El pasado martes ocho de abril, el derrumbe de la discoteca Jet Set marcó uno de los episodios más oscuros en la historia reciente de nuestra nación. La noticia, ampliamente conocida, dejó a su paso un saldo devastador: 226 personas fallecidas, más los heridos de gravedad rescatados y los sobrevivientes que lograron escapar.

Este desastre no solo conmocionó a nuestro país, sino que también cruzó fronteras, apareciendo en titulares internacionales y generando mensajes de condolencias de diversas partes del mundo. El dolor causado por la pérdida de tantas vidas es inmenso y afecta a todos los habitantes de nuestra nación.

Días después del evento, el miedo comienza a apoderarse de la población. Rumores sobre otros edificios en mal estado se extienden, generando una tensión psicológica palpable en el aire.

Lo más difícil ahora es enfrentar las secuelas psicológicas del trauma, específicamente el estrés postraumático (TEPT), que amenaza con transformar este dolor en una carga que afecta a individuos y comunidades por igual.

El impacto del estrés postraumático colectivo

El TEPT no solo afecta a quienes vivieron el evento directamente, sino también a familiares, amigos y, en ocasiones, a quienes fueron testigos indirectos de la tragedia.

Este fenómeno puede evolucionar en lo que se conoce como "estrés postraumático colectivo", un término que describe el impacto psicológico de un evento traumático que afecta a grandes grupos de personas. Catástrofes como guerras, huracanes, derrumbes, incendios y pandemias, son ejemplos de sucesos que generan este tipo de trauma.

Para que se desarrolle el estrés postraumático, debe haber un peligro real sobre la integridad física de la persona. Su gravedad depende de las experiencias previas de estrés o peligro vividas por el individuo. Es importante destacar que, en algunos casos, quienes han sido directamente afectados no desarrollan TEPT, mientras que otros, al escuchar o presenciar el evento, sí pueden experimentarlo.

Características del estrés postraumático colectivo

Reacciones psicológicas compartidas: Las personas en una comunidad afectada pueden experimentar síntomas similares, como ansiedad, depresión, flashbacks o sentimientos de impotencia.

Memoria colectiva: Los traumas tienden a formar parte de la identidad y memoria de la comunidad, influyendo en la manera en que enfrentan futuros desafíos.

Impacto comunitario: Más allá de los efectos individuales, el trauma puede disminuir la solidaridad, la confianza entre los miembros de la comunidad y debilitar las estructuras de apoyo existentes.

Resiliencia: A pesar de las adversidades, muchas comunidades demuestran una capacidad notable para adaptarse, fortalecerse y reconstruirse.

Estrategias para la sanación y manejo del TEPT colectivo

Para superar las heridas psicológicas y fomentar la resiliencia colectiva, es esencial implementar estrategias accesibles y efectivas:

Educación y sensibilización: Proporcionar información sobre el estrés postraumático y sus efectos para ayudar a las personas a comprender y manejar sus reacciones.

Redes de apoyo: Crear vínculos de apoyo mutuo que sirvan como red de seguridad para los miembros de la comunidad.

Espacios de diálogo: Fomentar la comunicación abierta y ofrecer plataformas para que las personas compartan sus experiencias y emociones.

Actividades comunitarias: Promover eventos que fortalezcan la unidad y el respeto por el dolor de cada miembro, como terapia grupal o proyectos colaborativos.

Fomento de la resiliencia: Inspirar confianza en las capacidades individuales y colectivas para salir adelante tras el trauma.

Entender y abordar el estrés postraumático colectivo no solo es crucial para la sanación, sino también para el fortalecimiento de las comunidades. El respeto mutuo y la empatía son elementos fundamentales en este proceso, ya que cada persona experimenta y expresa su dolor de manera única, acorde a su formación y personalidad.

Merliz Rocio Lizardo Guzmán. Aprendiz de la conducta humana

EN ESTA NOTA

Merliz Rocio Lizardo Guzmán

Aprendiz de la conducta humana. Merliz Rocío Lizardo Guzmán. Hija del escritor y profesor universitario Luis F. Lizardo Lasocè y de la doctora en medicina Idaliz Guzmán Suárez. Licenciada en psicología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con estudios relacionados en la Universidad de NYU y Hackensack, New Jersey donde cursó estudios en PTSD, además, Maestría en Sexualidad Humana. Actualmente es Profesora, por más 15 años en el área de psicología de la UASD y Terapeuta del Hospital Marcelino Vélez Santana. Asesora de estrategia de Marketing empresarial de grandes empresas nacionales y multinacionales.

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