Si algún día el Ministerio Público (MP) logra en juicio de fondo en los tribunales la condena por desfalco al exdirector ejecutivo del Seguro Nacional de Salud (Senasa), Santiago Hazim, estaríamos ante el ladrón del milenio certificado, y con él, todo el entramado público-privado en el caso. Por la magnitud asombrosa de lo robado, pero más por la institución robada y el impacto brutal a los destinatarios de los servicios de salud: las personas empobrecidas del país con seguro subsidiado. Un crimen imperdonable.

Con las pruebas presentadas ha logrado ya del juez de la atención permanente, Rigoberto Sena, coerción contra el influyente funcionario, coordinador de “Ola”, movimiento electoral del sector externo de apoyo al presidente Luis Abinader, y demás encartados.

La defraudación, considerada siniestra por el MP, ha puesto en punto de quiebra al seguro estatal y ha erosionado de malas maneras su vital imagen institucional y la del mismo Gobierno.

Al menos RD$15 mil millones sustraídos, ha resaltado el procurador adjunto y director general de la Procuraduría Especializada de Persecución contra la Corrupción Administrativa (Pepca) de la Procuraduría General, Wilson Camaño. Cerca de RD$60 mil millones ha sostenido la oposición encabezada por los partidos Fuerza del Pueblo (FP) y de Liberación Dominicana (PLD).

Por el megafraude de hoy, montado por unos cuantos perversos deshumanizados, nadie puede quitarle a esa institución el mérito de su excelencia durante al menos una década, a contracorriente de la conspiración permanente. Una conquista que pocos alcanzan en un mercado donde pulula la “viveza criolla”.

El exdirector ejecutivo de la institución descentralizada del Estado, Chanel Rosa, habla de una quiebra técnica al destacar que, por cada peso en activo, hay dos en pasivo. Ha precisado que todos los activos más los fondos en banco apenas dan para pagar la mitad de la deuda.

El funcionario apuesta, sin embargo, a la recuperación y exhorta a la sociedad a seguir confiando en el Senasa porque —ha enfatizado— el fraude no lo hicieron la institución ni sus afiliados.

MAL REGALO NAVIDEÑO

El Gobierno está “nervioso”. Y no es para menos. El latrocinio ha sido tan brutal como vergonzante. Las estrategias de distracción andan a dos por chele: desde las más formales hasta las improvisadas con acciones de funcionarios que rayan en lo ridículo: bailando, cantando, tomando vino o con discursos de rabia actuada.

Una exploración rápida por las corrientes de opinión mediáticas dominantes sobre el escandaloso robo evidencia una estrategia orientada a desligar de culpas al presidente Abinader.

Se destaca su radical transparencia, iniciativa para judicializar el caso y su no conchupancia con corruptos, aunque sean sus mejores amigos, porque “tengo amigos, no cómplices”.

Resultado de la coyuntura, el mandatario ha instruido para que el Consejo Nacional del Seguro Nacional de Salud (Cosenasa) modifique el reglamento interno de la institución y se cree una comisión técnica de cinco miembros que serán designados por el Poder Ejecutivo con el objetivo de impactar en la “eficiencia y efectividad” de sus funciones.

Los nombres propuestos por el Gobierno no incluyen a extitulares del seguro público. Tampoco los incluyen otras propuestas de opinantes privados que aconsejan una comisión de notables como “la única salvación” del Senasa.

Quien ha leído, aun sean dos páginas de neurocomunicación, sabe que, de entrada, resulta estéril la estrategia para aislar del caso al presidente. Mejor el silencio táctico y barajar otras soluciones, porque —mientras más remarcan— más incertidumbre siembran en el inconsciente colectivo y más azuzan la incriminación.

A la vez, la orden sobre creación de una comisión de notables con suprapoderes no solo lacerará la institucionalidad, por más acomodo que se le busque, sino que arrancaría con una gran carga del descrédito en el imaginario colectivo.

El historial de comisiones en República Dominicana es tenebroso. Es transversal a ellas la distracción para provocar el olvido en la sociedad. Es su fama.

El doctor Julio Ibarra Ríos, exfiscal del Distrito Nacional durante la gestión de gobierno del presidente Antonio Guzmán (1978-1982), juez de la Suprema Corte, profesor de Historia de la UASD y comentarista de la revista Matutino 103 de Radio Mil, junto al sociólogo Manny Espinal y el periodista Rafael Molina Morillo, siempre lo recordaba en sus descansos del programa radiofónico mientras caminaba por los pasillos del quinto piso del edificio Metropolitano, tirando bocanadas de humo de su cigarro.

“Las comisiones se forman para hacer nada, para entretener. Tony, fui a tu pueblo, Pedernales, cuando el gobernador Ruperto Vólquez Medrano denunció el pillai (contrabando de azúcar por la frontera). La comisión designada viajó a desmentirlo porque no convenía. Él se avergonzó mucho y murió”.

El presidente Abinader no necesita la desacertada campaña de “defensa” orientada a blindarlo porque tiene logros en los cuales concentrarse. Ni Senasa, comisión de notables para recuperarse porque antes de la conspiración de ahora era el mejor seguro del mercado y gozaba de la mayor credibilidad, pese a los obstáculos de actores públicos y privados.

PIES EN LA TIERRA

Durante su existencia, el Senasa ha registrado déficits ocasionales, por su naturaleza (Nuestra ganancia es tu salud), pero siendo eficiente, eficaz, con calidad indiscutible.

El seguro estatal nació por mandato de la Ley 87, promulgada en mayo de 2001; sin embargo, ha sobrevivido a la mira de francotiradores llenos de codicia que, por ser estatal, lo presentan como incapaz de exhibir eficiencia, eficacia y calidad; por tanto, al decir de personas como Hazim, hay que manejarlo como sector privado. Dice que lo administra con alta eficiencia gracias al gran apoyo del presidente Abinader, quien —según subrayó— le llama hasta de madrugada para preguntar por la dinámica de trabajo y enfatizarle que no descuide a “sus dominicanos”.

En una entrevista realizada en el televisual Siendo Honestos, el entonces titular del Senasa dijo que “no creo en mentiras blancas” y se declaró honesto total que acata la trayectoria de honradez de su familia libanesa.

En lo que “el hacha va y viene”, de acuerdo a la información del Ministerio Público, la institución estatal fue tomada como piñata por actores privados en connivencia con funcionarios.

Ahora, la crisis económica lo acerca al colapso; su imagen institucional está en intensivo. La “comunicación corporativa” se concentró en enaltecer al funcionario-empresario-político-médico ortopeda traumatólogo.

Con las pruebas presentadas ha logrado ya del juez de la atención permanente, Rigoberto Sena, coerción contra el influyente funcionario, coordinador de “Ola”, movimiento electoral del sector externo de apoyo al presidente Luis Abinader, y demás encartados.

Ante una realidad tan cruel, al Gobierno no le conviene evadir; mucho menos, aceptar bolas de humo con funcionarios “busca views”. Esas acciones serán asumidas por la gente como una subestimación de su inteligencia y una burla. Un bumerán.

Mejor calmarse, pedir perdón sin derivar culpas; terminar de eliminar todo lo que huela a ratería de saco y corbata y reanimarlo económicamente.

Por el megafraude de hoy, montado por unos cuantos perversos deshumanizados, nadie puede quitarle a esa institución el mérito de su excelencia durante al menos una década, a contracorriente de la conspiración permanente. Una conquista que pocos alcanzan en un mercado donde pulula la “viveza criolla”.

Tony Pérez

Periodista

Periodista y locutor, catedrático de comunicación. Fue director y locutor de Radio Mil Informando y de Noticiario Popular.

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