si lo logran, forjarán una dominicana donde cada aula sea un semillero de libertad. No esperemos a que el conflicto nos agote; extendamos la mano hoy. Porque en la unión, no en la lucha, reside la verdadera fuerza de una nación.
¿Y usted, lector? ¿Se une a este sueño, o lo deja como un espejismo? La respuesta está en nuestras aulas, esperando ser escrita.
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